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La economía social

La economía social se presenta como una alternativa al capitalismo. Sus principios, basados en la recuperación del sentido social, ecológico y humano de la producción, chocan frontalmente con un capitalismo despiadado y salvaje que tanto adoran los defensores actuales del neoliberalismo económico.

«Es más fácil imaginar el fin del mundo que el final del capitalismo»

Fredric jameson o slavoj Ziezek

Si analizamos la situación comprenderemos que el capitalismo es un sistema económico deshumanizador, basado en la codicia y en la ley del máximo beneficio, para el que los recursos del planeta son ilimitados (aunque no lo sean), igual que su codicia. Una estructura económica basada en la ley del mercado (oferta y demanda) que se considera autosuficiente y capaz de regularse por sí mismo sin la intervención del Estado (parecen olvidar las crisis que el mismo capitalismo provoca y que, después, exigen la intervención del Estado para solucionarlas -ya sabemos: en el capitalismo los beneficios son privados y las pérdidas se socializan. Hablamos de un sistema económico que no conoce de planificación ni de sentido, sino de una visión de la sociedad regida por la ley de la selva en la que es legítimo que las empresas y los capitales más fuertes sometan (o aniquilen) a los más débiles. En suma, una concentración de la riqueza que sólo fomenta las desigualdades y los grandes focos de pobreza.

El modelo económico actual no es sostenible: su modelo de crecimiento indefinido no sólo tiene consecuencias ambientales inasumibles, sino que también provoca desigualdades inaceptables. Es, básicamente, como se ha dicho arriba, un modelo deshumanizante contra el que hay que plantear alternativas. La principal pasa por la planificación: pues no tiene sentido malgastar trabajo ni recursos en producir lo que no se necesita; ni dejar sin acceso a lo más básico a grandes grupos humanos que no tienen ni qué comer; tampoco tiene sentido no poder coto a los procesos especulativos sobre los bienes básicos: alimentación, vivienda, etc., ni frenar aquellos movimientos especulativos salvajes (pensemos en la crisis financiera de 2008, provocada por la codicia ilimitada de los bancos) que llevan inevitablemente a catástrofes económicas que, después, debemos pagar todos con años de recesión y pobreza.

Pero el problema es que todo lo que se identifica con «economía planificada» es rápidamente descalificado, burda y simplistamente por los «gurús» del neoliberalismo económico, como «comunismo». Y, desde ahí, parece que nada más se puede decir.

La Economía social es un fenómeno en auge que puede convertirse en la gran alternativa al capitalismo. En España, por ejemplo, se calcula que aporta el 10% del PIB y que da trabajo al 12% de la población. Un dato, por cierto, que los economistas con «pedigrí» utilizan para desprestigiarla, al interpretar ese exceso del 2% como un ejemplo de su falta de eficacia: «pues seguro que se puede hacer lo mismo con menos mano de obra». Claro, explotando más a las personas (pero eso no lo dicen, ni importa).

“El estigma interesado que intenta reducir la economía social a algo irrelevante o a veleidades de hippies es un prejuicio que no puede sostenerse de ninguna manera”, subraya José Luis Monzón, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia y director de la rama española del Ciriec. Y añade: “La realidad es que se trata de una parte muy importante de la economía actual, perfectamente perimetrada y reconocida por los gobiernos y las grandes instituciones internacionales, desde la UE hasta la ONU, como esencial para enfrentar los retos económicos y sociales que tenemos planteados”. [De hecho, la UE tiene un plan de acción específico para impulsar la «Economía social», lo que demuestra que la «Economía social» no tiene nada de anecdótico o marginal]

revista – el diario.es – «La economía social al rescate», pág. 8

Los principios en los que se basa la Economía social son:

