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El catastrofismo como mecanismo de defensa

https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/catastrofismo-climatico-lujo-no-permitir_129_10413162.html

Resulta demasiado inquietante vivir con la idea de un futuro impredecible, de ahí que se opte, con facilidad, por el derrotismo. Suponer la derrota inevitable otorga una sensación de seguridad (de predictibilidad) y, al mismo tiempo, de larvado optimismo; pues si me equivoco, todo con lo que me encuentre será algo mejor.

En la lucha contra el cambio climático, mucha gente parece buscar más pruebas de que estamos derrotados que de que podemos ganar […]

Es una rendición por anticipado que incita a otros a hacer lo mismo. Cuando se anuncia que el resultado está cantado y que ya hemos perdido, nos quitan la motivación para participar. Y por supuesto, no hacer nada significa conformarse con el peor resultado de todos. […]

No sé por qué tanta gente parece entregada a sembrar el desánimo, pero tal vez sea por una confusión entre hechos y sentimientos. Siempre digo que respeto la desesperación como emoción, pero no como análisis. […]

Los sentimientos se merecen todo el respeto como sentimientos, pero como fuente de información solo hablan de ti.

[…] es lo que Antonio Gramsci quería decir con su célebre frase “pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad”.

Rebecca Solnit, The Guardian

¿Es posible la reacción de la izquierda?

¿De dónde vienen estos «lodos»?

Es difícil saber cuándo empezó a formarse la ola que ahora moja nuestros pies y ha llenado de fango la cocina. El viento y las corrientes la moldean en alta mar y ella, testaruda e incierta, se abre paso ya por gran parte de Europa.

jairo vargas – revista público – «la izquierda ante una nueva época», pág. 3

Polonia, Hungría, Italia y Finlandia ya cuentan con la extrema derecha en sus gobiernos con el apoyo de otras fuerzas política o en solitario. En Francia, Grecia, Portugal o España su avance es más que notable. ¿Dónde están las cocinas de «alta mar»? Esos lugares en los que se perfilan estrategias y técnicas cada vez más depuradas, sofisticadas y precisas ¿Cómo no nos hemos dado cuenta de algo que ahora parece imparable? Una pérdida de los social y de lo común frente a un individualismo sin sentido. Un retroceso en el reconocimiento del Estado de derecho y de la diversidad y tolerancia como elementos básicos de cualquier estado moderno.

“El miedo que genera la derecha radical no es tanto el de perder unas elecciones en democracia, sino el de perder la democracia en unas elecciones”

jorge tamames, ibid, pág, 36

“Los problemas políticos y económicos actuales resultan cada vez más incomprensibles para el ciudadano medio: globalización, desindustrialización, crisis climática, migratoria y energética que amenazan modos de vida”. […]

Ante estos problemas, resume, la única propuesta de la ultraderecha es negarlos, y para millones de votantes parece la solución más cómoda. Solo hay que oponerse a todo, destruir consensos, incluso los científicos. Ridiculizarlos bajo la etiqueta de “progre”. Fabricar un enemigo, o varios, siempre lejanos, siempre de otra pasta. Edulcorar un supuesto pasado mejor, regresar a valores culturales tradicionales y poner la nación por encima de sus propios habitantes. Ha sido la receta de la extrema derecha, desde Donald Trump en EEUU a Jair Bolsonaro en Brasil, pasando por el triunfo del brexit en Reino Unido.

nere basabe, ibid. pág. 3-4

La izquierda, que simplifica menos y trata de analizar las fuerzas en concurso, no es capaz de proporcionar un enemigo tangible. La derecha acusa a los inmigrantes, a las feministas y al lobby homosexual. Eso es fácil de entender. Frente al desconcierto semántico, insiste en llamar “las cosas por su nombre”: hombre es hombre, mujer es mujer, España es España. Frente a esas respuestas sencillas y ancestrales todo es ideología: ideología de género, ideología de los derechos humanos”, apunta Alba Rico.

alba rico, ibid. pág. 4

La ola reaccionaria avanza sin que haya razones objetivas. La economía crece tras una dura pandemia, el desempleo marca mínimos históricos, la inflación está entre las más bajas de Europa, igual que el precio de la energía. Frente a los recortes sociales de la anterior crisis, de la que bebió el primer auge ultra en Europa, la respuesta a esta ha sido más gasto público. “El problema es que la derecha y la ultraderecha están siendo capaces de imponer sus marcos. Si hay un problema de acceso a la vivienda, ellos hablan de okupas; si faltan servicios públicos, ellos culpan a los migrantes. No quieren hablar de política o de economía, se centran más en la emoción que en la gestión. Es un rasgo propio del populismo”.

nere basabe, ibid. pág. 5

El punto de inflexión se produce en España con la irrupción de Podemos y de su fuerza, capaz de entrar en un gobierno, aunque después lo fuera de coalición y con menos fuerza de la prevista al principio. Aquí nació una confabulación de los poderes del Estado que vieron peligrar sus privilegios, poniendo en marcha a los medios de comunicación y a las «cloacas del Estado» para acabar con ellos, creando una polarización política y social que atraviesa España, y el consiguiente debilitamiento de una izquierda cada vez menos movilizada.

Pero las olas siempre son efímeras. Tarde o temprano se acaban retirando. Quizás el riesgo de esta mar picada no es tanto la fuerza o la altura del manto de agua revuelta. Lo preocupante es el sedimento, el poso de fango que deje en la orilla y los muebles que no se salven del salitre y la humedad.

jairo vargas – revista público – «la izquierda ante una nueva época», pág. 5

La crisis del neoliberalismo

El capitalismo vuelve a estar en crisis. Lo está en esa forma política que es el neoliberalismo. Y, como en ocasiones anteriores, se pone a prueba, de nuevo, sus asombrosa capacidad de adaptación.

Las recetas neoliberales comenzaron a aplicarse en los años 70: una furiosa apelación anti-Estado y pro-mercado, con propuestas de privatizaciones masivas, bajadas de impuestos y desregulación en todos los ámbitos, incluido el laboral. Estas propuestas asumidas por la derecha y ultra derecha actuales se han demostrado contraproducentes y han demostrado que realmente «no es que quieran reducir el Estado, pues lo que pretenden es que sirva solo a los intereses de los agentes que dominan el mercado.» (Marga Ferré, Copresidenta de Transform Europe, Ibid, pág. 32)

Sus propuestas de austeridad draconiana nacen de un análisis ridículo. Las reglas fiscales del límite del 3% de déficit público fue una ocurrencia de Guy Abeille, asesor de Mitterrand, al que ese número le pareció una bonita cifra sin ningún tipo de análisis: “Esta cifra del 3% la imaginamos en menos de una hora, nació en la esquina de la mesa, sin ninguna reflexión teórica”. Así lo confensó a Le Parisien. La del límite de deuda pública del 60% se calculó a partir de la deuda media de los países de la UE en 1992 y se sigue proponiendo como referencia aunque la situación de los países haya cambiado y hayan pasado más de 30 años.

