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¿Cómo transformar la ira y el descontento en votos?

  • La ira de los votantes hay que explotarla.
  • La ira es contagiosa, es viral.
  • Asistimos a la cultura del chivo expiatorio.
  • De la ira nace el deseo del caos: la impotencia convertida en cólera lleva al deseo de acabar con todo.
  • Para solucionar el caos resulta muy fácil proponer la figura de un nuevo César que no dudará en potenciar el miedo como arma política. Pensemos en Berlusconi y en su continuación: Donald Trump. Ambos representan al hombre triunfador, rico (lo que demuestra su éxito) que no se acerca a la política para enriquecerse (no lo necesita), lo que le da cierta tranquilidad (a la vez que envidia) a sus votantes. Personajes con carisma, inmorales, infieles e incluso condenados penalmente. Curiosamente, ambos se encuentran volcados en la política para escapar de los casos judiciales muy graves que hay contra ellos.
  • Sus valores son: el autoritarismo, el nacionalismo (con el consiguiente rechazo hacia los extranjeros), el rechazo a los valores democráticos, la deshumanización del adversario, el masculinismo,… (todos ellos muy próximos al fascismo).
  • Denuncian el colapso de nuestra civilización, algo que ellos se proponen evitar. De ahí que el problema, aunque sea nacional, sea, para ellos, mucho más amplio y preocupante.
  • En el fondo, todo está causado por una profunda crisis del sistema. La pérdida de nivel económico de una mayoría que se considera nativa y que se atribuye la propiedad del país. Este empobrecimiento es el que lo desencadena todo: dificultades para acceder a la vivienda, a la sanidad, a la educación, al trabajo, al nivel de vida que consideran les corresponde (de hecho, ven cómo este es peor que el de sus padres y eso es suficiente para descargar su rabia). Esta pérdida económica se identifica con una pérdida cultural provocada por la entrada de nuevas costumbres traídas por grupos sociales extranjeros (a los que vinculan con la criminalidad y a los que califican de indeseables). De ahí ese hooliganismo político que reivindica la identidad cultural y política del país.
  • Nacionalismo. Nacionalismo-populista.
  • Como decía Gabriel Rufián (ERC): si no tienes trabajo, ¡España!; si no puedes pagarte una casa, ¡España!; si no puedes llegar a fin de mes, ¡España!; si las cosas no te van bien, ¡España!. Esa es la única receta y el único discurso político que ofrece la ultraderecha española.
  • Es fomentar la desconfianza hacia el sistema político del estado social y democrático de derecho, al que se le considera corrupto. Los gobiernos existentes se califican de ilegítimos: ocurre en España; en el caso de EE.UU. los seguidores de Trump siguen repitiendo, sin pruebas, que las elecciones no las ganó Biden. ¿Por qué no acabar con un sistema así? – La respuesta es la puesta en marcha de una Guerra civil fría. Decía Aznar: el que pueda hacer, que haga. Seas ciudadano de a pié, político, juez o militar.
  • La rabia no quiere a candidatos preparados, moderados o intelectuales, quiere caos y motosierra (como en la Argentina de Milei).
  • En otras palabras: reflejos defensivos en tiempos de crisis; pero extremadamente preocupantes.

¿No hay propuestas políticas constructivas que puedan competir con esta política antidemocrática del caos?