  • Priorizar a las personas y a los fines sociales sobre el capital. En consecuencia, la prioridad no es el lucro.
  • Gestión autónoma, transparente, democrática y participativa. La toma de decisiones debe ser equitativa y no determinada por el capital social que cada uno aporte.
  • Ayuda mutua. La solidaridad y el apoyo entre los miembros de la entidad es visto como una fortaleza, por cuanto lo importante no es el interés propio sino el conjunto, es decir, el bien compartido.
  • Reparto de beneficios en función del fin social de la entidad y de la aportación de trabajo realizado por cada uno de sus miembros (no de su capital).
  • Creación de puestos de trabajo estables y de calidad, con una retribución justa.
  • Desarrollo local. Son entidades que se sienten implicadas en el desarrollo del lugar en el que están radicadas.
  • Sostenibilidad de la actividad que realizan. Tanto social como medioambiental. Respeto al medioambiente.
  • Compromiso de igualdad entre hombres y mujeres.
  • Conciliación del trabajo con la vida personal y familiar.
  • Fomento de la inserción laboral de aquellas personas que se encuentran en riesgo de exclusión social.
  • Independencia respecto a los poderes públicos.

La entidades que conforman la Economía social son fundamentalmente entidades que cooperan para un objetivo común sin dar prioridad al lucro. Algunos ejemplo de éstas son las:

  • Cooperativas (de trabajo asociado, de consumo, de ventas).
  • Asociaciones y fundaciones sin ánimo de lucro.
  • Sociedades laborales (en las que son los trabajadores los que controlan el capital de la empresa).
  • Mutualidades (aseguradoras sin ánimo de lucro).
  • Empresas de inserción.
  • Centros especiales de empleo de iniciativa social.
  • Cofradías de pescadores.

Aunque siempre pensamos en la pequeña cooperativa de trabajadores que se unen para llegar a fin de mes, lo cierto es que hay ejemplos de éxito de este modelo que hace creer en la viabilidad de estos proyectos. El ejemplo paradigmático en España es la Corporación Mondragón formada por un conglomerado de empresas que llegan a facturar 11.000 millones de euros al año. Del mismo modo que hay diferencia en cuanto a su tamaño, también lo hay en su compromiso con los principios arriba citados: podemos encontrarnos a entidades que buscan el cambio social y el de modelo económico y a otras que simplemente han adoptado esta estructura para sobrevivir mejor dentro del capitalismo imperante, sin ningún afán transformador o de cambio de modelo.

Algunos ejemplos significativos de «Economía social» los podemos encontrar en: la banca ética de base cooperativa (Fiare Banca Ética, Coop 57), las cooperativas de vivienda en cesión de uso, las comunidades energéticas, las cooperativas de energía renovables (Som Energia), los supermercados cooperativos, las cooperativas de coches eléctricos compartidos, de telecomunicaciones éticas,…

Orígenes históricos

El origen de esta nueva economía suele situarse en 1844 cuando un grupo de 28 obreros fundaron en Rochdale (Reino Unido) la primera cooperativa basada en los principios de un modelo democrático de empresa cuyo teórico fue Robert Owen (1771-1858), el padre del cooperativismo y uno de los grandes teóricos de la economía socialista. Lo que estos obreros crearon fue una pequeña tienda en la que uniendo sus pocos recursos conseguir comprar y vender alimentos y productos básicos a unos precios justos. Su ideal era crear un fondo con los beneficios obtenidos que les permitiera dar educación a sus hijos, así como poder trabajar en un entorno en el que se les tratara con dignidad y respeto, y en el que pudieran participar democráticamente en la toma de decisiones que afectaran a la cooperativa. El modelo de Rochdale, aunque no fue el primero ni el único se convirtió en el modelo de cooperativismo copiado por otras cooperativas tanto dentro como fuera del Reino Unido. Su cooperativismo estaba basado en siete principios («Los principios de Rochdale») que definieron como: aceptación de cualquier miembro, estructura democrática, reparto de beneficios igualitario, préstamos sin usura, neutralidad política y religiosa, venta al contado (no a crédito, por el empobrecimiento que esto suponía para la mayoría) y promoción de la educación.

