Mes: abril 2024

La economía social

La economía social se presenta como una alternativa al capitalismo. Sus principios, basados en la recuperación del sentido social, ecológico y humano de la producción, chocan frontalmente con un capitalismo despiadado y salvaje que tanto adoran los defensores actuales del neoliberalismo económico.

«Es más fácil imaginar el fin del mundo que el final del capitalismo»

Fredric jameson o slavoj Ziezek

Si analizamos la situación comprenderemos que el capitalismo es un sistema económico deshumanizador, basado en la codicia y en la ley del máximo beneficio, para el que los recursos del planeta son ilimitados (aunque no lo sean), igual que su codicia. Una estructura económica basada en la ley del mercado (oferta y demanda) que se considera autosuficiente y capaz de regularse por sí mismo sin la intervención del Estado (parecen olvidar las crisis que el mismo capitalismo provoca y que, después, exigen la intervención del Estado para solucionarlas -ya sabemos: en el capitalismo los beneficios son privados y las pérdidas se socializan. Hablamos de un sistema económico que no conoce de planificación ni de sentido, sino de una visión de la sociedad regida por la ley de la selva en la que es legítimo que las empresas y los capitales más fuertes sometan (o aniquilen) a los más débiles. En suma, una concentración de la riqueza que sólo fomenta las desigualdades y los grandes focos de pobreza.

El modelo económico actual no es sostenible: su modelo de crecimiento indefinido no sólo tiene consecuencias ambientales inasumibles, sino que también provoca desigualdades inaceptables. Es, básicamente, como se ha dicho arriba, un modelo deshumanizante contra el que hay que plantear alternativas. La principal pasa por la planificación: pues no tiene sentido malgastar trabajo ni recursos en producir lo que no se necesita; ni dejar sin acceso a lo más básico a grandes grupos humanos que no tienen ni qué comer; tampoco tiene sentido no poder coto a los procesos especulativos sobre los bienes básicos: alimentación, vivienda, etc., ni frenar aquellos movimientos especulativos salvajes (pensemos en la crisis financiera de 2008, provocada por la codicia ilimitada de los bancos) que llevan inevitablemente a catástrofes económicas que, después, debemos pagar todos con años de recesión y pobreza.

Pero el problema es que todo lo que se identifica con «economía planificada» es rápidamente descalificado, burda y simplistamente por los «gurús» del neoliberalismo económico, como «comunismo». Y, desde ahí, parece que nada más se puede decir.

La Economía social es un fenómeno en auge que puede convertirse en la gran alternativa al capitalismo. En España, por ejemplo, se calcula que aporta el 10% del PIB y que da trabajo al 12% de la población. Un dato, por cierto, que los economistas con «pedigrí» utilizan para desprestigiarla, al interpretar ese exceso del 2% como un ejemplo de su falta de eficacia: «pues seguro que se puede hacer lo mismo con menos mano de obra». Claro, explotando más a las personas (pero eso no lo dicen, ni importa).

“El estigma interesado que intenta reducir la economía social a algo irrelevante o a veleidades de hippies es un prejuicio que no puede sostenerse de ninguna manera”, subraya José Luis Monzón, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia y director de la rama española del Ciriec. Y añade: “La realidad es que se trata de una parte muy importante de la economía actual, perfectamente perimetrada y reconocida por los gobiernos y las grandes instituciones internacionales, desde la UE hasta la ONU, como esencial para enfrentar los retos económicos y sociales que tenemos planteados”. [De hecho, la UE tiene un plan de acción específico para impulsar la «Economía social», lo que demuestra que la «Economía social» no tiene nada de anecdótico o marginal]

revista – el diario.es – «La economía social al rescate», pág. 8

Los principios en los que se basa la Economía social son:

  • Priorizar a las personas y a los fines sociales sobre el capital. En consecuencia, la prioridad no es el lucro.
  • Gestión autónoma, transparente, democrática y participativa. La toma de decisiones debe ser equitativa y no determinada por el capital social que cada uno aporte.
  • Ayuda mutua. La solidaridad y el apoyo entre los miembros de la entidad es visto como una fortaleza, por cuanto lo importante no es el interés propio sino el conjunto, es decir, el bien compartido.
  • Reparto de beneficios en función del fin social de la entidad y de la aportación de trabajo realizado por cada uno de sus miembros (no de su capital).
  • Creación de puestos de trabajo estables y de calidad, con una retribución justa.
  • Desarrollo local. Son entidades que se sienten implicadas en el desarrollo del lugar en el que están radicadas.
  • Sostenibilidad de la actividad que realizan. Tanto social como medioambiental. Respeto al medioambiente.
  • Compromiso de igualdad entre hombres y mujeres.
  • Conciliación del trabajo con la vida personal y familiar.
  • Fomento de la inserción laboral de aquellas personas que se encuentran en riesgo de exclusión social.
  • Independencia respecto a los poderes públicos.

La entidades que conforman la Economía social son fundamentalmente entidades que cooperan para un objetivo común sin dar prioridad al lucro. Algunos ejemplo de éstas son las:

  • Cooperativas (de trabajo asociado, de consumo, de ventas).
  • Asociaciones y fundaciones sin ánimo de lucro.
  • Sociedades laborales (en las que son los trabajadores los que controlan el capital de la empresa).
  • Mutualidades (aseguradoras sin ánimo de lucro).
  • Empresas de inserción.
  • Centros especiales de empleo de iniciativa social.
  • Cofradías de pescadores.

Aunque siempre pensamos en la pequeña cooperativa de trabajadores que se unen para llegar a fin de mes, lo cierto es que hay ejemplos de éxito de este modelo que hace creer en la viabilidad de estos proyectos. El ejemplo paradigmático en España es la Corporación Mondragón formada por un conglomerado de empresas que llegan a facturar 11.000 millones de euros al año. Del mismo modo que hay diferencia en cuanto a su tamaño, también lo hay en su compromiso con los principios arriba citados: podemos encontrarnos a entidades que buscan el cambio social y el de modelo económico y a otras que simplemente han adoptado esta estructura para sobrevivir mejor dentro del capitalismo imperante, sin ningún afán transformador o de cambio de modelo.