Sin embargo, el miedo y la rabia que nacen de una situación de crisis e incertidumbre ha sido utilizada por la extrema derecha para presentarse como partidos nuevos, anti establishment, como rebeldes. De ahí que atraigan a votantes jóvenes.

Un nuevo proceso constituyente

La situación ante la que nos encontramos implica reconocer la imposibilidad de un crecimiento ilimitado en un mundo limitado y la necesidad de una «Economía Planificada» que desmercantilice parte de la economía (educación, sanidad, pensiones, vivienda, trasporte, alimentos, agua, energía y comunicaciones) para hacer posible una vida humana para el conjunto de la sociedad. Leigh Phillips y Michal Rozworski, teóricos de la planificación, proponen que la producción y la distribución estén subordinadas a las necesidades humanas y no a la codicia irracional y sin límites que caracteriza al capitalismo más salvaje.

En suma, la propuesta pasa por un nuevo «contrato social» en el que se sienten la bases de nuevas formas de participación democrática en la toma de decisiones y la creación de nuevas instituciones y estructuras políticas. Un nuevo proceso constituyente que permita afrontar desde valores humanos los retos a los que nos tenemos que enfrentar de manera ineludible: cambio climático, acceso al agua, cambios en el modo de entender el trabajo con la irrupción de la robótica y la IA, nuevas relaciones internacionales, nuevos mecanismos de participación y de redistribución de la riqueza, acceso a los bienes públicos esenciales, etc., etc., etc.

Y si el camino fuera recuperar la «Interculturalidad»

“Hace falta un proyecto internacional, coordinado de forma internacionalista, para afrontar la desigualdad, la deshumanización, los muros más altos, la crisis climática, las sequías, el racismo, los enfrentamientos del penúltimo contra el último, jaleados en medios y redes”

olga rodríguez, Ibid., pág. 2

¿Por qué hay tanto ratón escuchando y votando a gatos?

Muchas personas se consideran a sí mismos como «patriotas preocupados» a los que el sentimiento de frustración en el que viven les lleva a un odio que proyectan sobre los partidos independentistas y de izquierda que gobiernan. Son personas que

Actúan en contra de sus intereses pensando que votan a favor de sus principios. Unos principios que se resumen en un nuevo dios: la patria; que actúa como explicación de todo, como ideal, como meta, como fundamento, como esencia última que ser:

Si no puedes pagar la hipoteca: España. Si no tienes trabajo: España. Si tienes hambre: España. Si no tienes casa: España. España. España. España. Eso es lo que te dice Vox.

Gabriel Rufián

Hay una clase trabajadora que vota al PP y a Vox porque su referente es el amo, no los compañeros. Es decir, no tienen como modelo la solidaridad ni hacen grupo para defenderse del ataque y de la opresión de los de arriba, porque son precisamente su referente.

el gran wyoming

La ultra derecha ha proporcionado a personas frustradas, enfadadas, pobres -aunque se consideren «clase media» sin serlo:

  • Un ideal. Un proyecto. Algo valioso que está por encima de los individuos: la patria; España. El nuevo dios.
  • Un símbolo: la bandera.
  • Una base «sólida» y conocida sobre la que sustentarse: las tradiciones (la defensa de lo tradicional, lo de siempre). Frente a las «ocurrencias» de la izquierda que sólo quiere hacer experimentos y añadir extravagancias; o dejar que entren tradiciones extrañas, en nivel de igualdad con las tradiciones propias.
  • Una explicación a la causa de sus problemas: la existencia de una conspiración de las élites progresistas empeñadas en forzar el reemplazo de las costumbres y la eliminación de los nacionales por extranjeros que van a acabar con lo nuestro.
  • Un enemigo fácilmente identificable: los extranjeros (de otras culturas y religiones). Unos pobres, más pobres aún que ellos, que compiten por los trabajos peor pagados y con unos índices de natalidad más altos que los nacionales. Personas fácilmente identificables por su aspecto o color de piel a los que se acusa de ser los culpables de todo: de la inseguridad «real o inventada» en las calles; de la bajada de los salarios; de un gasto social que sólo ellos se llevan, quitando recursos para los autóctonos.
  • Otro enemigo, también fácilmente identificable: el Presidente del Gobierno; al que hacen responsable de todo lo que pasa, incluida la sequía o la pandemia.

La izquierda, en cambio,

  • Carece de ideal. Sus propuestas están tan diversificadas que aturden: el medio ambiente, el feminismo, la protección de los transexuales, el no a la guerra, el sí a la guerra, lo moderno, lo diverso, el no a la prostitución (o quizá no tanto), lo anti normativo, la ecología, el veganismo, el vegetarianismo, el rechazo a la gordofobia o al turismo, el trashumanismo, la bicicleta, la regularización del cannabis, el ateísmo,…
  • No sabe transmitir su proyecto porque ha dejado de crear una idea fuerte que sirva como aglutinante de sus votantes.
  • Carece de control sobre los medios de comunicación (propiedad de las grandes empresas que han descubierto su importancia) y sobre las redes sociales que, machaconamente, repiten los eslóganes de la ultra derecha construidos para resultar fáciles de aprender: «quieren acabar con España»; la culpa es de «perro xanchez»; «las paguitas para los extranjeros»; «nos roban»; «si sales a comprar el pan, te okupan la casa»; «nos están invadiendo y no hacemos nada por evitarlo»; «siempre ha habido fases de calentamiento en el planeta»;…
  • Ofrece miedo y no ilusión o esperanza: es el miedo al cambio climático, a las epidemias, a la próxima crisis económica, a la falta de combustibles, a la guerra, a las olas de calor, a la subida del nivel del mar,…
  • Sus propuestas son tremendamente incómodas porque empeoran la vida de la gente: comer menos carne; dejar de usar el coche; peatonalizar el centro de las ciudades; aceptar lo diferente; reducir el turismo; reducir el consumo; asumir la necesidad del decrecimiento; la desunión de España;…
  • Su voracidad es ilimitada, exigiendo cada vez más impuestos para hacer posible sus planes para reducir la desigualdad o para afrontar su diversidad alocada de proyectos incómodos.
  • Además, cada vez menos países están gobernados por este tipo de partidos.
  • La izquierda no es nacionalista.

«Porque toda ola reaccionaria tiene, en su raíz, la misma fórmula elemental: miedo, odio, fanatismo y un absoluto desprecio por la ciencia, por el conocimiento, por la cultura y por la verdad.»

ignacio escolar – director de eldiario.es

De lo español: españoles y enemigos de España

En politología se tiene claro que los tres motores para vencer en política son: el miedo, el rechazo y la esperanza (siendo este el más poderoso y difícil de activar pues mueve al entusiasmo por lo que se quiere alcanzar).

