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Donald Trump no es Frankenstein

La llegada de Trump a la presidencia de EE.UU. no debe verse como un fenómeno inexplicable y misterioso sino como la consecuencia lógica (y el resultado) de una crisis profunda del modelo económico, social y político en el que hemos vivido hasta ahora y que ha demostrado, como se dijo hace mucho tiempo, su inviabilidad. Ni los recursos del planeta son infinitos, ni el progreso económico puede ser ilimitado al basarse en el consumo, cada vez más voraz, de dichos recursos. No nos puede extrañar que una sociedad a la que le vendieron un ideal de futuro basado en ese progreso indefinido e infinito se sienta ahora perdida y abandonada al ver que las nuevas generaciones van a vivir peor que quienes les precedieron. De ahí nace la añoranza del pasado, en la que algunos sueñan, para volver a ese sueño de una vida con un crecimiento económico infinito, con casas unifamiliares con jardín y, en España, con piscina.

Asistimos, pues, a una crisis del modelo capitalista o neocapitalista que se ha encontrado con los límites del planeta. Con una crisis que reacciona contra el «proyecto ilustrado» de la Edad moderna basado en la razón que desprecia la ignorancia y la superstición, y que dio lugar a las Revoluciones burguesas, al Liberalismo político y al Estado de derecho. Aquellas que acabaron con la servidumbre y con el autoritarismo de origen divino del Antiguo Régimen. Ya no nos acordamos, pero hace nada el ser humano carecía de valor y de derechos al ser simplemente un siervo del rey de la nobleza, y adquirió su dignidad cuando acabó con la sociedad estamental e hizo surgir el concepto de «ciudadanía».

«¡Atrévete a pensar! decía Kant para recordarnos que es la razón la que debe dirigir nuestras vidas. No daría crédito a lo que vemos ahora mismo: una sociedad para la que la ignorancia es más que la sabiduría, y la superstición y los miedos tienen más fuerza que la razón.

No deberíamos ver a Trump únicamente como el Frankenstein del Partido Republicano.
[…] el sueño de la globalización feliz del neoliberalismo progresista —si es que alguna vez existió— se desvanece. El despertar de este sueño ha traído consigo una marcada inestabilidad política, fruto de la desafección de amplios sectores de la sociedad, traumatizados por los efectos de una crisis que ha hecho colapsar su mundo.
[…]
El crecimiento del autoritarismo tampoco puede disociarse de la crisis ecológica que atravesamos, la cual ha cambiado el propio significado del “fin de la historia”, que ya no se percibe como un horizonte utópico de progreso y democracia perpetuos […]. De hecho, el sociólogo Immanuel Wallerstein ya planteó hace tiempo que las crisis cíclicas del capitalismo serían cada vez más frecuentes al chocar con los límites del planeta.
[…]
ha puesto en crisis el propio paradigma del “progreso” sobre el que se construyó la modernidad. Así, mientras el fascismo clásico proponía un proyecto de futuro, la ultraderecha actual, ante los crecientes temores a un horizonte incierto marcado por el cambio climático y un mundo en crisis, plantea un regreso (imposible) a un pasado de “abundancia”, al menos para la mal llamada “civilización occidental”; una propuesta
reaccionaria que conecta con la utopía capitalista del crecimiento sin límites. Si ya no podemos aspirar a vivir mejor que nuestros padres, al menos aspiramos a vivir como ellos; la expectativa no es ya mejorar, sino evitar empeorar.
[…]
La rabia ante esta pérdida genera una suerte de sentimiento de “derechos agraviados” entre sectores que históricamente gozaron de privilegios relativos. […] [en EE.UU. el sueño del American Way of Life sería ese paradigma perdido]
[…]
Así, la apología del pasado por parte de la extrema derecha se convierte en una estrategia para cancelar la posibilidad de imaginar un futuro distinto.
[…]
[Incertidumbre y miedo] vacía la democracia hasta reducirla a su cascarón: el voto como mero ritual. Porque, cuando los mecanismos de
cohesión social dejan de funcionar y se constata la imposibilidad de sostener la aparente prosperidad de las clases medias, se fortalece el cierre autoritario para mantener el orden. A la vez, se necesitan chivos expiatorios —ciertas minorías, la población migrante, los movimientos feministas, el ecologismo— hacia los que canalizar el malestar de unas clases medias en declive, de modo que la ira siempre se dirija hacia abajo. […] [Es] la promesa de seguridad en un mundo cada vez más incierto. Pero es una seguridad construida a la contra, que se sostiene
sobre la inseguridad del otro.
Así, ante los miedos, las incertidumbres, los límites del planeta y la crisis ecológica, la extrema derecha ofrece una respuesta y una alternativa para recuperar el control: [el] autoritarismo.
[…]
Lejos de ser una anomalía, el auge de las fuerzas autoritarias de extrema derecha debe entenderse precisamente como una consecuencia lógica del momento de crisis sistémica en el que nos
encontramos. No deberíamos ver a Trump únicamente como el Frankenstein del Partido Republicano, sino como la manifestación de un fenómeno que trasciende las fronteras de EE UU: el autoritarismo reaccionario. Por ello, es crucial analizar la victoria de Trump no como
un accidente en la política estadounidense, sino como el síntoma de [un modelo económico-político inmerso en una profunda crisis de la que deberemos salir con la propuesta de uno nuevo].