Algunos ejemplos significativos de «Economía social» los podemos encontrar en: la banca ética de base cooperativa (Fiare Banca Ética, Coop 57), las cooperativas de vivienda en cesión de uso, las comunidades energéticas, las cooperativas de energía renovables (Som Energia), los supermercados cooperativos, las cooperativas de coches eléctricos compartidos, de telecomunicaciones éticas,…

Orígenes históricos

El origen de esta nueva economía suele situarse en 1844 cuando un grupo de 28 obreros fundaron en Rochdale (Reino Unido) la primera cooperativa basada en los principios de un modelo democrático de empresa cuyo teórico fue Robert Owen (1771-1858), el padre del cooperativismo y uno de los grandes teóricos de la economía socialista. Lo que estos obreros crearon fue una pequeña tienda en la que uniendo sus pocos recursos conseguir comprar y vender alimentos y productos básicos a unos precios justos. Su ideal era crear un fondo con los beneficios obtenidos que les permitiera dar educación a sus hijos, así como poder trabajar en un entorno en el que se les tratara con dignidad y respeto, y en el que pudieran participar democráticamente en la toma de decisiones que afectaran a la cooperativa. El modelo de Rochdale, aunque no fue el primero ni el único se convirtió en el modelo de cooperativismo copiado por otras cooperativas tanto dentro como fuera del Reino Unido. Su cooperativismo estaba basado en siete principios («Los principios de Rochdale») que definieron como: aceptación de cualquier miembro, estructura democrática, reparto de beneficios igualitario, préstamos sin usura, neutralidad política y religiosa, venta al contado (no a crédito, por el empobrecimiento que esto suponía para la mayoría) y promoción de la educación.

Economía social y solidaria

Supone un paso más allá en la definición de la economía social al convertirla en un motor transformador de la sociedad. Su propuesta, bajo distintas formas jurídicas, tiene como principios el fomento del trabajo digno y de calidad, la equidad (incluida la justa distribución de la riqueza), la sostenibilidad ecológica, la cooperación y el compromiso con el entorno social en el que desarrolla su actividad. (Estos principios están recogidos, en España, en la «Carta de principios de la economía solidaria»).

Debemos mantenernos esperanzados porque históricamente hay iniciativas que demuestran que no todos los procesos económicos buscan el lucro y porque descubrimos, a nuestro alrededor, ejemplos de agentes e iniciativas económicas que no se rigen por el capitalismo más salvaje sino por principios distintos que nos acercan a esta economía social, e incluso solidaria.

El ejemplo lo tenemos en las cooperativas de viviendas con dos modelos o visiones distintas: la comunidad de propietarios que construyen sus viviendas bajo la fórmula de la cooperativa para obtener unos precios más bajos y revertir los posibles beneficios en los elementos comunes de la promoción (cuando las viviendas se entregan la cooperativa se disuelve); y el modelo social que convierte en propietaria a la cooperativa de las viviendas y del suelo, cediendo a sus cooperativistas el «derecho de uso» de las viviendas para que las disfruten tanto como quieran, pero sin ser propietarios de ellas: lo que significa que no las vender ni alquilar. En este caso la construcción de las viviendas se realiza alrededor y abiertas a las zonas comunes y los servicios compartidos. Son, por ejemplo, lugares donde la cooperativa ofrece servicios de atención a niños y personas mayores; lugares para celebraciones y para actividades comunes (cenas semanales comunitarias) o cualquier otro servicio (lavanderías comunitarias, por ejemplo) o actividad que sirva para «hacer comunidad». Este tipo de viviendas, al ser en algunos casos construidas en suelos dotacionales cedidos por el ayuntamiento a largo plazo por un pago anual, quedan reservadas a personas con un nivel de recursos por debajo de un tope y que no sean propietarias de otra vivienda.

En suma: «Otro mundo es posible». A pesar de que nos quieran hacer creer que sólo la codicia y el lucro sin límites, característicos del sistema económico-político del capitalismo más salvaje, constituye una característica «natural» del ser humano.

La Viena roja

A principios del siglo XX, la población vienesa afrontaba unas condiciones de vida catastróficas y alquileres a un precio excesivo. Cuando los socialdemócratas asumieron el poder municipal en
1919, se lanzaron reformas fundamentales en las áreas de vivienda y políticas sociales, al igual que en educación, sanidad y cultura. Los años siguientes se conocen como el periodo de la “Viena
Roja”. Duró hasta 1934, cuando el austrofascismo puso fin de forma violenta a este extenso proyecto reformista.
Durante el periodo de la Viena Roja, se construyeron 64.000 pisos nuevos. Vivienda pública municipal que no solo era asequible (los precios de alquiler equivalían aprox. al 7% de la renta media de una familia de clase trabajadora), sino de calidad. Todos los pisos estaban equipados con agua corriente, una cocina y un retrete, lo que supuso una enorme mejora en las condiciones de vida e higiénicas de la época. Además, todo inquilino disponía de un compartimento en el ático y en el sótano, había lavanderías en cada escalera y ‘baños por goteo’. La arquitectura de los edificios se caracterizaba por la luz y el aire, con espaciosos patios, zonas verdes y una baja densidad de edificación; un concepto
opuesto a los pisos oscuros y mal ventilados en zonas densamente pobladas, donde los trabajadores tenían que vivir por entonces. Las obras públicas en la Viena Roja se caracterizaban especialmente, además, por las instalaciones comunitarias: había bibliotecas, clubes, guarderías y talleres. Pero ¿cómo financió la ciudad aquel programa?

En 1923 Viena pasó a ser un estado federado, lo que le permitió gravar impuestos. La introducción de un impuesto al lujo, al igual que un impuesto a la vivienda, creó una base financiera para la construcción pública municipal. La referencia a este impuesto sigue brillando hoy en grandes letras rojas sobre las fachadas de los
edificios de aquella época. Además, se introdujo una fuerte protección para el inquilino, que restringía las posibilidades especulativas. Combinado con varias recalificaciones e impuestos sobre el patrimonio, esto llevó a la bajada de obras del sector privado y, por ende, a la bajada de precios del suelo.
Después del austrofascismo y el régimen nazi, Viena retomó la construcción de viviendas públicas municipales. Gobernada de nuevo por socialdemócratas (y hasta hoy), la ciudad expandió su parque de vivienda pública hasta los años 90, cuando decidió retirarse gradualmente de la nueva construcción y centrarse en la gestión de 220.000 pisos. Ahora son asociaciones inmobiliarias
con ánimo de lucro limitado las que crean las nuevas viviendas sociales.

[…]

El principio clave del sector con beneficio limitado es cubrir los costes, lo que significa que los precios del alquiler se deben calcular de acuerdo a los costes para la construcción y el mantenimiento de los edificios. En consecuencia, los precios
del alquiler bajan una vez que se han pagado los costes de la obra, lo que convierte el antiguo stock en uno de los segmentos inmobiliarios más baratos de la ciudad. Los contratos de alquiler tienen un plazo de duración abierto, exactamente igual que en la vivienda pública.

