Hoy están bombardeando Líbano. Ayer estaban masacrando Gaza. Anteayer seguían activas multitud de guerras enquistadas. Por cierto, hoy siguen buscando los cadáveres de las sesenta personas (no números; personas con nombres y apellidos) que ayer se ahogaron llegando a la isla de El Hierro, porque todos se pusieron en la misma borda cuando vieron llegar al barco de «Salvamento marítimo».
Hemos perdido la capacidad para actuar, para escandalizarnos y para reaccionar. Ya no sabemos cómo hacerlo. Todo nos viene demasiado grande. Nos han convencido de que lo que hagamos no sirve para nada, y nos hemos refugiado en el individualismo, o lo que es lo mismo, en la soledad.
Los partidos de izquierda y los movimientos sociales era los principales motores de transformación, de cambio pero tampoco ellos han sabido canalizar la acción humana: la acción política.
Aunque en la sociedad existan colectivos, centros sociales, movimientos vecinales, cooperativas o grupos más o menos organizados, lo cierto es que estos no tienen representación política. Parece que no hay proyecto ni necesidad de él, en cambio aparece
¡Ah no, espera, que tenemos las redes «sociales»!
Es paradójico que vivamos en la época con los medios y herramientas de comunicación más potentes de la historia y, sin embargo, con la mayor cantidad de personas solas que la humanidad jamás haya conocido.
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