miguel urbán crespo, «La crisis capitalista y la promesa reaccionaria de la extrema derecha» – Revista público, marzo 2025, pág. 15

¿Qué característica comparten los grupos y partidos de extrema derecha?

El problema de los grupos de ultraderecha no es menor: mientras en las elecciones europeas de 1984 conseguían menos del 4% de los votos, en las últimas elecciones superaron la barrera del 25%; de hecho, si los tres grupos ultras se unieran, serían la primera fuerza política en el Parlamento europeo. Más aún, tres países de la Unión tienen presidentes de partidos de extrema derecha y en otros ocho participan en el gobierno de manera directa o indirecta; resumiendo: 11 países de los 27 están gobernados o participan en el gobierno partidos de ultraderecha. Asimismo, los encontramos en los gobiernos de EE.UU., Argentina, El Salvador, Israel, e incluso en India que es también otro ejemplo de «autocracia electoral» nacionalista.

Steven Forti, catedrático de la Univesidad Autónoma de Barcelona, defiende que, a pesar de las diferencias, todos los grupos y partidos de extrema derecha comparten una serie de características comunes desde el punto de vista ideológico. Éstas son:

  • un marcado nacionalismo,
  • un nativismo y un identatirismo que les lleva a la condena de la inmigración a la que consideran como «invasión»; de ahí su xenofobia, su islamofobia y su desprecio hacia las poblaciones indígenas. (Es llamativa, por ejemplo, la xenofobia que encontramos en Chile hacia los venezolanos).
  • una actitud contraria a las sociedades abiertas,
  • una crítica a la globalización y al multilateralismo,
  • una visión autoritaria de la sociedad, centrada en el lema «ley y orden»,
  • un desprecio a todo lo que suponga progresismo,
  • un antiintelectualismo,
  • una defensa de los valores conservadores y de las tradiciones,
  • y una toma de distancia formal del fascismo histórico hacia el que sienten admiración, a veces, no disimulada.

Curiosamente, a estas características se une un atractivo para los jóvenes: la de presentarse como «rebeldes antisistema». Una actitud que consigue lo que toda generación joven busca: demostrar su identidad en oposición a las de los mayores; y para eso nada mejor que una actitud que saca de quicio a esos adultos que aún creen en la democracia y en las instituciones. Una democracia y unas instituciones de las que se sienten orgullosos porque ellos colaboraron para hacerlas posibles y para acabar con cuarenta años de dictadura franquista de los que ahora les cuentan que no era tan mala.

Todos estos partidos y grupos de extrema derecha tienen, también, en común la utilización de las nuevas tecnologías y de las redes sociales como herramientas de propaganda y de difusión de sus mensajes. Asimismo, han puesto de moda el empleo de una retórica trasgresora y provocadora que antes se consideraba inaceptable y se identificaba con la falta de preparación y el mal gusto y ahora se considera una característica de los verdaderos políticos del pueblo (frente a las élites educadas) aquellos que les revelan la verdad ocultada por quienes han ostentado el poder hasta ahora. En fin, «Populismo» de manual.

Otro de sus objetivos es generar desconfianza entre los ciudadanos hacia las instituciones y los expertos mediante la difusión de mentiras y de teorías conspiranoicas que calan profundamente en los miedos paranoicos de muchos ciudadanos. Todo con un objetivo claro que es marcar el debate público y mantener la iniciativa política.