Combinado con una fuerte protección del inquilino contra su expulsión, esto consigue una alta seguridad para acceder a una vivienda y puede que sea una de las razones por la que solo un 19% de los vieneses tienen casa en propiedad. Las viviendas de precio con beneficio limitado tienen el apoyo del Ayuntamiento de Viena por dos vías: con el suelo y con la financiación. Por una parte, el
Consistorio compra suelo y se lo proporciona a los promotores para viviendas protegidas. Por otra, los subsidios para las viviendas se conceden en forma de préstamos con bajos intereses a cambio de límites al precio del alquiler y el cumplimiento de ciertos criterios de

[Cuando la iniciativa privada -en la primera década de los 2000-volvió a ver negocio en la construcción, los precios del suelo se duplicaron y la posibilidad de construir vivienda pública o de beneficio limitado dejó paso a construcciones caras y que, a veces, quedaron vacías. Para reducir este efecto, en 2018 se introdujo por ley que un tercio del suelo recalificado como edificable fuera destinado a ese tipo de construcciones más baratas, potenciando la construcción de vivienda pública].

[Pero construir vivienda pública no es garantía por sí sola, pues si no se está atento y no se establecen mecanismos de control -nos los demostró Ana Botella en el Ayuntamiento de Madrid- estas viviendas pueden desaparecer, de la noche a la mañana, vendidas con intereses espurios a fondos de inversión o a empresas con interés de lucro.]

Sarah Kumnig, (socióloga) – «Ideas desde la Viena Roja sobre vivienda» – revista eldiario.es – «la economía social, al rescate», págs. 70-71

Medios digitales tóxicos nacidos como setas

En los últimos tiempos han comenzado a surgir medios que se presentan a sí mismos como «medios de comunicación» con una serie de características compartidas:

  • Nacen de la escisión de medios clásicos de derechas.
  • Promueven la difusión de bulos y mentiras; informaciones tergiversadas o directamente inventadas.
  • Se financian de manera opaca.
  • Suelen depender de gobiernos autonómicos o municipales que los inundan con regalías de dinero público que después devuelven siendo fieles comunicadores de sus bulos y de sus argumentarios.
  • Desprecian las reglas básicas del periodismo. De hecho, no se caracterizan por su profesionalidad periodística cuando trasladan «informaciones» sin molestarse siquiera en contrastarlas.
  • Carecen de infraestructura nacional o internacional. De hecho, se centran en ser altavoces de los intereses que los mantienen.
  • Están centrados en provocar y amplificar la bronca política nacional.
  • Y, sobre todo, mienten descaradamente sobre su importancia social al falsear sin rubor su audiencia.

El fraude flagrante de algunos digitales

https://www.infolibre.es/tintalibre/fraude-flagrante-digitales_1_1754973.html

Su impacto en la sociedad no es gigantesco pero su toxicidad es real y cotidiana.

[…]

Destacan los más asentados, como El Español, del antiguo director de El Mundo Pedro J. Ramírez, y OKdiario, del tertuliano y también ex de El Mundo Eduardo Inda. Pero hay muchos más, desde el The Objective de Álvaro Nieto (el redactor jefe más breve de la historia de El País) hasta El Debate (órgano de la Asociación Católica de Propagandistas que dirige Bieito Rubido, ex director de ABC), pasando por el VozPópuli de Jesús Cacho hasta llegar a panfletos (en el peor sentido de la palabra) como Libertad Digital o EDATV, los dos controlados por antiguos periodistas de El Mundo convertidos en activistas de ultraderecha. Todos compiten en nichos de mercado muy cercanos, a la derecha de diarios tradicionales como El Mundo o ABC.

¿Cuál es el impacto real de estos digitales? ¿Debemos encender las luces de alerta ante la propagación casi diaria de bulos y de informaciones tendenciosas y tergiversadas cuando no totalmente inventadas? ¿O son herramientas políticas sin impacto potente porque sus audiencias son raquíticas fuera de círculos, principalmente madrileños, de extrema derecha? ¿Cuánto pesan? ¿Son reales las audiencias que declaran?

idafe martín, tinta libre (infolibre), abril 2024, pág. 20

Cuesta creer que las audiencias que proclaman, con millones de «usuarios únicos» sean ciertas cuando se conoce que en sitios web como «Best Web Traffic» se pueden comprar 200.000 visitantes de la web que se les indique por algo más de mil dólares. Y por menos de 10.000 € se pueden comprar dos millones de «usuarios únicos» para cualquier web.

De hecho, nos venden que El Español (con 16,8 millones) supera en «usuarios únicos» a El País o la Vanguardia y que OKdiario (13,5 millones) tiene casi los mismos que ABC (13.1 millones). Algo que, como mínimo sorprende. Sobre todo si pensamos que los niveles de audiencia declarados por diarios gigantes como Le Monde o The Guardian está en los 22 millones de «usuarios únicos».

Por ello, se ha optado por comprobar estos datos mediante distintos sistemas alternativos de cotejamiento.

Uno consiste en medir el número de seguidores de estos medios en las principales redes sociales (X, Facebook, Instagram, Youtube, Linkedin y Tiktok), y aquí sí que parece que se establecen diferencias más reales: «El País tiene 20,5 millones, El Mundo 11,8, El Español 2,3, OKdiario 1,8, Libertad Digital 1,2, The Objective 0,45, EDATV 0,4, El Debate 0,35, La Gaceta 0,34 y Vozpópuli 0,33.» (Ibid, pág. 20)

Si El País tiene casi 8,8 millones de seguidores en la red social y presumía hace un año de 17,3 millones de “usuarios únicos”, ¿es creíble que El Debate, que lleva meses peleando para llegar a 55.000 seguidores en X, ¿alegue tener más de 12 millones de “usuarios únicos”? Si The Objective ronda los 157.000 seguidores en X, ¿tiene realmente 10 millones de “usuarios únicos”?

[…] [Otro indicador lo encontramos en YouTube]

Hace casi tres meses Álvaro Nieto, director de The Objective, subió un video de casi dos minutos en el que analizaba la foto de los enviados del PSOE a Bruselas para reunirse con el expresidente catalán Carles Puigdemont. Un tema que polariza, que genera audiencias y que su diario cubrió ampliamente. La cuenta en X de su digital lo posteó. Ese video no llegaba al cierre de esta pieza a las 550 visualizaciones. El último video de Pepa Bueno, directora de El País, analizando el resultado electoral del 23J, suma más de 153.000 visualizaciones. Pepa Bueno supera los 450.000 seguidores en X mientras Álvaro Nieto no llega a 20.000. Nieto es más activo que Bueno en la red. Él tuiteó su video. Ella no.

ibid, pág. 21

Otro recurso para comprobar la validez de los datos de audiencia que publican es la revisión de las encuestas realizas por el CIS que pregunta por el medio al que los entrevistados acuden para informarse: «una cuarta parte de los encuestados respondió El País mientras que algunos de esos medios no aparecieron ni entre el 0,1% de los encuestados» (Ibid, pág. 20). El Español, que si creyéramos los datos de Pedro J. Ramírez sería el diario en español más leído del planeta (superando a El País, al argentino Clarín con 700.000 suscriptores o al mejicano Reforma), sólo era elegido en la encuesta del CIS por el 1,2% de los encuestados.