Del mismo modo, la simplificación es la estrategia que evita hablar sobre las tres o cuatro propuestas que forman parte de los programas de los distintos partidos. Eso es lo que está creando la derecha y la ultraderecha con el «sanchismo» y el concepto de su «España». Crear un «marco reduccionista, simplificador y binario que evite de alguna forma o que disuelva la discusión o la deliberación sobre políticas públicas concretas o sobre un proyecto de país» (Andrés Gil – ElDiario.es). Todo ello con un toque de nacionalismo, de protección de nuestro campo y de lo rural, de nuestros agricultores y ganaderos, de la tradición y de una parte de la Constitución.

Lo «español», «España», es un concepto muy emocional (como lo fue «la casta» para Podemos), un concepto que excluye cualquier forma de nacionalismo-independentismo y que convierte en «enemigo» a cualquiera que ponga en cuestión «lo español» tal y como ellos lo entienden (no aceptan otra forma de hacerlo). Y con ello consiguen el objetivo indicado arriba: crear un enfrentamiento entre buenos y malos, simplista y reduccionista (fácil de entender para todos y con una fuerte carga emocional) con el que orientan la actividad política y consiguen dejar de lado las propuestas concretas que cada partido lleva en su programa electoral. Objetivo cumplido.


PROPUESTAS PARA UN ESTADO LAICO BASADO EN LA LIBERTAD DE CONCIENCIA – (Europa Laica)

  1. Modificar los artículos 16 y 27 de la Constitución, para construir un Estado verdaderamente laico y una enseñanza laica.
  2. Las confesiones religiosas se deben regir por el derecho común, como cualquier otra asociación privada, suprimiendo la excepción legal actualmente existente.
  3. Denunciar y derogar los Acuerdos de 1976 y 1979 con la Santa Sede, así como los existentes de 1992 con las confesiones minoritarias.
  4. Suprimir la financiación a la Iglesia Católica que recibe a través de la Asignación Tributaria del IRPF. Las confesiones religiosas deben autofinanciarse.
  5. Fiscalizar la financiación pública a las confesiones religiosas realizada por cualquiera de las administraciones del Estado, y su control parlamentario.
  6. Suprimir los privilegios fiscales de la Iglesia católica; caso particular con la exención del IBI y aquellas incompatibles con el derecho europeo.
  7. Promulgar una Ley Orgánica de Libertad de Conciencia, derogando la actual Ley de Libertad Religiosa de 1980, que garantice la libertad de pensamiento y convicciones de todo tipo. (Europa Laica dispone de una propuesta articulada para esta Ley).
  8. Promulgar un Reglamento de Laicidad que regule y haga efectiva la aconfesionalidad y neutralidad del Estado en relación con los actos y simbología institucional, la participación de cargos públicos en actos religiosos, la no donación de suelo público para entidades religiosas así como cualquier aspecto relacionado con esta materia.
  9. La escuela y la universidad deben ser pública y laica, suprimiendo del ámbito educativo la religión confesional y cualquier tipo de adoctrinamiento, así como suprimir de forma progresiva la financiación pública de los centros con ideario propio.
  10. Los servicios de Sanidad y Asistencia Social se ofrecerán de forma prioritaria por el Estado, revirtiendo aquellos de titularidad o gestión privada que estén mantenidos con recursos públicos.
  11. Derogar del Código Penal los delitos de ofensa a los sentimientos religiosos, así como cualquier otra legislación limitativa de la libertad de expresión.
  12. Retrotraer los bienes inmatriculados por la Iglesia Católica, afectando al Patrimonio del Estado los bienes muebles o inmuebles de interés histórico, artístico o cultural, incluidos los de raíz religiosa.
  13. Impulsar una Carta Europea por la Laicidad y la Libertad de Conciencia que garantice estos derechos en un ámbito supranacional europeo, en condiciones de libertad e igualdad, sin privilegios ni discriminación, de acuerdo con la DUDH. (Europa Laica dispone de una propuesta articulada para esta Carta).

¿Por qué la gente vota a idiotas?

https://polileaks.es/por-que-la-gente-vota-a-idiotas/
Cristóbal Crespo – 20 de mayo de 2023

Hacer o decir cosas poco inteligentes no es un obstáculo para el éxito político. Existen varios factores psicológicos que ayudan a que aparentes idiotas sean elegidos para cargos de responsabilidad una y otra vez, perjudicando en muchos casos el desarrollo del conjunto de la sociedad.

Decía Napoleón Bonaparte que en política, la estupidez no es una desventaja. No diremos que absolutamente todos los políticos sean pésimos — si lo fuesen el sistema quizá acabaría colapsando y no es el caso — pero lo cierto es que la gran mayoría tienen una pésima reputación.

[…]

Para dejar constancia, no diré que todos los políticos son idiotas (aunque la definición de imbécil puede variar), pero muchos lo son. Y si un político es inteligente, siempre deberá fingir cierto grado de estupidez para lograr éxito político.

Confianza e inteligencia

Las personas seguras de sí mismas son más convincentes, y así lo han demostrado numerosos estudios. Y podemos poner un ejemplo: en un juicio, un testigo con confianza es más convincente para el jurado que uno nervioso e indeciso. Lo mismo se puede aplicar y observar en muchos otros contextos como en el de los comerciales o vendedores, donde el fenómeno de la confianza ha sido explotado durante décadas.

Los políticos son claramente conscientes de ello, por ello se forman en temas de comunicación y gestión de sus relaciones públicas. Cualquier político que no parezca seguro y confiado acabará siendo eliminado (metafóricamente hablando). Por lo tanto, la confianza es importante en política.

Sin embargo, el efecto Dunning-Kruger revela que las personas menos inteligentes suelen ser aquellas que están increíblemente seguras de sí mismas. Las personas más inteligentes, en cambio, no lo están en absoluto. La autoevaluación es una habilidad metacognitiva muy útil, pero que requiere de inteligencia; si no tienes mucha, no te considerarás un ignorante, porque técnicamente no tienes la capacidad de hacerlo.

El efecto de Dunning-Kruger también señala que las personas con escaso conocimiento tienden a pensar que saben mucho más de lo que en realidad saben y a considerarse más inteligentes que personas mucho más preparadas. El agravio, según Kruger es doble: los más incompetentes «no solo llegan a conclusiones erróneas y toman decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les impide darse cuenta de ello».

Revertiendo este efecto en política, si quieres que una persona segura de sí misma represente a tu partido político, elegir a una persona inteligente sería una mala elección en muchos sentidos.
[…]

La política es complicada

Gestionar efectivamente un país de decenas de millones, cada uno con diferentes requisitos y demandas, es un trabajo increíblemente complicado y hay casi infinitas variables que deben ser consideradas. Desafortunadamente, resumir este trabajo en los medios de comunicación resulta prácticamente imposible, por lo que aquellas personalidades menos inteligentes pero más seguras de si mismas son más persuasivas, y tienen capacidad para destacar con más frecuencia en los mismos.

