Muchas personas se consideran a sí mismos como «patriotas preocupados» a los que el sentimiento de frustración en el que viven les lleva a un odio que proyectan sobre los partidos independentistas y de izquierda que gobiernan. Son personas que

Actúan en contra de sus intereses pensando que votan a favor de sus principios. Unos principios que se resumen en un nuevo dios: la patria; que actúa como explicación de todo, como ideal, como meta, como fundamento, como esencia última que ser:

Si no puedes pagar la hipoteca: España. Si no tienes trabajo: España. Si tienes hambre: España. Si no tienes casa: España. España. España. España. Eso es lo que te dice Vox.

Gabriel Rufián

Hay una clase trabajadora que vota al PP y a Vox porque su referente es el amo, no los compañeros. Es decir, no tienen como modelo la solidaridad ni hacen grupo para defenderse del ataque y de la opresión de los de arriba, porque son precisamente su referente.

el gran wyoming

La ultra derecha ha proporcionado a personas frustradas, enfadadas, pobres -aunque se consideren «clase media» sin serlo:

  • Un ideal. Un proyecto. Algo valioso que está por encima de los individuos: la patria; España. El nuevo dios.
  • Un símbolo: la bandera.
  • Una base «sólida» y conocida sobre la que sustentarse: las tradiciones (la defensa de lo tradicional, lo de siempre). Frente a las «ocurrencias» de la izquierda que sólo quiere hacer experimentos y añadir extravagancias; o dejar que entren tradiciones extrañas, en nivel de igualdad con las tradiciones propias.
  • Una explicación a la causa de sus problemas: la existencia de una conspiración de las élites progresistas empeñadas en forzar el reemplazo de las costumbres y la eliminación de los nacionales por extranjeros que van a acabar con lo nuestro.
  • Un enemigo fácilmente identificable: los extranjeros (de otras culturas y religiones). Unos pobres, más pobres aún que ellos, que compiten por los trabajos peor pagados y con unos índices de natalidad más altos que los nacionales. Personas fácilmente identificables por su aspecto o color de piel a los que se acusa de ser los culpables de todo: de la inseguridad «real o inventada» en las calles; de la bajada de los salarios; de un gasto social que sólo ellos se llevan, quitando recursos para los autóctonos.
  • Otro enemigo, también fácilmente identificable: el Presidente del Gobierno; al que hacen responsable de todo lo que pasa, incluida la sequía o la pandemia.

La izquierda, en cambio,

  • Carece de ideal. Sus propuestas están tan diversificadas que aturden: el medio ambiente, el feminismo, la protección de los transexuales, el no a la guerra, el sí a la guerra, lo moderno, lo diverso, el no a la prostitución (o quizá no tanto), lo anti normativo, la ecología, el veganismo, el vegetarianismo, el rechazo a la gordofobia o al turismo, el trashumanismo, la bicicleta, la regularización del cannabis, el ateísmo,…
  • No sabe transmitir su proyecto porque ha dejado de crear una idea fuerte que sirva como aglutinante de sus votantes.
  • Carece de control sobre los medios de comunicación (propiedad de las grandes empresas que han descubierto su importancia) y sobre las redes sociales que, machaconamente, repiten los eslóganes de la ultra derecha construidos para resultar fáciles de aprender: «quieren acabar con España»; la culpa es de «perro xanchez»; «las paguitas para los extranjeros»; «nos roban»; «si sales a comprar el pan, te okupan la casa»; «nos están invadiendo y no hacemos nada por evitarlo»; «siempre ha habido fases de calentamiento en el planeta»;…
  • Ofrece miedo y no ilusión o esperanza: es el miedo al cambio climático, a las epidemias, a la próxima crisis económica, a la falta de combustibles, a la guerra, a las olas de calor, a la subida del nivel del mar,…
  • Sus propuestas son tremendamente incómodas porque empeoran la vida de la gente: comer menos carne; dejar de usar el coche; peatonalizar el centro de las ciudades; aceptar lo diferente; reducir el turismo; reducir el consumo; asumir la necesidad del decrecimiento; la desunión de España;…
  • Su voracidad es ilimitada, exigiendo cada vez más impuestos para hacer posible sus planes para reducir la desigualdad o para afrontar su diversidad alocada de proyectos incómodos.
  • Además, cada vez menos países están gobernados por este tipo de partidos.
  • La izquierda no es nacionalista.

«Porque toda ola reaccionaria tiene, en su raíz, la misma fórmula elemental: miedo, odio, fanatismo y un absoluto desprecio por la ciencia, por el conocimiento, por la cultura y por la verdad.»

ignacio escolar – director de eldiario.es

De lo español: españoles y enemigos de España

En politología se tiene claro que los tres motores para vencer en política son: el miedo, el rechazo y la esperanza (siendo este el más poderoso y difícil de activar pues mueve al entusiasmo por lo que se quiere alcanzar).

Del mismo modo, la simplificación es la estrategia que evita hablar sobre las tres o cuatro propuestas que forman parte de los programas de los distintos partidos. Eso es lo que está creando la derecha y la ultraderecha con el «sanchismo» y el concepto de su «España». Crear un «marco reduccionista, simplificador y binario que evite de alguna forma o que disuelva la discusión o la deliberación sobre políticas públicas concretas o sobre un proyecto de país» (Andrés Gil – ElDiario.es). Todo ello con un toque de nacionalismo, de protección de nuestro campo y de lo rural, de nuestros agricultores y ganaderos, de la tradición y de una parte de la Constitución.

Lo «español», «España», es un concepto muy emocional (como lo fue «la casta» para Podemos), un concepto que excluye cualquier forma de nacionalismo-independentismo y que convierte en «enemigo» a cualquiera que ponga en cuestión «lo español» tal y como ellos lo entienden (no aceptan otra forma de hacerlo). Y con ello consiguen el objetivo indicado arriba: crear un enfrentamiento entre buenos y malos, simplista y reduccionista (fácil de entender para todos y con una fuerte carga emocional) con el que orientan la actividad política y consiguen dejar de lado las propuestas concretas que cada partido lleva en su programa electoral. Objetivo cumplido.