Un tercer camino para comprobar la validez de las supuestas audiencias y del impacto de un medio consiste en medir la publicidad privada que reciben (lógicamente la institucional puede tener una intencionalidad política que la hace inútil para este objetivo). «Salvo excepciones por motivos espúreos, ninguna empresa privada pagaría publicidad en un medio si supiera que su anuncio llegaría a muy poca gente. Medios como los referidos The Objective o El Debate apenas tienen publicidad. Dando por sentado que no reniegan de publicar anuncios porque algunos sí consiguen, y teniendo en cuenta que cualquiera preferiría vender baratos sus espacios publicitarios que no venderlos, la única explicación a que no tengan más publicidad es que no consiguen captarla por mucho que tiren las tarifas. O las empresas saben que sus audiencias reales son mucho menores de las que anuncian o no quieren verse relacionadas con medios cargados de bulos y defensa de postulados muy conservadores o directamente de extrema derecha«. (Ibid, pág. 21)

En suma,

su interés por todo lo que no sea la bronca política nacional es escaso o nulo, sus secciones de Internacional o no existen o son un largo surtido de cables de agencias y de todos esos medios sólo El Debate tiene corresponsalía en Bruselas. Raro es el día en que no se les desmiente alguna información. Si bien es cierto que algunos de sus redactores y directivos pasan por tertulias de radio y televisión y eso les da visibilidad, es una anomalía que esas personas tengan más seguidores en X que sus medios, periódicos cuyo impacto real en la conversación política, social, cultural y económica es residual. Mucho ruido y pocas nueces.

ibid, pág. 21

La nueva ley de medios aprobada por el Parlamento europeo va a obligar a los «medios de comunicación» a que hagan público quién los financia y qué publicidad institucional y pública reciben. En este sentido, España se sitúan en le vagón de cola de este tipo de transparencia, algo que deberá cambiar cuando se trasponga a la ley nacional la aprobada por Europa.

Una posible solución al problema planteado consiste en el establecimiento de un sello de calidad, como sucede en Noruega, que otorga una Comisión independiente que vela por que los medios certificados cumplan con una serie de estándares vinculados con la responsabilidad, la veracidad de la información y con el compromiso de hacer pública la rectificación cuando se detecte un error en los datos ofrecidos. El trabajo de esa Comisión es tramitar las quejas recibidas y hacer públicas las denuncia de aquellos medios que incumplen su compromiso, algo que les puede llevar a perder su «sello de calidad».

La emergencia de lo cualitativo

Emergencia

El salto cualitativo, es decir, la aparición de una cualidad nueva en una realidad que no la poseía ha sido, tradicionalmente, uno de los recursos utilizados para justificar la necesidad de la existencia de un dios capaz de llevar lo real a un nivel cualitativo superior de vida o de conciencia.

En otras palabras, si en el universo original sólo existían elementos inorgánicos ¿cómo es posible explicar la aparición de lo orgánico, y de ello la vida, y de la vida la conciencia, y de la conciencia la mente humana?

Los científicos hace tiempo que demostraron que es posible generar elementos químicos orgánicos a partir de los inorgánicos; de manera que la existencia de un ser superior capaz de introducir esa nueva «cualidad» en lo orgánico ya no era necesaria.

Sin embargo, ¿y si la emergencia cualitativa nace del observador, de un ser con conciencia capaz de entender aquello nuevo a lo que ha dado lugar lo existente?

Recuerda a lo que ocurre con la definición fuerte y débil de la inteligencia artificial: ¿una máquina que juega al ajedrez sabe jugar al ajedrez? Para un observador exterior su comportamiento le dice que sí, pero ¿realmente lo hace? Porque verdaderamente la máquina no tiene «conciencia» de lo que está haciendo. Como las neuronas tampoco «saben» que están llevando a cabo procesos inteligentes. Es, en suma, una nueva recurrencia de la «habitación de Searle» de la que tanto se ha hablado.

La conciencia es el resultado de la acción combinada de una serie de estructuras nerviosas que operan consumiendo energía y que desde su composición inorgánica dan lugar a la configuración de una «realidad» de la que sabemos que es un constructo de dicha conciencia. Lo real, como sea en sí mismo, -como nos enseñó Kant- escapa a nuestra comprensión. De hecho, la pérdida de actividad del sistema por un fallo de sus componentes o por una pérdida de la energía que lo alimenta hace que la conciencia desaparezca para siempre, como lo hace «su realidad» y como lo hace el «yo», eso que llamamos «identidad personal». Para los demás habremos muerto, aunque nosotros no lo sepamos.

Un pequeño grupo de empresas en la sombra se hace con el dominio del comercio agrícola mundial

https://www.infolibre.es/mediapart/pequeno-grupo-empresas-sombra-dominio-comercio-agricola-mundial_1_1762736.html

Martine Orange (Mediapart) 10 de abril de 2024

Un puñado de actores, desconocidos para el gran público, dominan el comercio agroalimentario mundial y hacen todo lo posible por ocultar los imperios que han construido a lo largo de los años así como el dominio que han conseguido sobre el mundo.  

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha contabilizado catorce grandes grupos que reinan en este sector. [Un oligopolio del que no sabemos casi nada, a veces ni siquiera su nombre]. Según sus estimaciones, sólo los cuatro primeros –Cargill, Archer Daniels Midland, Bunge y Louis Dreyfus– controlan cerca del 70% del mercado agrícola mundial

¿Podemos dejar el destino de la seguridad alimentaria mundial en manos de unas cuantas empresas que sólo velan por sus propios intereses?

La escalada de precios de los alimentos en todo el mundo, que contribuye a la inflación mundial, pero también a la escasez y el aumento de crisis alimentarias en los países más pobres, ha llevado a la institución internacional a analizar detenidamente en su último informe anual el papel desempeñado por estos gigantes del agronegocio en este periodo. Son datos abrumadores. 

Los superbeneficios de las grandes petroleras han estado en el centro de todos los debates, pero los de los gigantes del agronegocio han pasado desapercibidos. Y sin embargo han sido los otros grandes ganadores de las sucesivas crisis (el fin de la pandemia, la guerra de Ucrania, las tensiones geopolíticas) que se han desencadenado en los últimos cuatro años. 