El resultado es una sociedad cerrada, intransigente y polarizada en la que el enfrentamiento entre sus ciudadanos se convierte en un peligroso mecanismo político que no parece llevarnos a ningún lugar deseable.

Comparten redes trasnacionales enormes

Los grupos y partidos políticos de extrema derecha están organizados internacionalmente a través de enormes redes trasnacionales con una cantidad de recursos económicos ingentes. Esto les permite el intercambio de ideas y una colaboración fluida con una red de fundaciones, «think tanks», asociaciones y organizaciones internacionales que trabajan para la creación de lazos entre estos grupos, ofreciéndoles todo tipo de idearios y de apoyos en la organización de grandes citas en las que se conocen entre ellos y recaban apoyos mutuos. En esa amalgama se encuentran también en estrecha colaboración con las redes del integrismo cristiano (incluidos los ultraortodoxos rusos) con los que comparten su defensa de los valores tradicionales. Asimismo, han puesto en marcha instituciones educativas para formar a sus cuadros que luego ostentarán cargos políticos y organizativos.

No deja de ser una paradoja que los más ultranacionalistas hayan conseguido forjar una especie de internacional reaccionaria.

Steven forti, El bosque, no los árboles. La extrema derecha como una gran familia global – Revista público – marzo 2025, págs. 8,9

Por qué se desprecian las medidas contra el cambio climático

Para casi la totalidad de los científicos el cambio climático es una obviedad soportada por una enorme cantidad de datos y de observaciones; del mismo modo, los efectos -que ya estamos padeciendo- no han hecho sino empezar.

Sin embargo, los partidos de derecha y de extrema derecha se han instalado en una posición política que les reporta grandes dividendos electorales y que consiste en rechazar todas las medidas que se adoptan para frenar, en la medida de lo posible, el cambio climático; un fenómeno que terminará afectándonos a todos y al futuro del entorno natural en el que vivimos. Por qué este rechazo.

https://www.eldiario.es/sociedad/goteo-antiecologista-no-filtrarse-politicas-ambientales-auge-extrema-derecha_1_12132770.html

La Universidad de Utrech ha analizado esta nueva tendencia de la Unión Europea de rebajar sus exigencias en el ámbito de la política climática. Pensemos, por ejemplo, en la directiva que obligaba a reducir el uso de pesticidas en la agricultura para poder recibir las ayudas de la PAC. Fue tal la reacción de los agricultores, sacando sus tractores a las carreteras como protesta, que la Comisión dio marcha atrás posponiendo su entrada en vigor.

Para James Petterson, director del estudio, el rechazo a las políticas contra la crisis del clima se debe a que son vistas:

  • Como medidas demasiado exigentes y costosas o que amenazan el estilo de vida de las personas, por lo que se perciben como injustas.
  • Como alejadas de las preocupaciones del día a día de la gente, o incluso del interés nacional.
  • En contra de valores como la tradición, la identidad o la misma libertad.
  • Medidas que complican la vida cotidiana.

Y por estas razones nos dicen, contra toda la evidencia científica e incluso después de la catástrofe de la DANA en Valencia, que: ¿Por qué debemos aceptar estas «ocurrencias» y «excentricidades» de unos políticos que están lejos, en Europa, (sin conocer nuestra realidad) y que vienen a acabar con nuestra identidad y tradiciones, para hacernos la vida más complicada, más cara y más exigente, con más burocracia, cuando realmente el cambio climático no es tal, sino una alteración natural de las temperaturas y los ritmos de las lluvias?

Está claro que es necesario un enorme esfuerzo de divulgación y de educación para conseguir que cada vez más personas se informen y comprendan la importancia de este esfuerzo que necesitamos hacer sin más remedio como nos muestran los datos y las evidencias recopilados por los científicos.


Manu Sánchez explica

https://www.eldiario.es/andalucia/manu-sanchez-ultraderecha-colado-grieta-decirle-pobres-son-culpa-pobres_128_12089914.html

Manu Sánchez es presentador, humorista, actor, escritor (también de teatro), conferenciante y empresario, pero se gusta definir como “payaso raso”. Nació en Sevilla en 1985. En 2023 se le diagnosticó un cáncer de testículos, por eso es un gran defensor de la sanidad pública y del resto de servicios públicos: “A mí me ha salvado la vida la sanidad pública”; y alerta del peligro global al que nos enfrentamos: “nos están quitando los derechos que nos convierten en humanos”.