Economía social y solidaria

Supone un paso más allá en la definición de la economía social al convertirla en un motor transformador de la sociedad. Su propuesta, bajo distintas formas jurídicas, tiene como principios el fomento del trabajo digno y de calidad, la equidad (incluida la justa distribución de la riqueza), la sostenibilidad ecológica, la cooperación y el compromiso con el entorno social en el que desarrolla su actividad. (Estos principios están recogidos, en España, en la «Carta de principios de la economía solidaria»).

Debemos mantenernos esperanzados porque históricamente hay iniciativas que demuestran que no todos los procesos económicos buscan el lucro y porque descubrimos, a nuestro alrededor, ejemplos de agentes e iniciativas económicas que no se rigen por el capitalismo más salvaje sino por principios distintos que nos acercan a esta economía social, e incluso solidaria.

El ejemplo lo tenemos en las cooperativas de viviendas con dos modelos o visiones distintas: la comunidad de propietarios que construyen sus viviendas bajo la fórmula de la cooperativa para obtener unos precios más bajos y revertir los posibles beneficios en los elementos comunes de la promoción (cuando las viviendas se entregan la cooperativa se disuelve); y el modelo social que convierte en propietaria a la cooperativa de las viviendas y del suelo, cediendo a sus cooperativistas el «derecho de uso» de las viviendas para que las disfruten tanto como quieran, pero sin ser propietarios de ellas: lo que significa que no las vender ni alquilar. En este caso la construcción de las viviendas se realiza alrededor y abiertas a las zonas comunes y los servicios compartidos. Son, por ejemplo, lugares donde la cooperativa ofrece servicios de atención a niños y personas mayores; lugares para celebraciones y para actividades comunes (cenas semanales comunitarias) o cualquier otro servicio (lavanderías comunitarias, por ejemplo) o actividad que sirva para «hacer comunidad». Este tipo de viviendas, al ser en algunos casos construidas en suelos dotacionales cedidos por el ayuntamiento a largo plazo por un pago anual, quedan reservadas a personas con un nivel de recursos por debajo de un tope y que no sean propietarias de otra vivienda.

En suma: «Otro mundo es posible». A pesar de que nos quieran hacer creer que sólo la codicia y el lucro sin límites, característicos del sistema económico-político del capitalismo más salvaje, constituye una característica «natural» del ser humano.

La Viena roja

A principios del siglo XX, la población vienesa afrontaba unas condiciones de vida catastróficas y alquileres a un precio excesivo. Cuando los socialdemócratas asumieron el poder municipal en
1919, se lanzaron reformas fundamentales en las áreas de vivienda y políticas sociales, al igual que en educación, sanidad y cultura. Los años siguientes se conocen como el periodo de la “Viena
Roja”. Duró hasta 1934, cuando el austrofascismo puso fin de forma violenta a este extenso proyecto reformista.
Durante el periodo de la Viena Roja, se construyeron 64.000 pisos nuevos. Vivienda pública municipal que no solo era asequible (los precios de alquiler equivalían aprox. al 7% de la renta media de una familia de clase trabajadora), sino de calidad. Todos los pisos estaban equipados con agua corriente, una cocina y un retrete, lo que supuso una enorme mejora en las condiciones de vida e higiénicas de la época. Además, todo inquilino disponía de un compartimento en el ático y en el sótano, había lavanderías en cada escalera y ‘baños por goteo’. La arquitectura de los edificios se caracterizaba por la luz y el aire, con espaciosos patios, zonas verdes y una baja densidad de edificación; un concepto
opuesto a los pisos oscuros y mal ventilados en zonas densamente pobladas, donde los trabajadores tenían que vivir por entonces. Las obras públicas en la Viena Roja se caracterizaban especialmente, además, por las instalaciones comunitarias: había bibliotecas, clubes, guarderías y talleres. Pero ¿cómo financió la ciudad aquel programa?