Estas crisis han provocado una volatilidad sin precedentes en los precios de todas las materias primas agrícolas (trigo, soja, maíz, girasol, arroz, azúcar, café y cacao), que estos grandes grupos han sabido explotar de la mejor manera posible para sus intereses. En 2022, Cargill, Archer Daniels Midland, Bunge y Louis Dreyfus lograron un beneficio conjunto de más de 17.000 millones de dólares, casi el triple que en 2020. «Los beneficios totales de las nueve principales empresas de fertilizantes en los últimos cinco años han pasado de una media de unos 14.000 millones de dólares antes de la pandemia, a 28.000 millones en 2021, y luego a la increíble cifra de 49.000 millones en 2022″, añade el informe de la UNCTAD. 

En 2023 disminuyó algo la presión sobre los productos básicos agrícolas, pero el verano pasado, como señala el organismo, «el precio del trigo seguía siendo el doble que antes de la pandemia». Esto es aplicable a prácticamente todos los precios agrícolas, por no hablar de casos específicos como el cacao y el café, que actualmente están alcanzando niveles estratosféricos. Pensar que los altos precios agrícolas benefician a los productores «es ignorar el importante papel que desempeñan estos grupos internacionales del agronegocio, que controlan muchos de los eslabones de la cadena de valor mundial y en la dinámica de formación de precios en el sistema alimentario mundial», insiste la agencia de la ONU. 

No se sabe prácticamente nada de esos grupos. De los catorce más importantes identificados por la UNCTAD, «sólo ocho cotizan en bolsa y publican sus cuentas», señala el informe. Todos los demás prosperan fuera de la vista. Conjugando fronteras y gobiernos, todos ellos se mueven en la opacidad y utilizan las lagunas y porosidades del sistema para operar con total impunidad. 

Algunos empezaron como comerciantes, pero han ido ampliando su dominio hasta hacerse con el control de plantas de procesamiento, capacidades de almacenamiento y empresas de transporte. Luego se hicieron con semillas y fertilizantes para al final convertirse en gigantescos terratenientes. Ya controlan cientos de miles de hectáreas en Ucrania, Brasil, Argentina, Australia y Canadá. Es decir, en todos los grandes países agrícolas donde pueden realizar cultivos intensivos a escala industrial, incluyendo la deforestación masiva si fuera necesario. 

Pueden permitirse dictar sus condiciones a los productores locales y a los gobiernos, e influir en la forma de comer de todo el planeta. En el futuro, no dudarán en poner en peligro el abastecimiento mundial, y muchos están dispuestos a cambiar la producción de alimentos por la de agrocombustibles, que se considera mucho más rentable. 

A lo largo de décadas de fusiones y adquisiciones, «estos grupos han sido capaces de extender su influencia a lo largo de la cadena de suministro, recopilando al mismo tiempo enormes cantidades de datos de mercado. Si un puñado de empresas sigue teniendo un poder desmesurado sobre los sistemas alimentarios mundiales, cualquier política destinada a mitigar los efectos a corto plazo de la subida de los precios de los alimentos será inútil a largo plazo», advierte la UNCTAD. 

Tras los pasos de las finanzas en la sombra

En los últimos quince años se ha producido otro cambio importante que, según el informe, no ha sido suficientemente analizado: estos gigantes del agronegocio no sólo han cambiado de tamaño, sino también de naturaleza. Se han convertido en actores financieros por derecho propio: […]. 

Dado que los mercados agrícolas son caóticos por naturaleza y las leyes de la oferta y la demanda no se aplican de acuerdo con las teorías clásicas, siempre han estado estrechamente vinculados a las finanzas y la especulación. Fueron esos mercados los que primero desarrollaron e implantaron los derivados financieros, negociados en mercados extra-bursátiles (over the counter, OTC) para evitar el riesgo de las fluctuaciones de los precios a corto, medio y largo plazo. 

Pero a partir de los años 80 entraron en juego nuevos actores: los bancos y, sobre todo, una serie de actores financieros «en la sombra» (hedge funds, fondos de inversión, gestores de activos, etc.) irrumpieron en estos mercados y, aprovechando la desregulación de los mercados agrícolas, han ido desarrollando derivados financieros cada vez más sofisticados que ya no se basan en contrapartidas físicas, alimentando así la especulación. 

Desde la crisis de 2008, la situación ha cambiado aún más. Las grandes empresas de este negocio han seguido los pasos de las finanzas en la sombra, yendo mucho más allá de la cobertura de riesgos. Al tener acceso a información de mercado que otros no tenían, se impusieron rápidamente como actores clave. 

“En este contexto, los grandes grupos internacionales del sector pasaron a ocupar una posición privilegiada para fijar los precios, acceder a la financiación y participar directamente en los mercados financieros», prosigue el informe. “Eso ha permitido no sólo operaciones especulativas en plataformas organizadas, sino también un volumen creciente de transacciones entre particulares o extra-bursátiles, sobre las que la mayoría de los gobiernos de los países avanzados no tienen autoridad ni control». 

Proliferación especulativa

Los últimos años de tensiones y riesgos de escasez en los mercados agrícolas han multiplicado por diez la voracidad, impulsada por el afán de lucro. Según cifras publicadas por el Banco de Pagos Internacionales, la suma total de los derivados extra bursátiles sobre productos agrícolas, energía y metales alcanzó un pico de 886.000 millones de dólares a mediados de 2022, frente a una media de 200.000 millones antes de 2020. El valor teórico de estos contratos representaba entonces más de 2 billones de dólares. 

La magnitud de esas sumas ilustra el poder desestabilizador de las finanzas en estos mercados esenciales. Todos se han embolsado miles de millones en superbeneficios a costa de las poblaciones del mundo. Un estudio reciente de Société Générale muestra que el grupo de los diez principales fondos «dinámicos» obtuvo un beneficio de 1.900 millones de dólares en contratos de trigo, maíz y soja al comienzo de la guerra en Ucrania, cuando los precios de las materias primas agrícolas estaban por las nubes, después de haber perdido dinero en los mismos contratos en periodos anteriores. 

¿Hasta qué punto los grandes grupos que controlan el comercio agrícola mundial han utilizado su enorme poder de mercado para impulsar la especulación y aumentar sus beneficios? La UNCTAD es incapaz de decirlo. La opacidad que reina en estos mercados, la falta de datos fiables y la ausencia de regulación y control hacen imposible tener una visión precisa de lo que está ocurriendo

[…]

El fracaso de la regulación

[…] Hasta ahora han fracasado todos los intentos de arrojar luz sobre estos mercados y reforzar la regulación. La regulación sigue siendo poco sistemática, polifacética y a menudo cambia de un país a otro.  