Más democracia, no menos

Entiendo que todo el mundo tiene derecho a equivocarse, pero creo que la política no se la podemos dejar nada más a los políticos. La política es el arte del día a día y nos influye a todos, y si le dejamos la política a los políticos le estamos haciendo un flaco favor al día a día. Yo creo que podemos pringarnos políticamente los empresarios, los estudiantes y los payasos rasos. Es que se nos ha olvidado que a esto de la política debería de jugar el pueblo entero.

Más sanidad pública

La salud no puede estar bajo criterios empresariales, me parece una barbaridad, la salud tiene que ser deficitaria económicamente pero muy rentable en cuestiones de salvar vidas. Por eso, aunque entiendo que tendrán muy buena intención algunos acercamientos a lo privado en cuestiones de salud, yo no logro encontrarle sentido. Cuanto más reforzásemos la sanidad pública y más se invirtiera, más sentido tendría.

La lucha de clases ya no está de moda

Yo voto en conciencia y en cuestión de principios. Voto cosas que después, en el día a día y en la práctica, a mí me vienen mal entre comillas. Creo en la lucha obrera, creo en la lucha de clases, y creo también en otras muchas luchas que nos están haciendo despistarnos de que la lucha de clases está ahí y parece que no está de moda. Yo creo en el feminismo, en el ecologismo, en la lucha contra el racismo, contra la xenofobia. Pero que no nos despisten de la lucha de clases. La lucha de clases tendría que estar encima de la mesa y la estamos diluyendo, dejando de lado. […] Nos han metido miedo a las gambas para que se las coman siempre los mismos.

Sobre el auge de la ultraderecha

[Antes no se vivía mejor]

Soy hijo de trabajadores, mi madre es administrativa, mi padre, tornero fresador, mis abuelos trabajaban en el campo y en una fábrica de uralita, mis cuatro abuelos eran analfabetos… Ha habido muchos avances en democracia y hay quien dice que antes se vivía mejor. Pues quien diga esto que se lo mire; antes muchas familias vivían tremendamente peor de lo que vivimos ahora.

[La ultraderecha]

Me parece la gran lacra. Creo que ejerce una función política que es dulcificar a la derecha, hacerla moderada, pero ese monstruo se ha ido de las manos, se ha alimentado más de la cuenta, ya camina solo y parece que viene a comernos a todos. Cuando estudiábamos la extrema derecha de épocas pasadas pensábamos que cómo pudo ocurrir eso. Pues tenemos que tener cuidado porque estamos condenados a repetir la historia si no la conocemos. Y algunos parece que están encantados de repetirla, aun conociéndola, que es lo que me parece especialmente peligroso.

El gran truco, la gran grieta por la que se ha colado la ultraderecha ha sido explicarle a los pobres que su pobreza es culpa de otros pobres. Ahí han destrozado la lucha de clases, no te das cuenta de quién te explota y quién te pisa la cabeza. A usted no la atienden en el médico porque han atendido a otro pobre antes. Y si ese pobre es de otro color o de otra etnia, será por eso. Que nos hayan contado a los pobres que la culpa de que seamos pobres es que hay otros es el gran caballo de Troya por el que se ha colado la ultraderecha. Y contra eso hay que pelear, los pobres son pobres porque arriba hay ricos muy ricos.

Hay un riesgo real de que los derechos que parecen consolidados se pierdan

Los derechos son totalmente reversibles, lo estamos viendo, tan fácil como que llegue alguien al poder que quiera dar marcha atrás en la democracia. Hay mecanismos para cambiarlo todo, si es que así lo decide el pueblo. Pues cuidado, porque si el pueblo decide que llegue un majara y que haga cosas de majara, tendremos los derechos que haya decidido el majara. Que tengamos ahora mismo a un decadente imperio americano en manos de unos magnates pijos multimillonarios malcriados diciéndole a los obreros de EEUU cuáles son sus soluciones, a mí me parece que suena hasta a broma. Pero después vemos que eso es exportable, comprable, que Europa está también subiéndose a ese carro. Y eso da sustito.

