Los migrantes de segunda generación -nacidos en España- se encuentran ante una situación difícil:

  • Viven sintiéndose rechazados porque no son plenamente aceptados en el país en el que han nacido. De hecho, se les denominan «extranjeros», sin serlo.
  • Tampoco se encuentran bien en el país de origen de sus padres. Cuando visitan a sus familias allí observan que hablan con acento español y, por lo tanto, se sienten desarraigados.
  • A esos problemas de identidad se le une la frustración y el fracaso escolar. Pensemos que sus padres se pasan el día trabajando -de sol a sol- y, cuando llegan a casa derrotados no tienen fuerzas ni tiempo (y tampoco preparación, en muchos casos hablamos de personas analfabetas) para ocuparse de la educación de sus hijos: de hecho, no tienen tiempo ni preparación para ir a ver al tutor o tutora de sus hijos en el Colegio o en el Instituto.
  • Es soledad, desorientación, desarraigo, sentimiento de fracaso y, todo ello, puede desencadenar conductas delictivas o simples reacciones de violencia.

La experiencia de Francia es muy clarificadora. La falta de atención a estos jóvenes es una fuente de problemas. Cualquier altercado con la policía o cualquier exceso policial se convierte en fuertes disturbios que acaban con violencia, contenedores y coches quemados, saqueos y vandalismo.

La situación es utilizada por hordas de violentos, partidos nazis, de derecha y ultraderecha para criminalizar a todo el colectivo inmigrante con el fin de buscar un chivo expiatorio y un débil contra el que descargar su ira y sus propias frustraciones. En el fondo, todos esperan, sin hacer nada, a que las comunidades inmigrantes se limiten a trabajar sin descanso («de sol a sol» por un sueldo de miseria) y, acabada la jornada, se mantengan ocultos en sus casas porque simplemente les molesta su presencia. En el fondo, simplemente, son incapaces de aceptar que el país que ya sólo existe en sus cabezas vuelva a ser tal y como ellos lo sueñan. Pero la realidad es tozuda y no tiene vuelta atrás: ahora ese país es multicultural y personas venidas de mil otras partes del mundo conforman esa realidad política que se niegan a aceptar.

Aprendamos de los errores de otros y comprendamos que es necesario trabajar y dar soporte educativo, social y laboral a estas personas y a sus hijos para no convertir la sociedad en la que vivimos en una realidad insoportable dominada por la violencia, los linchamientos y la crueldad. Invirtamos recursos públicos en éstas y en tantas otras cosas que son necesarias para la convivencia dentro de una sociedad. Y, sobre todo, eduquemos a nuestros ciudadanos para que comprendan que los grupos humanos no son ensoñaciones sino realidades vivas que cambian con el tiempo.


https://www.eldiario.es/murcia/sociedad/voces-migrantes-disturbios-torre-pacheco-no-meter-saco_1_12456509.html

Voces migrantes tras los disturbios en Torre Pacheco: “No se nos puede meter a todos en el mismo saco”

Gloria Piñero / Torre Pacheco (Región de Murcia) / 11 de julio de 2025

En cuestión de horas, la brutal paliza propinada a un anciano en Torre Pacheco (Región de Murcia) por un grupo de jóvenes ha dejado de ser un suceso local para convertirse en munición política. […]

Torre Pacheco: el reto de convivir en un municipio plural

En Torre Pacheco, en el corazón agrícola de la Región de Murcia, la demanda de mano de obra en el sector primario ha sido un factor clave en el aumento de la población extranjera, especialmente la de origen marroquí, aunque entre sus algo más de 41.000 vecinos y vecinas los hay de otras 95 nacionalidades.

Este mosaico cultural ha dado forma a un municipio con tiendas, cafés y espacios públicos compartidos que reflejan un cruce de costumbres y tradiciones. […]

Sin embargo, vecinos entrevistados por esta redacción sí apuntan a un incremento en los últimos meses de actos incívicos –cuando no directamente delictivos– cuya autoría se atribuye a jóvenes de origen magrebí.

[…] María Elena, una joven paraguaya de nacimiento que trabaja como camarera en un bar de la localidad, […] asegura que ahora tiene miedo de volver sola a casa. “Últimamente hay muchos jóvenes –ella asegura que marroquíes– que generan conflictos y peleas. Actúan como si estuvieran llenos de rabia”.

Hijos del desarraigo

Ahmed es parte de esa segunda generación de hijos de inmigrantes marroquíes que ya nacieron en territorio español. […]

Él conoce en carne propia los efectos del desarraigo, no sentirse de aquí ni tampoco del país de sus ancestros. “Sé lo que es que en Marruecos te miren raro porque hablas árabe con acento español, y que en España se refieran despectivamente a ti como ‘moro’”.