En 1923 Viena pasó a ser un estado federado, lo que le permitió gravar impuestos. La introducción de un impuesto al lujo, al igual que un impuesto a la vivienda, creó una base financiera para la construcción pública municipal. La referencia a este impuesto sigue brillando hoy en grandes letras rojas sobre las fachadas de los
edificios de aquella época. Además, se introdujo una fuerte protección para el inquilino, que restringía las posibilidades especulativas. Combinado con varias recalificaciones e impuestos sobre el patrimonio, esto llevó a la bajada de obras del sector privado y, por ende, a la bajada de precios del suelo.
Después del austrofascismo y el régimen nazi, Viena retomó la construcción de viviendas públicas municipales. Gobernada de nuevo por socialdemócratas (y hasta hoy), la ciudad expandió su parque de vivienda pública hasta los años 90, cuando decidió retirarse gradualmente de la nueva construcción y centrarse en la gestión de 220.000 pisos. Ahora son asociaciones inmobiliarias
con ánimo de lucro limitado las que crean las nuevas viviendas sociales.

[…]

El principio clave del sector con beneficio limitado es cubrir los costes, lo que significa que los precios del alquiler se deben calcular de acuerdo a los costes para la construcción y el mantenimiento de los edificios. En consecuencia, los precios
del alquiler bajan una vez que se han pagado los costes de la obra, lo que convierte el antiguo stock en uno de los segmentos inmobiliarios más baratos de la ciudad. Los contratos de alquiler tienen un plazo de duración abierto, exactamente igual que en la vivienda pública.

Combinado con una fuerte protección del inquilino contra su expulsión, esto consigue una alta seguridad para acceder a una vivienda y puede que sea una de las razones por la que solo un 19% de los vieneses tienen casa en propiedad. Las viviendas de precio con beneficio limitado tienen el apoyo del Ayuntamiento de Viena por dos vías: con el suelo y con la financiación. Por una parte, el
Consistorio compra suelo y se lo proporciona a los promotores para viviendas protegidas. Por otra, los subsidios para las viviendas se conceden en forma de préstamos con bajos intereses a cambio de límites al precio del alquiler y el cumplimiento de ciertos criterios de

[Cuando la iniciativa privada -en la primera década de los 2000-volvió a ver negocio en la construcción, los precios del suelo se duplicaron y la posibilidad de construir vivienda pública o de beneficio limitado dejó paso a construcciones caras y que, a veces, quedaron vacías. Para reducir este efecto, en 2018 se introdujo por ley que un tercio del suelo recalificado como edificable fuera destinado a ese tipo de construcciones más baratas, potenciando la construcción de vivienda pública].

[Pero construir vivienda pública no es garantía por sí sola, pues si no se está atento y no se establecen mecanismos de control -nos los demostró Ana Botella en el Ayuntamiento de Madrid- estas viviendas pueden desaparecer, de la noche a la mañana, vendidas con intereses espurios a fondos de inversión o a empresas con interés de lucro.]

Sarah Kumnig, (socióloga) – «Ideas desde la Viena Roja sobre vivienda» – revista eldiario.es – «la economía social, al rescate», págs. 70-71

Un pequeño grupo de empresas en la sombra se hace con el dominio del comercio agrícola mundial

https://www.infolibre.es/mediapart/pequeno-grupo-empresas-sombra-dominio-comercio-agricola-mundial_1_1762736.html

Martine Orange (Mediapart) 10 de abril de 2024

Un puñado de actores, desconocidos para el gran público, dominan el comercio agroalimentario mundial y hacen todo lo posible por ocultar los imperios que han construido a lo largo de los años así como el dominio que han conseguido sobre el mundo.  

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha contabilizado catorce grandes grupos que reinan en este sector. [Un oligopolio del que no sabemos casi nada, a veces ni siquiera su nombre]. Según sus estimaciones, sólo los cuatro primeros –Cargill, Archer Daniels Midland, Bunge y Louis Dreyfus– controlan cerca del 70% del mercado agrícola mundial

¿Podemos dejar el destino de la seguridad alimentaria mundial en manos de unas cuantas empresas que sólo velan por sus propios intereses?

La escalada de precios de los alimentos en todo el mundo, que contribuye a la inflación mundial, pero también a la escasez y el aumento de crisis alimentarias en los países más pobres, ha llevado a la institución internacional a analizar detenidamente en su último informe anual el papel desempeñado por estos gigantes del agronegocio en este periodo. Son datos abrumadores. 

