ICÍAR GUTIÉRREZ – Los votantes que propulsan a la ultraderecha en Alemania: “Todo es una mierda”
AfD llega desinhibida a estas elecciones, envalentonada tras sus buenos resultados en las elecciones europeas y regionales del año pasado. Respaldada por Elon Musk y favorable a Rusia, aboga por salir del euro y defiende la familia tradicional, un concepto que choca de frente con la vida personal de su candidata Weidel, que mantiene una relación con una mujer originaria de Sri Lanka con la que cría a dos menores en Suiza.
Unamos a todo esto su revisionismo del Holocausto y su culpabilización a los avances sociales, referentes del estado del bienestar, como causantes de la mala situación económica que vive el país.
La base de votantes de AfD se encuentra básicamente en el este de Alemania y tiene que ver con una reunificación que se llevó a cabo bajo la condiciones de la Alemania del oeste, sin que la división entre este y oeste haya desaparecido. De hecho, continúa existiendo una brecha salarial y de desarrollo entre ambas partes de Alemania, lo que produjo una migración -no deseada- del este al oeste de personas que, ahora, expresan así su malestar.
La mala situación económica de Alemania, en recesión desde hace dos años, y la falta de expectativas de futuro hace que muchos sientan que la vida es cada vez más cara, que sus trabajos peligran y que su futuro no está claro.
La descarbonización y la apuesta de Merkel por el gas ruso han sido dos factores importantes en ese desencanto. Dejar el carbón ha arruinado a zonas del país que vivían de las minas de carbón y de la generación eléctrica mediante centrales térmicas. El apoyo a Ucrania y la decisión de EE.UU. de castigar a Rusia hizo que dos de los gaseoductos proyectados se quedaran sin uso: concretamente el Nord Stream 2 -construido en contra de la voluntad de EE.UU.- no llegó siquiera a funcionar porque fue destruido por una explosión intencionada de no se sabe bien qué servicio secreto si el del Gran Bretaña, el ucraniano o quién sabe si por el estadounidense. Lo cierto es que EE.UU. no estaba dispuesto a que Alemania se aproximara a Rusia y a su gas barato. Como consecuencia, el precio de la energía y de toda la producción alemana se ha visto seriamente afectada, con unos precios en constante alza y una crisis inflacionaria que ha afectado a la población.
El ascenso de AfD se explica pues, por:
- Una mala situación económica.
- Una falta de expectativas de futuro.
- La constatación de que las políticas de los partidos tradicionales no sirven.
- La consideración de que todo va mal y de que el Estado no funciona.
- La creencia en que el sistema democrático es incapaz de solucionar los problemas de los ciudadanos.
En consecuencia, los ciudadanos consideran que hay que buscar «alternativas» y, para ello:
- hay que determinar a los causantes (reales o no) de los problemas, y
- plantear soluciones rápidas, efectivas y definitivas (nada de complejas, razonadas, consensuadas o a medio plazo).
En este contexto aparecen los inmigrantes y se convierten en el foco de todos los problemas. Sobre generalizaciones injustas a partir de casos aislados se estigmatiza a los inmigrantes y, frente a ellos, se propone la defensa de los nativos y de la cultura alemana amenazadas por la llegada de tanto extranjero con nuevas creencias y costumbres.
El nativo alemán se siente maltratado porque él debe conseguir todo aquello que los no-alemanes reciben, sin esfuerzo, del Estado. Se dice que:
- reciben atención sanitaria antes que los nativos, cuando son estos los que pagan dicha asistencia,
- les dan casa o un lugar donde vivir,
- les alimentan,
- van en bicicletas eléctricas que el Estado les ha proporcionado,…
Y los votantes de AfD lo tienen claro: el sistema no funciona y hay que acabar con él: «hay que empezar de cero». Porque la gente trabajadora está maltratada. Y porque la ira y el miedo que sienten, AfD lo combina con el orgullo de Alemania y de ser alemán. Más aún, sus votantes comparten un sentimiento de superioridad -frente al resto de los votantes- que les aporta «saber realmente» lo que pasa frente a quienes se dedican, desde hace tiempo, a ocultarlo.
En el fondo, asistimos a un discurso que podemos extrapolar al resto de países europeos para entender el auge de la extrema derecha en todos ellos.
¡Como no hagamos algo…!
Como señala Paulina Frölich, directora general adjunta del think tank berlinés Das Progressive Zentrum:
“Desde hace al menos 10 años no hemos encontrado aún ninguna estrategia eficaz entre los demócratas moderados para reducirlos, para eliminarlos” [..]. “Me preocupa que los demócratas se pongan nerviosos y prueben cosas antidemocráticas en el nombre de la democracia para detenerlos. No hay indicios de que estrategias como las de Merz y Sarah Wagenknecht funcionen. Deberíamos centrarnos en una cooperación real, hablando de reformas profundas dentro del espectro democrático y dejando fuera a la extrema derecha”.
Decía Mayor Zaragoza que cuando falla la democracia lo hay que hacer no es menos democracia sino más democracia.
Deja una respuesta