Durante la crisis financiera de 2008, los legisladores se cuidaron de no tocar los mercados de materias primas y las finanzas en la sombra, por considerar que sólo representaban riesgos secundarios. Tampoco se hizo nada para conciliar las actividades de los mercados de materias primas y las de los mercados financieros, pues los reguladores consideraban que eran dos mundos separados

Las actividades de los grandes grupos del sector demuestran ahora que estas dos esferas están ahora intrínsecamente vinculadas, ya que las operaciones financieras apoyan –a menudo con vistas a maximizar los beneficios– el comercio agrícola. «Los beneficios no se limitan a un sector concreto, sino que son específicos de determinadas empresas. […] 

La UNCTAD cree que ya es hora de reconocer la insuficiencia de la normativa actual, dados los riesgos subyacentes que amenazan tanto la seguridad alimentaria mundial como la estabilidad del mundo financiero. El organismo propone pues una serie de ámbitos de reforma, algunos referidos a la transparencia, limitación y control de los instrumentos financieros, y a la introducción de una regulación global; otros implican reforzar la aplicación de las leyes antitrust: el comercio mundial de alimentos no puede dejarse en manos de un oligopolio que actúe en su propio interés.

La importancia de la privacidad

La privacidad nos protege de potenciales abusos de poder [de gobiernos, empresas o personas malintencionadas].

[…]

Las tecnológicas nos han intentado convencer de que la privacidad es algo del pasado, de que ya no importa. Pero poco a poco, por desgracia a través de malas experiencias, volvemos a aprender su importancia.

Carissa Véliz, El diario.es – El rincón de pensar, abril 2024

Sucede con la privacidad algo parecido a lo que ocurre con la libertad de expresión, todo aquel que se considera «buen ciudadano» o, simplemente «irrelevante», entiende que la cuestión no va con él. Pues, ¿qué importancia tiene la libertad de expresión si yo no tengo nada que decir? En otras palabras, ¿por qué proteger mi privacidad si no tengo nada que ocultar, si no he cometido ningún delito, ni soy una amenaza o sospechoso de nada?

Es la estrategia de los sistemas totalitarios: poder acceder a toda la información posible que les permita actuar y controlar a los individuos. Lo mismo ocurre con las grandes empresas tecnológicas para cuyo negocio es tremendamente rentable poder recolectar y procesar sin límites toda la información posible de cada persona: conocer sus ideas políticas, sus creencias, sus gustos y aficiones; en suma, todo aquello que los haga potenciales clientes de sus anunciantes, o, por el contrario, poco recomendable como clientes para la empresa que compra la información procesada. Estamos ante casos en los que el conocimiento de información privada determina la posibilidad de acceder a un crédito, solicitar un seguro, acceder a un puesto de trabajo o cualquier otra circunstancia. (Recordemos que, ahora, por ejemplo, los equipos de recursos humanos de las empresas de selección de personal investigan a los aspirantes y determinan su idoneidad o no para el puesto por las actividades, comentarios o ideas que éstos muestran alegremente en las redes sociales -con acceso universal- en las que vuelcan sus vidas a lo largo de años).

Si la privacidad fuera considerada un bien valioso, que todo ciudadano debe preservar, nada de esto sería posible: cómo podrían enviarte noticias, vídeos o bulos directamente dirigidos a ti para ratificarte en tus prejuicios u opiniones; cómo podrían hacerte ratificarte en el partido al que desean que votes, cambiarlo por otro -si les pagan por ello-, o, simplemente descorazonarte para que no vayas a votar, si es lo mejor para sus intereses, si no lo supieran todo de ti porque tú mismo se lo ofreces alegremente. Del mismo modo, cómo podrían venderte productos específicamente «pensados para ti»; cómo podrían fragmentar la publicidad de las empresas a las que les prometen que sus campañas no van a ser genéricas -con el gasto inútil que esto supone- sino que irán dirigidas a potenciales clientes perfectamente seleccionados. Porque sé si lees o no, qué lees, si estás informado, dónde te informas, qué te preocupa, qué opiniones defiendes y cuáles rechazas, si tienes amistades, si buscas drogas o sexo, si estás enfermo, si viajas o no, si quieres un coche nuevo, o si eres receptivo al machismo, a la xenofobia o al racismo. Te he vendido millones de alarmas en un país con unos niveles de criminalidad bajos creándote un miedo artificial a la ocupación de viviendas que no se corresponde con la realidad. Recuerda lo que te han dicho mil veces en las redes: «puedes bajar a comprar el pan y encontrarte tu casa ocupada». Si puedo hacer esto, ¿no podré cambiar tu opinión sobre el aumento del gasto militar o la posibilidad de una guerra? ¿No voy a poder venderte cualquier cosa o cambiar tu perspectiva sobre la inmigración, la sanidad pública, o la legitimidad de un gobierno democrático, o sobre la propia existencia de la democracia como un pésimo sistema político,…? Lo lamento, pero tienen claro que están ante personas sin capacidad crítica y fácilmente influenciables, porque saben qué «tecla» tocar en cada caso. Podríamos decir -o así lo creen- que nos conocen mejor que nosotros mismos.

La interpretación de la privacidad como algo negativo siempre tiene intereses detrás, intereses a veces económicos, a veces de género: ha sido un arma, por ejemplo, para controlar a las mujeres; también ha sido un arma usada por la religión para controlar a los creyentes. Y las tecnológicas lo han usado como un arma para hacer lo que quieren con los datos personales y controlar a los usuarios y a los ciudadanos.

Ibid

La voracidad de las redes sociales

Las redes sociales han decidido que su estrategia pasa por que sus usuarios pasen el mayor tiempo posible dentro de ellas. Para conseguirlo han empleado mecanismos psicológicos conocidos que permitan atraer la atención de manera continuada, durante largos periodos de tiempo, a los que se acompaña de premios o refuerzos que causan una sensación de dependencia parecida a la de un «síndrome de abstinencia». Pensemos en algunos de estos mecanismos: la recompensa (refuerzo) de los «likes»; el «scroll» infinito que transmite la sensación de una tarea inacabada que nunca se completa, o la activación automática de los vídeos (sin la intervención del usuario). Las redes han cambiado, ya no hay una relación de intercambio entre usuarios, como lo era en un principio, ahora es una muestra interminable en la que la persona es constantemente bombardeada con imágenes y vídeos. Todo cargado de publicidad. Una publicidad que, ahora, se puede ir modificando según la reacción de los potenciales clientes. No es como antes. Tradicionalmente, una empresa de publicidad planificaba una campaña, la probaba en un piloto y luego la lanzaba al mundo. Ahora están personalizadas de manera automática: la muestras sólo a quienes el algoritmo te selecciona y la modificas, sobre la marcha -en tiempo real-, si no alcanza el impacto previsto.