Asegura que él se siente pachequero “aunque haya quien no quiera aceptarlo”. “Para mí, España también es mi país. Es donde nací, donde tengo todos los recuerdos de mi infancia, donde he estudiado, donde vivo y donde cotizo”, defiende.

Para Ahmed, el problema de los comportamientos violentos de algunos jóvenes hijos de inmigrantes está directamente relacionado con la marginalidad. “Hay que pensar que los padres y madres de muchos de estos chavales se pasan el día entero trabajando en el campo, así que ellos han sido educados en la ley de la calle, […]”.

[…] “Sus referentes son youtubers, raperos, gente que ha conseguido fama y dinero de manera fácil y con quince o dieciséis años piensan que ese es el camino”, prosigue. “No entienden que deportistas de élite como Karim Benzema, Nico Williams o Lamine Yamal sale uno entre un millón y creen tener ese sueño al alcance de la mano. Son edades críticas en adolescentes especialmente vulnerables”, asegura. […]

Para Ahmed, el derecho de los padres y madres a implicarse en la educación de sus hijos es fundamental, pero “difícilmente puede ejercerse si te vas al campo a las seis de la mañana y vuelves, reventado, cuando ya es de noche. Así, ¿cómo pretenden que vayan a las reuniones de los institutos o a hablar con los tutores de sus hijos?”. [El índice de abandono escolar temprano, dentro del colectivo, es muy alto].

El sistema de valores también está fallando dentro de las estructuras sobre las que se organizan sus propias comunidades. “Soy crítico con el papel de los imanes, que tendría que ser fundamental para educar en la ciudadanía”, comenta. “En Torre Pacheco hay tres mezquitas y, en todas, los sermones se realizan en árabe clásico, que ni siquiera entienden los más mayores, que son analfabetos en su mayoría”. Así que “los jóvenes se han desconectado de su religión y han perdido el respeto por los imanes, porque estos tampoco se preocupan por la población adolescente”, se lamenta.

Sobreponerse al racismo y la xenofobia

A la ausencia de figuras de autoridad y el desarraigo se suman experiencias cotidianas de discriminación, precariedad o rechazo que alimentan un sentimiento de exclusión que puede transformarse fácilmente en la rabia que María Elena observa en los ojos de los chavales con los que se cruza cuando vuelve de madrugada a casa.

“Cuando el horizonte vital se percibe limitado, sin perspectivas claras de futuro, la violencia emerge a veces como un modo torcido de afirmarse, de reclamar un espacio o la identidad que la sociedad les está negando”, asegura Ahmed.

Un fenómeno complejo, donde el abandono institucional y el estigma social funcionan como engranajes silenciosos que acaban empujando a algunos hacia la marginalidad y el resentimiento.

“La inmigración es buena para lo que interesa, para limpiar casas y cuidar de ancianos por cuatro euros y sin seguros sociales, para que los empresarios agrícolas tengan mano de obra barata y sumisa o para ganar ligas de fútbol o medallas olímpicas. Fuera de ahí, lo que enfrentan la mayoría de estos chavales son mensajes que les hacen autopercibirse como indeseables”, argumenta.

Para Ahmed, episodios como el vivido en Torre Pacheco deben abordarse “desde el trabajo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y haciendo que el peso de la ley caiga sobre quienes delinquen”, pero sobre todo, con más y mejor educación y más mediación sociocultural. “La solución a la violencia no es más violencia”, asegura mientras teme que las estrategias interesadas en poner “a unos contra otros” termine teniendo dramáticas consecuencias en Torre Pacheco.

[…] [De hecho,] la organización de extrema derecha ‘Deport Them Now’, […] a través de canales de Telegram está invitando a participar en “una cacería” los días 15, 16 y 17 de julio, con la promesa de dar con los agresores y “hacer que se reúnan con Alá”.

Para evitar el estallido de un conflicto social, desde Podemos en la Región de Murcia ya han pedido a la Delegación del Gobierno que prohíba la realización de cualquier concentración violenta “para proteger la seguridad y la convivencia de todos los pachequeros”. La diputada de la formación morada, María Marín, ha trasladado toda su solidaridad a la víctima de la agresión y a su familia, y ha exigido que se aplique el máximo castigo a los culpables “vengan de donde vengan”. Al tiempo, ha condenado la manipulación de la ultraderecha sobre el suceso, que de nuevo “salen como buitres cada vez que sucede una desgracia”.