Respuestas de Gore y Bush en una entrevista durante la campaña presidencial en EE.UU en el 2000

Temas complejos y discusiones demasiado intelectuales pueden desmovilizar a la ciudadanía. Mucha gente puede no tener experiencia o conocimiento sobre el tema, o pueden encontrarlo demasiado intimidante para querer involucrarse, porque hacerlo con éxito requeriría mucho tiempo y esfuerzo. Pero la política, y especialmente la democracia, requiere que la gente se involucre.

[…] pero si alguien con ciertos conocimientos comienza a hablar sobre los tipos de interés o el control del déficit y gasto público, esto alejará a aquellos que no siguen o comprenden tales cosas. Por lo tanto, si una persona segura de sí misma dice que hay una solución simple o promete hacer desaparecer el gran y complicado asunto, parecerá algo mucho más atractivo para el votante de turno.

Esto también se demuestra por la Ley de Parkinson de la trivialidad, donde las personas tienden a perder mucho más tiempo y esfuerzo enfocándose en cosas triviales que en entender algo complicado. Y es que lo primero, como mencionamos antes, ofrece mucho más margen para contribuir e influir, y a la gente le encantan las cosas triviales. Por lo tanto, que las personas menos inteligentes descarten y conviertan en ínfimas los grandes problemas existentes, ayuda definitivamente a ganar votos.

Las bases más iletradas son grupos sociales con un amplio poder electoral, sin capacidad crítica para pensar por si mismos, por lo que resultan muy fáciles de movilizar, y los políticos sin duda tienen facilidad para conectar con ellos. Aunque uno quiera para gobernar una persona inteligente que entienda los métodos para dirigir un país o un pueblo de la mejor manera posible, la ciudadanía parece sentirse atraída por demostraciones de habilidades intelectuales cuestionables.

A los votantes les gusta socializar

¿Cuántas veces hemos oído aquello de «me iría de cañas con tal político»? Esta cercanía que muestran algunos políticos les permite establecer cierta conexión con la ciudadanía, generando confianza y empatía que ayudan a ‘encajar’ entre los votantes.

Y es que el elitismo en política es una cualidad negativa. La idea de que aquellos que dirigen y tienen poder están desconectados de la sociedad es preocupante para muchos ciudadanos, lo que explica los constantes esfuerzos de los políticos por «encajar».

[…] Pero a la gente realmente no le gusta que le digan cosas que no quieren escuchar. Los ciudadanos son muy conscientes de su estatus social; y necesitamos sentir que somos superiores a los demás de alguna manera para mantener nuestra autoestima. Como resultado, alguien más inteligente diciendo cosas complicadas sobre hechos incómodos (pero reales y precisos) nunca va a ser atractivo para nadie. Pero alguien demostrablemente menos inteligente no desafiará el estatus social percibido sobre alguien, y si van a decir cosas simples que apoyen esos inherentes prejuicios y nieguen hechos incómodos, pues mucho mejor.

A pesar de que esto pueda parecer decepcionante, es la forma en que funcionan las mentes de las personas. Véase lo que ocurre en esta campaña electoral de 2023: ¿Para que hablar de cosas complicadas y de futuro cuando se puede hablar de ETA – un tema básico que todo el mundo conoce?

El único consuelo que nos queda a los afectados por el liderazgo de incompetentes es saber que somos más inteligentes por no ocupar esos puestos. Aunque si nos consideramos más inteligentes que los demás, según el efecto Dunning-Krugger, quizá es que en realidad no lo somos, y solo sería cuestión de tiempo, tal y como augura el Principio de Peter, que lleguemos a una posición destacada.


  • El efecto de Dunning-Kruger: es un sesgo cognitivo por el cual, las personas más incompetentes, las que menos saben de algo, tienden a pensar que saben mucho más que los demás, incluso que los expertos. En cambio, las personas más competentes se subestiman respecto a los demás y presentan sus opiniones de manera menos asertiva.
  • Ley de Parkinson de la trivialidad: las personas tenemos una tendencia natural a perder el tiempo en cuestiones sin trascendencia. Es el origen de la ineficacia y de las reuniones interminables en las que no se llega a resolver nada. Fue propuesta por Cyril Northcote Parkinson en 1957. Continúa plenamente vigente. Planteado a través de un ejemplo significa que: el tiempo dedicado a la discusión de una cuestión es inversamente proporcional a la complejidad e importancia de la misma.
  • Principio de Peter: «En una jerarquía todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia» (Laurence Johnston Peter, 1919-1990). En otras palabras, uno va ascendiendo en su nivel de responsabilidad según sus capacidades y se queda anclado en aquel nivel para el cual es incompetente.

Tucker Carlson se va, pero su veneno ultraderechista sigue

https://www.eldiario.es/internacional/tucker-carlson-veneno-ultraderechista-sigue_129_10160685.html

[…] Selección de partes del artículo. Los resaltes y la lista del principio no aparecen en el artículo de Carlos Hernández-Echevarría.

El trumpismo no se puede entender sin el presentador estrella de Fox News, cuyo gran legado es haber normalizado públicamente cosas que antes los líderes republicanos sólo se atrevían a susurrar.

— La estrella de Fox News Tucker Carlson deja la cadena tras el caso por las mentiras sobre el fraude electoral

— FOX News no le ha dejado ni despedirse.

Carlos Hernández-Echevarría

El reinado de Carlson en la tele de pago estadounidense ha cambiado el mundo. Sí, también para usted que no vive en EEUU y que a lo mejor ni le conoce. Muchas de las discusiones más rancias de su última cena de Nochevieja o de las peleas más absurdas que ve en la política nacional vienen directamente de “Tucker Carlson Tonight”.

  • La supuesta dictadura de lo ‘woke’.
  • La obsesión por las personas trans.
  • La lucha contra las “élites globalistas” que nos obligarán a alimentarnos a base de insectos.
  • Las “invasiones” de migrantes.
  • El victimismo en el que se ha instalado la derecha cuyos valores considera constantemente atacados. De ahí la necesidad de un enemigo contra el que luchar, sea el que sea: progresistas, personas trans, las élites, el resto de razas (no blancas), los científicos, los medios de comunicación,… [->La conspiranoia]
  • La denuncia de los ataques que está sufriendo el «supremacismo blanco» y la «cultura occidental», que considera superior a cualquier otra.
  • La deslegitimación de las elecciones y de la democracia representativa.
  • La justificación de la violencia.
  • Criticar a los medios de comunicación y a la «censura» que dicen ejercen dichos medios sobre la realidad que sólo él sabe presentar «como realmente es».
  • Como Trump, ha logrado presentarse como defensor de los humildes y enemigos de las élites, viniendo los dos claramente de la élite.