Los superbeneficios de las grandes petroleras han estado en el centro de todos los debates, pero los de los gigantes del agronegocio han pasado desapercibidos. Y sin embargo han sido los otros grandes ganadores de las sucesivas crisis (el fin de la pandemia, la guerra de Ucrania, las tensiones geopolíticas) que se han desencadenado en los últimos cuatro años. 

Estas crisis han provocado una volatilidad sin precedentes en los precios de todas las materias primas agrícolas (trigo, soja, maíz, girasol, arroz, azúcar, café y cacao), que estos grandes grupos han sabido explotar de la mejor manera posible para sus intereses. En 2022, Cargill, Archer Daniels Midland, Bunge y Louis Dreyfus lograron un beneficio conjunto de más de 17.000 millones de dólares, casi el triple que en 2020. «Los beneficios totales de las nueve principales empresas de fertilizantes en los últimos cinco años han pasado de una media de unos 14.000 millones de dólares antes de la pandemia, a 28.000 millones en 2021, y luego a la increíble cifra de 49.000 millones en 2022″, añade el informe de la UNCTAD. 

En 2023 disminuyó algo la presión sobre los productos básicos agrícolas, pero el verano pasado, como señala el organismo, «el precio del trigo seguía siendo el doble que antes de la pandemia». Esto es aplicable a prácticamente todos los precios agrícolas, por no hablar de casos específicos como el cacao y el café, que actualmente están alcanzando niveles estratosféricos. Pensar que los altos precios agrícolas benefician a los productores «es ignorar el importante papel que desempeñan estos grupos internacionales del agronegocio, que controlan muchos de los eslabones de la cadena de valor mundial y en la dinámica de formación de precios en el sistema alimentario mundial», insiste la agencia de la ONU. 

No se sabe prácticamente nada de esos grupos. De los catorce más importantes identificados por la UNCTAD, «sólo ocho cotizan en bolsa y publican sus cuentas», señala el informe. Todos los demás prosperan fuera de la vista. Conjugando fronteras y gobiernos, todos ellos se mueven en la opacidad y utilizan las lagunas y porosidades del sistema para operar con total impunidad. 

Algunos empezaron como comerciantes, pero han ido ampliando su dominio hasta hacerse con el control de plantas de procesamiento, capacidades de almacenamiento y empresas de transporte. Luego se hicieron con semillas y fertilizantes para al final convertirse en gigantescos terratenientes. Ya controlan cientos de miles de hectáreas en Ucrania, Brasil, Argentina, Australia y Canadá. Es decir, en todos los grandes países agrícolas donde pueden realizar cultivos intensivos a escala industrial, incluyendo la deforestación masiva si fuera necesario. 

Pueden permitirse dictar sus condiciones a los productores locales y a los gobiernos, e influir en la forma de comer de todo el planeta. En el futuro, no dudarán en poner en peligro el abastecimiento mundial, y muchos están dispuestos a cambiar la producción de alimentos por la de agrocombustibles, que se considera mucho más rentable. 

A lo largo de décadas de fusiones y adquisiciones, «estos grupos han sido capaces de extender su influencia a lo largo de la cadena de suministro, recopilando al mismo tiempo enormes cantidades de datos de mercado. Si un puñado de empresas sigue teniendo un poder desmesurado sobre los sistemas alimentarios mundiales, cualquier política destinada a mitigar los efectos a corto plazo de la subida de los precios de los alimentos será inútil a largo plazo», advierte la UNCTAD. 

Tras los pasos de las finanzas en la sombra

En los últimos quince años se ha producido otro cambio importante que, según el informe, no ha sido suficientemente analizado: estos gigantes del agronegocio no sólo han cambiado de tamaño, sino también de naturaleza. Se han convertido en actores financieros por derecho propio: […]. 

Dado que los mercados agrícolas son caóticos por naturaleza y las leyes de la oferta y la demanda no se aplican de acuerdo con las teorías clásicas, siempre han estado estrechamente vinculados a las finanzas y la especulación. Fueron esos mercados los que primero desarrollaron e implantaron los derivados financieros, negociados en mercados extra-bursátiles (over the counter, OTC) para evitar el riesgo de las fluctuaciones de los precios a corto, medio y largo plazo. 