La cuestión es que estés «dentro de la red» el máximo tiempo posible y, para ello, las redes sociales, en su deseo voraz e inagotable de cada vez más beneficios, han decidido poner en marcha una nueva estrategia que es la de ofrecerte todo un ecosistema completo, sin salir de ella. Redes tan «sosas» como Linkedin, centrada en la búsqueda de empleo ha pensado que debe abrirse al intercambio de mensajes entre sus usuarios, los vídeos y las videoconferencias (X, por su parte, ha introducido hace muy poco un sistema de búsqueda de empleo dentro de su propia red). Del mismo modo, todas buscan convertirse en bancos digitales, permitiendo las compras y los pagos entre sus usuarios a partir de sistemas propios o de terceros integrados en su sistema para que no tengas que desconectarte y pasarte a otra aplicación. Un debilitamiento más de la privacidad, pues estarás ofreciendo a la empresa conocimientos sobre tu capacidad económica o sobre tu red de relaciones con otros usuarios.

Las redes sociales empujan a una exposición pública constante. Esa exposición es la que hace que los algoritmos decidan quién no es adecuado para un determinado puesto de trabajo, o los que le indican a los bancos quién merece un préstamo, quién un seguro, o, para los servicios de seguridad, quién es un potencial terrorista.

«No puedes negociar los términos y condiciones de las plataformas o los algoritmos». Te los encuentras ya hechos y has de aceptarlos si quieres utilizar el sistema sin saber qué datos se recolectan ni qué hacen con ellos. Nos son impuestos, de ahí la importancia de una leyes que salvaguarden nuestros derechos y que prohíban el uso de nuestra privacidad para fines ilegítimos. Las recolecciones de datos personales o sensibles deben estar prohibidas por ley porque no sabemos el uso que se va a hacer de ellas ni en qué manos van a caer.

[Los sistemas totalitarios son partidarios de la vigilancia completa de sus ciudadanos y, por tanto, del desprecio de su privacidad, los democráticos no lo son tanto, sin embargo,]

Los datos personales son muy sensibles, son muy difíciles de mantener seguros y es muy fácil abusar de ellos. Cuando tienes una arquitectura de vigilancia, si te basas en la intención y tienes un buen gobierno, puedes dejar que llenemos las calles de cámaras y las habitaciones de micrófonos. Pero el problema es que esa estructura de vigilancia luego la va a heredar otro gobierno. Y si ese gobierno tiene peores intenciones, ya dan igual las intenciones originales.

[…]

Ese problema lo vemos mucho a lo largo de la historia, por ejemplo en Hong Kong. Es un ejemplo de una sociedad bastante puntera en tecnología y que tenía a China continental más o menos a distancia. Cuando China continental aprieta ya es muy tarde, porque la estructura de la vigilancia ya está ahí. Entonces ves a la gente tratando de tirar las cámaras en la calle o de comprar billetes para el metro con efectivo cuando prácticamente todas las transacciones son digitales. Por eso es un error concentrarse en la intención.

[…]

El ejemplo más preocupante de la relación entre autoritarismo y vigilancia en este momento evidentemente es China. En parte porque está más avanzado en tecnología que otros países y es un sitio donde se ve muy claramente cómo la vigilancia se utiliza para el control. Primero con excusas, con cuestiones como la delincuencia o la pandemia, pero al final termina con un sistema de crédito social en el que se vigila no solamente que cumplas la ley, sino que además seas buen vecino… y no se trata sólo de que cumplas la ley en las cuestiones más importantes como pagar impuestos o no agredir a nadie: por una pequeña infracción, por ejemplo, fumar dentro de un tren, te pueden poner en la lista negra y ya no puedes viajar en tren, no puedes viajar en avión, no puedes quedarte en hoteles de cinco estrellas. Una de las características de las sociedades totalitarias es que cualquier infracción te afecta al resto de la vida.

ibid

Recordemos que en el genocidio de Gaza un sistema de inteligencia artificial ha sido utilizado para determinar qué lugares potenciales podrían servir de escondite a miembros de Hamas; información que el ejército de Israel ha utilizado para destruir edificios enteros aunque ello supusiera la muerte de decenas o centenares de civiles inocentes.

Nos hemos encontrado ya con varios casos de extorsión a pacientes de clínicas que pierden información y luego los delincuentes utilizan la información para extorsionarlos.

Nos vigilan

Vivimos, con las redes sociales, en un estado de constante vigilancia.

Estamos traduciendo el mundo de las cosas al mundo de los unos y los ceros, que hace que todo sea registrable y buscable, tangible y rastreable.

Bernat Castany Prado – «Felicidad de mínimos. Filosofía y salud mental»

Hemos patologizado la vida. Cualquier contratiempo, cualquier problema existencial, moral o político lo hemos convertido en una enfermedad, y así nos convencemos de que tiene una fácil solución fácil y automática mediante un medicamento. Ni siquiera cuando recurrimos a terapias para afrontar los problemas estamos dispuestos a que nos digan que lo que nos ocurre se debe a una serie de hábitos que debemos cambiar , ni estamos dispuestos a razonar nuestra situación y modificar todo aquello que nos revele nuestro análisis. Hemos olvidado que, a veces, simplemente debemos aceptar el carácter problemático de la vida y de las situaciones a las que nos enfrentamos. Recuerda a la actitud de aquel psiquiatra que decía lastimeramente: «¡a mí no me cuente su vida!; que yo soy pastillero». Así que no me aburra, no me haga pensar, no me obligue a cambiar, no me diga que debo aceptar lo que me sucede: ¡deme una pastilla ya!.