[Carlson] Estrenó su programa en FOX News sólo unos días después de que Trump ganara las elecciones de 2016 y entre los dos han transformado el ideario conservador en una letanía victimista de agravios y amenazas a la “cultura occidental”, la “civilización superior” y el poder político de los hombres blancos.

El trumpismo como movimiento y como realidad social no se puede entender sin Tucker Carlson. Había y hay en FOX News presentadores más cercanos al expresidente, algunos que prácticamente trabajan para él, pero ninguno que haya representado con tanto éxito su ideología. Como pasa con Trump, el gran legado del presentador es haber normalizado públicamente cosas que antes los líderes republicanos sólo se atrevían a susurrar: el supremacismo blanco, la deslegitimación de las elecciones, la justificación de la violencia…

Es normal que así haya compartido con Trump las alabanzas no ya del conservadurismo tradicional, sino directamente del Ku Klux Klan y otros grupos neonazis organizados. En sus propias palabras: “Usa todos nuestros argumentos” o “es nuestro mayor aliado”. Tienen razón, Carlson los ha llevado desde los márgenes del sistema al centro del Partido Republicano. De ser tóxicos para cualquier candidato a ver sus ideas reivindicadas en horario de máxima audiencia.

Incluso si muchos de sus tres millones de espectadores no compraban todo el discurso supremacista, han estado durante casi siete años viendo el mundo desde un prisma muy particular. Más allá de las ocasiones en que Tucker Carlson ha usado directamente el argumentario supremacista, la insinuación era constante: por ejemplo, Carlson dedicaba horas y horas de su programa a crímenes cometidos por migrantes. La agenda estaba clara. Sin embargo, un estudio elaborado en Texas concluye que los estadounidense cometen proporcionalmente más crímenes que los migrantes irregulares.

En esto y en tantos otros asuntos Carlson ha sido un precursor. FOX News siempre ha sido conservadora, pero él es quien ha ido rompiendo algunas barreras importantes: de criticar la inmigración ilegal a atacar la inmigración en general; de cuestionar a los demócratas a cuestionar la democracia representativa; de explicar que los neonazis no representan a los republicanos a poner sus argumentos en el centro del debate.

Contra la élite, desde la élite

La otra gran similitud entre Tucker Carlson y Donald Trump es una cierta ironía en el hecho de que ambos han logrado presentarse como defensores de los humildes y enemigos de las élites, viniendo los dos claramente de la élite. Del mismo modo, ambos reservan sus palabras más gruesas para criticar a los medios de comunicación y su “censura”, cuando han disfrutado de tribunas privilegiadas en medios masivos durante décadas.

Carlson se refiere a los medios como “animales rastreros que no merecen respeto” y “la guardia pretoriana de la clase dominante” como si él mismo no fuera el hijo de un gran ejecutivo de medios de comunicación y como si no hubiera tenido programas en cuatro de los canales de televisión más importante del país, después de haber trabajado como articulista en otras tantas publicaciones. Y aunque no fuera así, esas acusaciones las hizo ante millones de espectadores en la principal cadena de televisión de pago.

Agricultura en España

«El modelo de economía agraria intensiva es claramente piramidal: una base de asalariados mal pagados y precarios; un sector intermedio constituido por los pequeños propietarios que trabajan en la explotación con la mayor parte de su familia, endeudados y dependientes de los precios que se le fijan desde arriba, desde las comercializadoras, que constituyen la punta de la pirámide y donde se concentran los beneficios. De este modo, este modelo agrario genera una enorme disparidad de rentas entre los productores y los comercializadores pero, además, presenta un trato fiscal desigual respecto de otras actividades productivas municipales, ya que demanda servicios a la comunidad (caminos, red de evacuación de pluviales, iluminación) pero no tributa al municipio por ello.»

[…]

Como contrapeso a todo lo anterior [se refiere a la especulación, problemas medioambientales por el control de residuos plásticos que con la lluvia terminan en la costa, mal control de las balsas de fertilizantes…] se esgrime siempre la misma retórica: la agricultura intensiva es la principal fuente de empleo y riqueza de la Costa de Granada. Y es cierto que genera empleo, pero un empleo mal pagado, temporal, inestable, incapaz de generar rentas que arrastren al sector servicios y que repercuta en un incremento de la prosperidad general. Basta revisar la renta per cápita de los municipios cuya economía depende de esta actividad para constatar este hecho. Municipios casi monoespecíficos en el plástico como El Ejido, Berja, Albuñol, Gualchos o Adra se sitúan en posiciones de ranking de renta nacional casi mil puestos por debajo de Motril. Lo mismo ocurre al observar el grado de desigualdad medido con el índice de Gini: a mayor peso de esta economía, mayor desigualdad en la renta de sus habitantes.

Fernando Alcalde. Miembro de Buxus. Colaborador de otragranada.org

https://www.otragranada.org/spip.php?article890&lang=es

Ciencias Sociales – unas disciplinas singulares

Las Ciencias Sociales se han encontrado con detalles vinculados a su singularidad que pasa, fundamentalmente por el análisis de «hechos humanos» difícilmente cuantificables, no sujetos a la matematicidad, a la experimentación y sin capacidad predictiva a través de leyes. Algunos detalles que marcan esa singularidad tiene que ver con la influencia del observador:

  • Ley de Goodhart, Ley de Campbell o «efecto cobra»: la idea recuerda al principio de incertidumbre de Heisenberg: el observador, al realizar la observación (es decir, al medir el fenómeno) afecta sobre él alterándolo. Se le conoce como «efecto cobra» porque durante la India colonial se trató de reducir el número de cobras en el medio natural por el peligro que suponían sus mordeduras para humanos y animales. Para ello se propuso pagar a los cazadores de cobras por cada uno de los ejemplares que llevaban muertos a las autoridades. El resultado no fue el esperado; al revés: los cazadores de cobras se convirtieron en criadores de esas serpientes para asegurarse sus ingresos. Cuando las autoridades se dieron cuenta de lo perverso de su iniciativa, dejaron de pagar a los cazadores y estos, al serles ya inútiles, dejaron libres a las serpientes que criaban, provocando un aumento notable de las mismas en el medio natural.
  • La obsesión por convertir a las Ciencias Sociales en algo, lo más parecido posible, a las Ciencias Naturales, convirtiendo todo en algo cuantificable mediante indicadores que, muchas veces, son limitados, simplistas y manipulables. Por ejemplo, medir el valor de un científico por sus publicaciones en revistas especializadas o por las veces que son citados por otros investigadores («si me citas te cito»); un esfuerzo más por estar bien posicionado en los indicadores utilizados que por el valor del trabajo realizado. Esta «papermanía» (como algunos le lleman) ha llevado a todo tipo de comportamientos poco éticos para mejorar su consideración como investigadores: publicando trabajos sin completar, sin estar suficientemente comprobados, o directamente haciendo uso de investigaciones falsas o de plagios publicados en revistas de menor calidad (menos supervisadas por grandes editores y menos detectables). Establecer la calidad de las universidades por las publicaciones de sus profesores ha llevado a ciertas universidades de Arabia Saudita a «pagar» a investigadores españoles para hacer parecer que su trabajo se realiza en ellas, cuando son trabajadores de instituciones españolas. Es algo parecido a lo que ocurre con los controles de calidad de ciertas empresas, como los talleres de concesionarios que te piden abiertamente que les puntúes con 8 o más porque, por debajo, se considera un mal dato para quien analiza la calidad del concesionario. Ahí tenemos a empresas pagando a personas para que realicen reseñas positivas de sus productos, etc.
  • Los «indicadores clave de rendimiento» es otro ejemplo de lo anterior: de lo perverso que puede ser convertirlo todo en algo cuantificable. Es el caso de los que se utilizan en medicina dentro de la privada: por ejemplo, ¿cómo medir la calidad de un cirujano? ¿por el número de pacientes que no mueren en sus manos? Pues estás promoviendo un resultado perverso: nadie va a atender los casos más graves (esos que se derivan a la sanidad pública) porque sería poner el peligro la valía del médico dentro de su sistema y los incentivos que recibe.