Pero a partir de los años 80 entraron en juego nuevos actores: los bancos y, sobre todo, una serie de actores financieros «en la sombra» (hedge funds, fondos de inversión, gestores de activos, etc.) irrumpieron en estos mercados y, aprovechando la desregulación de los mercados agrícolas, han ido desarrollando derivados financieros cada vez más sofisticados que ya no se basan en contrapartidas físicas, alimentando así la especulación. 

Desde la crisis de 2008, la situación ha cambiado aún más. Las grandes empresas de este negocio han seguido los pasos de las finanzas en la sombra, yendo mucho más allá de la cobertura de riesgos. Al tener acceso a información de mercado que otros no tenían, se impusieron rápidamente como actores clave. 

“En este contexto, los grandes grupos internacionales del sector pasaron a ocupar una posición privilegiada para fijar los precios, acceder a la financiación y participar directamente en los mercados financieros», prosigue el informe. “Eso ha permitido no sólo operaciones especulativas en plataformas organizadas, sino también un volumen creciente de transacciones entre particulares o extra-bursátiles, sobre las que la mayoría de los gobiernos de los países avanzados no tienen autoridad ni control». 

Proliferación especulativa

Los últimos años de tensiones y riesgos de escasez en los mercados agrícolas han multiplicado por diez la voracidad, impulsada por el afán de lucro. Según cifras publicadas por el Banco de Pagos Internacionales, la suma total de los derivados extra bursátiles sobre productos agrícolas, energía y metales alcanzó un pico de 886.000 millones de dólares a mediados de 2022, frente a una media de 200.000 millones antes de 2020. El valor teórico de estos contratos representaba entonces más de 2 billones de dólares. 

La magnitud de esas sumas ilustra el poder desestabilizador de las finanzas en estos mercados esenciales. Todos se han embolsado miles de millones en superbeneficios a costa de las poblaciones del mundo. Un estudio reciente de Société Générale muestra que el grupo de los diez principales fondos «dinámicos» obtuvo un beneficio de 1.900 millones de dólares en contratos de trigo, maíz y soja al comienzo de la guerra en Ucrania, cuando los precios de las materias primas agrícolas estaban por las nubes, después de haber perdido dinero en los mismos contratos en periodos anteriores. 

¿Hasta qué punto los grandes grupos que controlan el comercio agrícola mundial han utilizado su enorme poder de mercado para impulsar la especulación y aumentar sus beneficios? La UNCTAD es incapaz de decirlo. La opacidad que reina en estos mercados, la falta de datos fiables y la ausencia de regulación y control hacen imposible tener una visión precisa de lo que está ocurriendo

[…]

El fracaso de la regulación

[…] Hasta ahora han fracasado todos los intentos de arrojar luz sobre estos mercados y reforzar la regulación. La regulación sigue siendo poco sistemática, polifacética y a menudo cambia de un país a otro.  

Durante la crisis financiera de 2008, los legisladores se cuidaron de no tocar los mercados de materias primas y las finanzas en la sombra, por considerar que sólo representaban riesgos secundarios. Tampoco se hizo nada para conciliar las actividades de los mercados de materias primas y las de los mercados financieros, pues los reguladores consideraban que eran dos mundos separados

Las actividades de los grandes grupos del sector demuestran ahora que estas dos esferas están ahora intrínsecamente vinculadas, ya que las operaciones financieras apoyan –a menudo con vistas a maximizar los beneficios– el comercio agrícola. «Los beneficios no se limitan a un sector concreto, sino que son específicos de determinadas empresas. […] 

La UNCTAD cree que ya es hora de reconocer la insuficiencia de la normativa actual, dados los riesgos subyacentes que amenazan tanto la seguridad alimentaria mundial como la estabilidad del mundo financiero. El organismo propone pues una serie de ámbitos de reforma, algunos referidos a la transparencia, limitación y control de los instrumentos financieros, y a la introducción de una regulación global; otros implican reforzar la aplicación de las leyes antitrust: el comercio mundial de alimentos no puede dejarse en manos de un oligopolio que actúe en su propio interés.