Enrique Jardiel Poncela decía que «la medicina es el arte de acompañar al enfermo hasta la tumba consolándolo con palabras griegas». Esta broma, más propia de un tiempo pasado no mejor, en el que la medicina dejaba al enfermo, en el mejor de los casos, tal y como estaba, ha recobrado cierta actualidad en el ámbito de la psicología y la psiquiatría. Lo cual no es culpa suya, sino del nuevo paradigma de la «salud mental», que les está obligando a tratar, como si fuesen meras enfermedades, lo que en muchas ocasiones son sobre todo problemas existenciales, morales o políticos, que piden (a gritos) otro tipo de enfoque.
[…]
Primero, este nuevo enfoque ha acabado dando lugar a una especie de inflación patologizante, Pues identificar, de un lado, «la salud mental» con la «felicidad», y, del otro, «la felicidad» con la ausencia de toda insatisfacción o tristeza, nos ha condenado a sentirnos permanentemente enfermos, en lugar de razonablemente infelices. […] Pues a nosotros nos falta poco para que sea una excepción llorar de tristeza natural. El problema de fondo -esto es, filosófico- es que el enfoque patologizante concibe el cambio, la imperfección y la finitud como virus o bacterias que podemos destruir; y la tristeza, el miedo y la frustración que suelen provocarnos, como síntomas que debemos eliminar. Cuando son rasgos estructurales de la realidad, y de la vida. […] Es célebre la metáfora kantiana de la paloma que, al notar la resistencia del aire en sus alas, pensó que en el vacío volaría mejor, cuando en el vacío es imposible volar, porque la resistencia del aire es a la vez límite y condición de posibilidad. Por eso, para Goethe, lo romántico, que odia el límite, es «lo enfermo», y lo clásico, que intenta amarlo, es «lo sano».
[…]
Segundo, la idea misma de que la salud/felicidad es la ausencia de toda tristeza o insatisfacción tiende a provocarnos una cierta hipocondría psicológica, que hace que muchos de nosotros no suframos tanto por estar tristes o ansiosos, como no sentirnos lo suficientemente felices y satisfechos. Nos hemos vuelto como aquel hombre que despertó a su mujer porque se había olvidado de tomar las pastillas para dormir.

Revista tinta libre, marzo 2024, pág. 14

«¡A la psicología, lo que es de la psicología, y a la filosofía, lo que es de la filosofía!»

La filosofía (abandonada socialmente durante tanto tiempo) recupera, en este momento, su utilidad esencial como diálogo sobre la estrategia, es decir, sobre los objetivos de la vida personal y social, y sobre los medios para alcanzarlos.

Como en cualquier otro momento de la historia, estamos ante una situación que requiere análisis y discusión racional. La diferencia con los anteriores puede estribar en la necesidad de desenmascaramiento de su verdadero carácter. Pues estamos errando el enfoque: una comprensión profunda de los problemas que se nos presentan como personales (psicológicos-individuales) puede desvelarnos que, en realidad, son éticos y políticos (dentro del ámbito de lo social y de lo colectivo -tan denostado últimamente).

Como explica Naomi Klein, el poder económico y el capitalismo tecnológico están interesados en reducir la vida y la política a una simple reacción constante a una sucesión de emergencias o «crisis existenciales, económicas, sociales o ecológicas, con el objetivo de que no podamos pensar ni organizarnos«. La idea, como señalan Edgar Cabanas y Eva Illouz es «despolitizar el malestar que nos provoca la precariedad o la alienación» para evitar que los individuos se rebelen contra una situación de absoluta injusticia.

La epidemia de la psicopatología

Parece como si debiéramos instalarnos en una especie de masoquismo psicológico en el que no debemos ver cuan moderadamente felices somos sino castigarnos por no sentirnos lo suficientemente felices y satisfechos, situados en un máximo siempre inalcanzable e irreal. Es como aquel hombre que despertó a su mujer porque no se había tomado las pastillas para dormir. Estamos tan obsesionados y hemos perdido la brújula de tal manera que nuestra actitud colabora con el problema en lugar de poner de su parte para solucionarlo.

El sistema de salud mental está sobrecargado porque se han considerado como problemas propios lo que no son sino problemas sociales, éticos y políticos. Cuando los profesionales de la salud han comenzado a comprender esta situación es cuando han empezado a distinguir entre lo que son verdaderas patologías, de aquello que requiere un enfoque más filosófico (ético-político) que terapéutico. Un enfoque que, para el paciente, en el fondo, resulta emancipador.

En este sentido la filosofía (no al académica, ni la malentendida «filosofía de autoayuda» que ni es filosofía ni ha ayudado nunca a nadie -como señala el autor-) puede «cumplir una función importante en el bienestar de las personas» al aportar un nuevo enfoque. Hablamos de la filosofía entendida como «práxis», es decir, como filosofía práctica ocupada por ayudar a la persona (y al grupo social) a determinar los fines y las reglas existenciales para la vida. Un proyecto existencial en el que se respete la idiosincrasia de lo real, recogiendo la variabilidad, la finitud, la imprecisión, las exigencias, los miedos y las tentaciones como elementos esenciales de la vida.

La filosofía es un intento de resistir a las sirenas (griegas) del idealismo, que entendemos aquí como una fantasía compensatoria de corte nihilista. Frente a los rasgos constitutivos de lo vivo, como son el cambio, al imperfección o la impureza, sueña con otro mundo, teológico o metafísico, que posee los rasgos constitutivos de lo muerto, coo son la estabilidad, la perfección o la pureza. Cuando un psicólogo como Peter Gray afirma que la actual «epidemia de psicopatología» en niños y adolescentes está relacionada con la reducción gradual del nivel de independencia de los jóvenes, tenemos que ser capaces de ver que detrás de esa ansiosa hiperprotección, esté el miedo idealista hacia la realidad, que sólo podemos comprender y combatir gracias a la filosofía.»

ibid, pág. 17

«Hay que repolitizar nuestro malestar». Olvidémonos de la autoayuda que convierte todos los problemas en problemas individuales que el sujeto debe solucionar por sí mismo: «privatizando nuestro malestar» y descontextualizándolo de sus «circunstancias materiales colectivas». Mark Fisher la describe como una «hedonía depresiva» en la que «nuestras sensaciones de asco y vergüenza tienen un profundo significado político» (Martha Nussbaum).

Descubramos hasta qué punto estamos alienados e instrumentalizados por un sistema político-económico absolutamente deshumanizante.

Decía Chesterton que «demasiado capitalismo no quiere decir muchos capitalistas, sino muy pocos capitalistas». Y es posible que una sociedad mentalmente sana no quiera decir muchas personas «felices» (al menos no en el sentido que la happycracias nos inflige), sino muchas personas capaces de lidiar con las infelicidades constitutivas de la vida (lo cual es toda la felicidad a la que podemos aspirar). Debemos resistir, pues, la tentación de concebir la vida como una enfermedad. Para ello debemos aprender a distinguir entre aquello que puede ser tratado mediante la práctica filosófico-literaria, y que debería impregnar la educación, la sociabilidad y la política, y aquello que excede sus competencias, y necesita de ayuda psicológica y psiquiátrica. La frontera no es clara, porque nada lo es. Y no pasa nada.

[…] la filosofía de este artículo es imperfecta [como lo es cualquier filosofía honesta,…] pero es tan sabia,…

Ibid, pág. 17