A partir de la lectura de «El ‘efecto cobra’, o por qué vivimos en un mundo de mentira», publicado en El Mundo por Juanjo Becerra (30/04/2023)

Hacia una nueva realidad llamada futuro. Desbordados, como todas las generaciones, por los cambios.

Es un hecho conocido que todas las generaciones terminan siendo desbordadas por los cambios que supone la nueva época que se avecina y de la que ellos ya no forman parte.

Antiguamente cada nueva generación sólo debía adaptarse a uno o dos cambios (el ferrocarril, el telégrafo, la radio, la televisión…); ahora, en cambio, a partir de la revolución industrial y del resto de revoluciones que le han seguido, las transformaciones son tantas, y tan profundas, que esa sensación de haber sido sobrepasados se hace cada vez más intensa.

Estos son los «excesos» ante los que nos sentimos ajenos porque van a dar lugar a una nueva época que ya comienza a no ser la nuestra:

  • «Edición genética«: el descubrimiento del sistema de edición genético CRISPR-Cas9 y el resto de sistemas CRISPR han abierto la puerta a poder: editar genéticamente cualquier organismo para su mejora o su defensa ante malformaciones o enfermedades genéticas; la edición de ARN mensajero para la fabricación de vacunas; el diseño de nuevos medicamentos basados en la activación del sistema inmune mediante rediseños genéticos, etc.
  • «Inteligencia artificial«: el uso de estas nuevas herramientas hará innecesaria la intervención humana en múltiples tareas; de hecho, ya comenzamos a relacionaremos con máquinas en lugar de con humanos. Su extensión dará lugar a un nuevo mundo en el que el control de las personas será cada vez más fácil con sistemas de reconocimiento facial capaces de detectar dónde estamos en cada momento; con sistemas que vinculen la información obtenida de cantidades ingente de fuentes que permitirán un control hasta ahora inimaginable de los ciudadanos. Del mismo modo, la creación de imágenes y de vídeos por parte de estos sistemas hará que lo «real» se difumine haciendo cada vez más difícil saber qué es real y qué no lo es (pensemos, por ejemplo, en el empleo de imágenes como pruebas en los juicios, ¿qué credibilidad tendrán? ¿y los vídeos que acompañan a las noticias? ¿Y las propias noticias, si son creadas por estos sistemas?, ¿o el arte? ¿a quién pertenecen las obras creadas por estos sistemas? ¿quién puede exigir los derecho de autor? -> ver ChatGPT (próxima versión 4 – 2023).
  • «Sistemas de realidad virtual«: será una tentación muy intensa la que poder vivir en «otra realidad» artificial distinta a la que tenemos delante. ¿Qué será entonces «lo real»?
  • «Detección de la estructura de las proteínas«: En 2021, utilizando el algoritmo de inteligencia artificial AlphaFold, de la empresa Deepmind, se establecieron más de 350.000 predicciones de estructuras de proteínas, incluidas las que están vinculadas al genoma humano. En los años posteriores han sido muchas más, logrando predecir la forma en 3D de más de 200 millones de proteínas de los organismos de la Tierra. Hasta ese momento el procedimiento para predecir dichas estructuras era muy lento y requería de instrumental muy sofisticado. De hecho, era conocido el concurso anual que se llevaba a cabo entre los laboratorios para resolver la estructura de «una sola proteína» que se proponía como reto para todos ellos. Ahora esto ha dejado de tener sentido.
  • «Robot«: sustituirán a los humanos (ya lo hacen) porque su capacidad y precisión no es comparable a la de los humanos. Esto supondrá una redefinición del trabajo humano y de su duración. Asimismo, el dotar de armas a dichos sistemas es ya un peligro absolutamente real y presente, pensemos en los drones cargados de bombas y de misiles que se emplean en la actualidad y en los ejemplos de humanoides armados como el ruso «Fedor».
  • «Creación artificial de nuevos materiales«: ya no tenemos que limitarnos a la búsqueda de nuevos materiales dentro de los recovecos más inaccesibles, ni recurrir a los océanos o a las visitas a la Luna, ahora es posible una edición de la configuración molecular de las sustancias que abre posibilidades inimaginables para la creación de nuevos materiales con propiedades específicas para las que serán diseñados (conductividad, resistencia, dureza,…). Se superaría así un nuevo límite de los impuestos por lo natural.
  • «Planeta B«: está claro que las salidas fuera de la Tierra serán cada vez más frecuentes, así como la existencia de emplazamientos estables en la Luna a los que será posible que, cada vez más gente, pueda visitar.
  • «Fusión fría«: es un proyecto, una promesa de futuro; de hacerse realidad cambiará, por completo, la realidad que conocemos porque las fuentes de energía dejarán de ser un problema y los países grandes productores de petroleo, con las reservas mundiales, dejarán de tener el poder que actualmente tienen. Un nuevo orden mundial acaecerá.
  • «La guerra de las galaxias»: el espacio se va a convertir en el escenario de los próximos conflictos: ataques a satélites espías enemigos; destrucción de sistemas de posicionamiento GPS, Galileo o equivalentes; eliminación de satélites de comunicaciones para dejar ciego y aislado al ejército de un determinado país,… Asimismo, los estados tendrán que determinar quién es el dueño de cada parcela de la superficie de la Luna y de los minerales que contiene. Los enfrentamientos en este nuevo entorno se muestran ya como algo inevitable.

La decadencia de EE.UU. es la del dólar

Alastair Crooke – 23-01/2023

El gobierno de Estados Unidos es rehén de su hegemonía financiera de una forma que rara vez se comprende del todo.