Amazon, Google, Facebook,… el resurgir del capitalismo salvaje.

“La actividad económica que antes estaba distribuida entre centenares de empresas grandes y pequeñas por todo el territorio está cada vez más dominada por unas pocas grandes compañías que la absorben”

alec mCgillis – Estados Unidos de Amazon

https://www.eldiario.es/catalunya/alec-macgillis-amazon-destruyendo-clases-medias-eeuu_1_8900591.html

Los nuevos hábitos de consumo, y el dominio de las redes sociales, están dando lugar a cambios muy importantes que suponen un serio retroceso social:

  • Concentración del poder económico: Los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres. Las diferencias sociales se hacen cada vez más importantes y, con ello, se crea una sociedad cada vez menos estable.
  • Pérdida de condiciones laborales: los sueldos se reducen; las condiciones de trabajo en estas empresas son peores (en EE.UU. se niega el derecho a formar sindicatos y se convierte en noticia cuando en un centro de Amazon se consigue formar el primero). Más aún, el antiguo capataz o supervisor, ese que antes vociferaba y vigilaba para que nadie descansara más allá del mínimo tiempo posible y que como amo esclavista amenazaba y golpeaba a los trabajadores de la fábrica ahora ya no existe y es sustituido por «el algoritmo«, una entelequia que hace lo mismo: midiendo tiempos, productividad, descansos, cuanto tardas en reunir un pedido y hacer un paquete,… Es una forma más fina, menos llamativa de hacer lo mismo y contra la que el trabajador no parece poder hacer nada: «el algoritmo» ha decido pagarte menos o despedirte por falta de productividad o por lentitud o por no cumplir objetivos. Ya sabes: «no es nada personal».
  • Pobreza: «en 2018, el 10% de los empleados de la empresa [Amazon] en Ohio ganaban tan poco que necesitaban recibir cupones para alimentos«, necesitaban recurrir a las ayudas sociales. “Unas pocas ciudades y personas se lo están quedando todo a costa de la miseria del resto”.
  • Despoblación: la concentración de riqueza hace que ciudades, antes prósperas, vayan perdiendo industria y población. Son las ciudades ricas las que continúan concentrando más y más población y riqueza. De nuevo, un ejemplo, de desigualdad. «Amazon identifica estos lugares y propone instalar sus centros logísticos con la promesa de recuperar la grandeza perdida, consiguiendo grandes exenciones fiscales y beneficios urbanísticos de las autoridades para instalar negocios que apenas contribuyen a las arcas públicas«. Mientras, sitúa sus oficinas en las ciudades costeras de EE.UU.: «Amazon mide cuidadosamente dónde sitúa sus oficinas: en estas urbes construye los centros de trabajo para ingenieros y desarrolladores con salarios astronómicos. En las más deprimidas, en cambio, instala sus centros logísticos para beneficiarse de mercados laborales en horas bajas«. Estos nuevos empleados, ingenieros y desarrolladores, con altos niveles adquisitivos, son los que aumentan la población de las ciudades más ricas (haciéndolas aún más ricas), y son los que elevan los precios y expulsan a los habitantes que vivían ahí.
  • Desaparición de los medios de comunicación locales: «desaparecen los medios locales que fiscalizan a las autoridades porque cada vez hay menos negocios que se quieran anunciar en los periódicos«. Lo que supone una pérdida de calidad del estado de derecho que pierde un mecanismo de control esencial. ¿Quién va a denunciar los casos de corrupción locales, a pequeña escala, cuando «Cada vez hay menos vida en la calle, menos participación cívica, menos capital social«?
  • Descrédito de la prensa: En las ciudades deprimidas “Es que ni siquiera consumen medios”. “Se informan a través de Facebook y nos ven como un colectivo que los mira por encima del hombro”. De este modo se da más valor a lo que llega a través de las redes sociales que lo que ofrecen los medios, por muy riguroso que sea su trabajo. Más aún, sucede que Amazon compró el Washington Post: “Mis antiguos colegas señalan que hay mucho más dinero para hacer su trabajo y esto es bueno, pero creo que hay un conflicto de intereses demasiado evidente”. “Es cierto que el periódico ha publicado textos negativos sobre la empresa, pero la gran historia que debería escribirse es sobre cómo Amazon está tomando el control de Washington y no la veo por ningún lado”. A través de sus departamentos especializados en hacer «lobby» el poder político se ve controlado por nuevos actores: las grandes corporaciones a las que se une Amazon -como dueña de todo el comercio de Internet- y Google y Facebook en tanto dueñas de la publicidad en Internet y de las redes sociales (la nueva vía de información para muchos ciudadanos).
  • Descrédito a la política: los ciudadanos de esas ciudades deprimidas, en EE.UU. se encuentran, además, abandonados por la política oficial que sólo se preocupa de las grandes ciudades ricas. La aparición de Trump, como tercera vía, entre demócratas y republicanos, supuso para ellos una respuesta a su situación desesperada. ¡Menuda respuesta!.