Es el error de cálculo de esta era, uno que puede iniciar el colapso de la primacía del dólar y, por tanto, también de la conformidad mundial con las exigencias políticas de Estados Unidos. Pero su contenido más grave es que arrincona a Estados Unidos en la promoción de una peligrosa escalada de la guerra ucraniana contra Rusia.

Washington no se atreve -de hecho, no puede- a ceder en la primacía del dólar, el máximo exponente de la «decadencia estadounidense». Y así, el gobierno de Estados Unidos es rehén de su hegemonía financiera de una forma que rara vez se comprende del todo.

El equipo de Biden no puede retirar su narrativa fantástica de la inminente humillación de Rusia; lo han apostado todo a ello. Se ha convertido en una cuestión existencial para los EE.UU., precisamente a causa de ese error de cálculo inicial atroz que posteriormente se ha convertido en una narrativa absurda de un tambaleante, en cualquier momento «colapso» de Rusia.

¿Cuál es entonces esa «Gran Sorpresa», el acontecimiento casi totalmente imprevisto de la geopolítica reciente que tanto ha sacudido las expectativas de Estados Unidos y que lleva al mundo al precipicio?

Es, en una palabra, Resiliencia. La resistencia mostrada por la economía rusa después de que Occidente dedicara todo el peso de sus recursos financieros a aplastar a Rusia. Occidente presionó a Rusia de todas las formas imaginables, mediante una guerra financiera, cultural y psicológica, y con una guerra militar real como continuación.

Sin embargo, Rusia ha sobrevivido y lo ha hecho relativamente bien. Le está yendo «bien», quizá incluso mejor de lo que muchos conocedores de Rusia esperaban. Sin embargo, los servicios de inteligencia «anglosajones» habían asegurado a los líderes de la U.E. que no se preocuparan; que era «pan comido»; pues era imposible que Putin sobreviviera. El rápido colapso financiero y político, que prometieron, era seguro bajo el tsunami de las sanciones occidentales.

Su análisis representa un fallo de Inteligencia a la altura de las inexistentes armas de destrucción masiva iraquíes. Pero en lugar de reexaminarlo críticamente, pues los acontecimientos no lo confirmaron, lo redoblaron. Pero dos fracasos de este tipo son «demasiado» para soportarlos.

Entonces, ¿por qué esta «expectativa fallida» constituye un momento tan trascendental para nuestra era? Porque Occidente teme que su error de cálculo provoque el colapso de su hegemonía del dólar. Pero el temor va mucho más allá (por muy malo que sea desde la perspectiva estadounidense).

Robert Kagan ha descrito cómo el avance exterior y la «misión global» de Estados Unidos son el alma de la política interna estadounidense, más que cualquier nacionalismo equívoco, como sugiere el profesor Paul. Desde la fundación del país, Estados Unidos ha sido un imperio expansionista; sin este movimiento hacia delante, los lazos cívicos de la unidad interna del país se ponen en entredicho. Si los estadounidenses no están unidos por la grandeza expansiva, ¿con qué propósito, se pregunta el profesor Paul, están unidas todas estas razas, credos y culturas diferentes de Estados Unidos? […].

La cuestión aquí es que la resistencia rusa, de un solo golpe, hizo añicos el suelo de cristal de las convicciones occidentales sobre su capacidad para «gestionar el mundo». Después de varias debacles occidentales centradas en el cambio de régimen mediante la conmoción y el pavor militares, incluso los neoconservadores más endurecidos habían admitido en 2006 que un sistema financiero armado era el único medio de «asegurar el Imperio».

Pero esta convicción se ha derrumbado y los Estados de todo el mundo se han dado cuenta.

Este error de cálculo es tanto mayor cuanto que Occidente había considerado desdeñosamente que Rusia era una economía atrasada, con un PIB equiparable al de España. En una entrevista concedida a Le Figaro la semana pasada, el profesor Emmanuel Todd señalaba que Rusia y Bielorrusia, en conjunto, sólo constituyen el 3,3% del PIB mundial. El historiador francés se preguntaba, por tanto, «¿cómo es posible que estos Estados hayan podido mostrar tanta resistencia ante la embestida financiera?

Bien, en primer lugar, como subrayó la profesora Todd, el «PIB» como medida de la resistencia económica es un indicador totalmente «ficticio». Contrariamente a su nombre, el PIB sólo mide los gastos agregados. Y que gran parte de lo que se registra como «producción» es la sobreinflada facturación por tratamientos médicos en EE.UU.» y (dicho, en tono irónico) los servicios como los análisis altamente remunerados de cientos de economistas y analistas bancarios, no son producción, per se, sino «vapor de agua».

La resistencia de Rusia, atestigua Todd, se debe a que tiene una economía real de producción. «La guerra es la prueba definitiva de una economía política», señala. «Es el Gran Revelador».

¿Y qué es lo que se ha revelado? Ha revelado otro resultado bastante inesperado e impactante, que hace tambalearse a los comentaristas occidentales: que Rusia no se ha quedado sin misiles. «Una economía del tamaño de España», se preguntan los medios occidentales, «¿cómo puede una economía tan pequeña sostener una prolongada guerra de desgaste con la OTAN sin quedarse sin municiones?».

Pero, como señala Todd, Rusia ha sido capaz de mantener su suministro de armas porque tiene una economía real de producción que tiene la capacidad de mantener una guerra – y Occidente ya no la tiene. Occidente, obsesionado con su engañosa métrica del PIB -y con su sesgo de normalidad- se escandaliza de que Rusia tenga la capacidad de superar los inventarios de armas de la OTAN. Los analistas occidentales calificaron a Rusia de «tigre de papel», una etiqueta que ahora parece más aplicable a la OTAN.

El resto del mundo no ha pasado por alto la importancia de la «Gran Sorpresa» -de la capacidad de recuperación rusa- resultante de su economía real de producción frente a la evidente debilidad del modelo occidental hiperfinanciado que busca a duras penas fuentes de munición.

La historia es antigua. En los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial, la clase dirigente británica temía perder la guerra contra Alemania: Los bancos británicos tendían a conceder préstamos a corto plazo, mientras que los bancos alemanes invertían directamente en proyectos industriales de economía real a largo plazo y, por lo tanto, se pensaba que podían sostener mejor el suministro de material bélico.

Incluso entonces, la élite anglosajona era consciente de la fragilidad inherente a un sistema fuertemente financiarizado, que compensaron simplemente expropiando los recursos de un enorme imperio para financiar los preparativos de la Gran Guerra.

El telón de fondo es que Estados Unidos heredó el enfoque de financiarización anglosajón, que posteriormente se aceleró cuando se vio obligado a abandonar el patrón oro debido a los crecientes déficits presupuestarios. Estados Unidos necesitaba atraer los «ahorros» del mundo hacia su país para financiar el déficit creado por la guerra de Vietnam.

Desde principios del siglo XIX, el resto de Europa desconfiaba del «modelo anglosajón» de Adam Smith. Friedreich List se quejaba de que los anglosajones daban por sentado que la medida definitiva de una sociedad era siempre su nivel de consumo (es decir, de gasto, y de ahí la métrica del PIB). List argumentaba que, a largo plazo, el bienestar de una sociedad y su riqueza global no venían determinados por lo que la sociedad puede comprar, sino por lo que puede fabricar (es decir, el valor procedente de la economía real y autosuficiente).

La escuela alemana sostenía que hacer hincapié en el consumo acabaría siendo contraproducente. Desviaría el sistema de la creación de riqueza y, en última instancia, haría imposible consumir tanto o emplear a tantas personas. En retrospectiva, List acertó en su análisis.

La guerra es la prueba definitiva y el gran revelador» (según Todd). Las raíces de una visión económica alternativa habían perdurado tanto en Alemania como en Rusia (con Sergei Witte), a pesar de la reciente preponderancia del modelo anglosajón hiperfinanciado.

Y ahora, con el «Gran Reveal», la atención a la economía real se considera una idea clave que sustenta el Nuevo Orden Global, diferenciándolo claramente tanto en términos de sistemas económicos como de filosofía de la esfera occidental.

El nuevo orden se está separando del antiguo, no sólo en términos de sistema económico y filosofía, sino a través de una reconfiguración de las redes por las que viajan el comercio y la cultura. Las antiguas rutas comerciales se están evitando y dejando que se marchiten, para ser sustituidas por vías navegables, oleoductos y corredores que evitan todos los puntos de estrangulamiento mediante los cuales Occidente puede controlar físicamente el comercio. [-> recordar el ataque de los servicios secretos de Gran Bretaña al gaseoducto Nord Stream 2, en la base de la guerra de Ucrania].

El paso ártico nororiental, por ejemplo, ha abierto un comercio interasiático. Los yacimientos de petróleo y gas sin explotar del Ártico acabarán por colmar las lagunas de abastecimiento derivadas de una ideología que pretende acabar con las inversiones de las grandes petroleras y gasistas occidentales en combustibles fósiles. El corredor Norte-Sur (ya abierto) une San Petersburgo con Bombay. Otro componente enlaza las vías navegables del norte de Rusia con el Mar Negro, el Caspio y de ahí al sur. Además, se espera que otro componente canalice el gas del Caspio desde la red de gasoductos del Caspio hacia el sur hasta un «centro» de gas en el Golfo Pérsico.

Visto así, es como si las redes de la economía real se levantaran, por así decirlo, desde el oeste y se asentaran en una nueva ubicación al este. Si Suez fue la vía fluvial de la era europea, y el Canal de Panamá representó la del siglo americano, la vía fluvial del Ártico nororiental, los corredores Norte-Sur y el nexo ferroviario africano serán los de la era euroasiática.

En esencia, el Nuevo Orden se prepara para mantener un largo conflicto económico con Occidente.

Aquí volvemos al «error de cálculo atroz». Este Nuevo Orden en evolución amenaza existencialmente la hegemonía del dólar: Estados Unidos creó su hegemonía exigiendo que el petróleo (y otras materias primas) se cotizara en dólares y facilitando una frenética financiarización de los mercados de activos en Estados Unidos. Es esta demanda de dólares la única que ha permitido a Estados Unidos financiar su déficit público (y su presupuesto de defensa) a cambio de nada.

En este sentido, este paradigma del dólar altamente financiarizado posee cualidades que recuerdan a un sofisticado esquema Ponzi: Atrae a «nuevos inversores», atraídos por el apalancamiento crediticio a coste cero y la promesa de rendimientos «asegurados» (activos bombeados siempre al alza por la liquidez de la Reserva Federal). Pero el señuelo de los «rendimientos asegurados» está tácitamente respaldado por la inflación de una «burbuja» de activos tras otra, en una secuencia regular de burbujas -infladas a coste cero- antes de ser finalmente «desechadas». El proceso se repite una y otra vez.

Esta es la cuestión: Como un verdadero Ponzi, este sistema se basa en la constante, y cada vez más, «nuevo» dinero que entra en el esquema, para compensar los «pagos» (la financiación del gasto del gobierno de EE.UU.). Es decir, la hegemonía estadounidense depende ahora de la constante expansión del dólar en el extranjero.

Y, como en cualquier Ponzi puro, una vez que el «dinero que entra» flaquea, o los reembolsos se disparan, el esquema se derrumba.

Fue para evitar que el mundo abandonara el esquema del dólar en favor de un nuevo orden comercial mundial que se ordenó enviar la señal, a través de la embestida contra Rusia, para advertir a cualquiera que abandonar el esquema traería sanciones del Tesoro de EE.UU. sobre ti, y que te estrellarías.

Pero entonces llegaron DOS shocks que cambiaron el juego, muy seguidos: La inflación y los tipos de interés se dispararon, devaluando el valor de las monedas fiduciarias como el dólar y socavando la promesa de «rendimientos asegurados»; y en segundo lugar, Rusia NO COLAPSO bajo el Armagedón financiero.

El «Ponzi del dólar» cae; los mercados estadounidenses caen; el dólar pierde valor (frente a las materias primas).

Este esquema podría ser derribado por la resistencia rusa – y por gran parte del planeta que puede adoptar un modelo económico separado, que ya no depende del dólar para sus necesidades comerciales. (Es decir, el nuevo «dinero que entra» en el «Ponzi» del dólar se vuelve negativo, al igual que el «dinero que sale» se dispara, con Estados Unidos teniendo que financiar déficits cada vez mayores (ahora internamente)).

Washington cometió claramente un error estratosférico al pensar que las sanciones -y el supuesto colapso de Rusia- serían un resultado «pan comido»; tan evidente que no requería una rigurosa «reflexión».

El equipo de Biden ha puesto a Estados Unidos en un aprieto en Ucrania. Pero a estas alturas, siendo realistas, ¿qué puede hacer la Casa Blanca? No puede retirar la narrativa de la «próxima humillación» y derrota de Rusia. No pueden abandonar la narrativa porque se ha convertido en un componente existencial para salvar lo que pueda del «Ponzi». Admitir que Rusia «ha ganado» equivaldría a decir que el «Ponzi» tendrá que «cerrar el fondo» a nuevas retiradas (como hizo Nixon en 1971, cuando cerró las retiradas de la ventanilla del oro).

El comentarista Yves Smith ha argumentado provocativamente: «¿Qué pasa si Rusia gana decisivamente y la prensa occidental no se da cuenta? Es de suponer que, en tal situación, la confrontación económica entre Occidente y los Estados del Nuevo Orden Mundial se convierta en una guerra más amplia y prolongada.

(Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator)

Alastair Crooke, Ex diplomático británico, fundador y director del Conflicts Forum, con sede en Beirut.