Nueva normalidad

El capitalismo es codicia, es explotación y desigualdad asumida, consentida, dada por supuesta como algo inevitable.

La normalidad no era feliz ni afortunada, dejaba a demasiados fuera.

El capitalismo ha demostrado históricamente una enorme capacidad de adaptación. ¿Podrá volver a hacerlo?

  • ¿»sostenible» en un planeta enfermo?
  • ¿capaz de sobrevivir en unos niveles de desigualdad tan grandes? (Ya lo avisaba Aristóteles que la riqueza debía estar repartida o las sociedades se hacían insostenible).
  • ¿fundamentado en una economía especulativa? ¿en el mito del crecimiento infinito? ¿de los recursos infinitos?
  • Individualista, egoísta, basado en el mundo de la vigilancia de 1984 (fundamentado en el análisis del big-data y en la vigilancia digital), capaz de hacer desaparecer la privacidad. Instagram: el egoísmo individualista convertido en negocio.
Vivimos en un sociedad basada en el discurso del miedo. 

El miedo supone la derrota de la democracia. Cuando se instala el miedo entre los ciudadanos éstos olvidan su capacidad de acción, de análisis y recurren a alguien que los dirija. ¿Por qué sienten ese miedo? ¿de quién nace ese temor? ¿quién es la amenaza? ¿cómo podemos solucionarlo? ¿qué debemos hacer para sentirnos seguros?

¿Tu qué harías? Si alguien te dice que la solución al problema es compleja, multidimensional y lenta de resolver a través de cambios que van a llevar cierto tiempo en extenderse de manera suficientemente amplia y que dichos cambios exigen cambios en tu propia vida y mayores niveles de incomodidad. Mientras otro, cargado de un cierto aura de superioridad basada y con el apoyo de creencias divinas, te dice que no te preocupes por nada que él tiene la solución y que sus resultados serán inmediatos (respuestas mágicas). El único esfuerzo que debes hacer es colaborar con el grupo para «hacer un sacrificio que agrade a los dioses» y que dé rienda suelta a tu rabia. ¿Tu qué harías?

Ahora ese sacrificio consiste en inmolar a los pobres, a aquellos que no pueden defenderse y que son para ti un peligro pues compiten contigo por lo poco que hay; ayudas sociales, puestos de trabajo,… Ellos, te dicen, son peligrosos porque no tienen nada que perder (pues no tienen nada y miran con envidia lo poco que tú posees -> Recuerda: compra una alarma). Así lograremos volver a la tranquilidad perdida que, aunque no era maravillosa, se presenta mejor que aquel futuro apocalíptico del que los adalides del miedo nos han convencido que vendrá.

SALUD. Hay que recuperar la salud. La vida sana en un planeta sano, con unas relaciones humanas que recuperen su salud. La salud de un grupo o sociedad dirigida hacia un nuevo proyecto.