[…]

[Están en riesgo todos los derechos]

[Derecho a la sanidad]: a mí me han salvado la vida, me han operado cuatro veces ya a vida o muerte. Yo no sé cuánto le he costado al erario público, la verdad, pero a mí no me dijo nadie “la factura es tanto”. Es el derecho a la vida, que podamos perder el derecho a seguir vivos. El derecho a la educación, el derecho a la información, que ahora mismo con los bulos es de los derechos fundamentales. Pero también el derecho a la vivienda, a la igualdad… es que nos están quitando los derechos que nos convierten en humanos y nos estamos yendo a la ley de la selva, a esa meritocracia mal entendida de que entre diez le podemos pegar a uno. Creo que están en peligro todos los derechos, absolutamente todos.


Donald Trump 2.0

Donald Trump ha sido nuevamente elegido. Más de 70 millones de votantes han hecho posible su retorno, es verdad que dentro de un sistema electoral tan singular como lo es el de los Estados Unidos. Hablamos de una democracia tan particular en la que sólo dos partidos (sin alternativas) pueden ganar las elecciones, y con un sistema de elección en el que quien gana en un estado (aunque sea por un solo voto) obtiene toda la representación que le corresponde a ese estado. Más aún, las campañas son tan astronómicamente caras que sólo unas estructuras gigantescas, vinculadas a los grandes poderes económicos, pueden presentarse con garantías a una elección. Y nadie se plantea reformar esto. Y le llaman democracia.

La verdad es que el fenómeno Donald Trump, con sus peculiaridades, no nace de la nada: de hecho, antes tuvimos el «Tea Party», un movimiento político social ultra que demuestra la existencia de todo un caldo de cultivo y una base social, dentro de la sociedad estadounidense, de la que nace el fenómeno el trumpismo. Un trumpismo social que es una forma de entender la vida, con arraigo en la propia historia de los EE.UU.

Lo que hizo Trump […] fue aglutinar una afectividad política y un rencor que se había estado generando durante esos ocho años [de gobierno de Obama] y que nace de siglos de historia.

edurne portela – conversatorio, tinta libre de octubre de 2024, pág. 4

Lo que quiere decir el exitoso «MAGA» es, el fondo, volver a una América blanca (Make America White Again)

Seguir a Trump es una religión

Contra los medios de comunicación

Al margen de la célebre consigna de que «ahora los medios son ustedes«, lo cierto es que Trump ha puesto en marcha una verdadera caza de brujas contra aquellos medios que no le son afines:

  • Una periodista de Associated Press (una de las agencias de prensa más reputadas) fue vetada a las ruedas de prensa del presidente porque no aceptó la decisión unilateral de Trump de cambiar el nombre del «Golfo de México» por «Golfo de América».

Algunos ejemplos de medidas adoptadas

  • Propone anexionarse Groenlandia. Desea su valor estratégico y sus reservas minerales de tierras raras. Dice que les iría mejor con EE.UU. que con Dinamarca.
  • Propone apropiarse del «Canal de Panamá«. Esta amenaza ha sido suficiente para que todos los indicios de presencia china en la gestión de una parte de canal ha desaparecido por completo, por decisión del gobierno de Panamá.
  • Ridiculiza constantemente al presidente de Canadá y dice que Canadá estaría mucho mejor siendo parte de los EE.UU.
  • Ha desencadenado una guerra comercial: estableciendo aranceles para las importaciones de Canadá, México, China y la Unión Europea.
  • Considera que la invasión de Ucrania por parte de Rusia fue provocada por el presidente Zelensky al que llama abiertamente «dictador», aunque en otro momento, ante las preguntas de los periodistas, se sorprende y comenta: «¿he dicho yo eso?
  • Miente al decir que la aportación de EE.UU. a la guerra de Ucrania es de 300.000 millones de dólares, cuando es de algo más de 150.000. Y le exige a Zelensky que se la devuelva. Para ello ha obligado a los ucranianos a firmar un acuerdo impuesto para que la gestión de sus recursos mineros quede en manos de EE.UU., sobre todo, lo que respecta a las «tierras raras».
  • Afirma que la Unión Europea fue creada para «joder» a EE.UU., por ello: abandona su defensa (lo que deja sin fuerza a la OTAN); exige que los países europeos gasten más en defensa (comprando material militar a los EE.UU.); le impone aranceles y la ningunea como en el caso de las negociaciones sobre la paz de Ucrania en las que no tiene previsto de participe la U.E.
  • Muestra un comportamiento obsesivo contra los principios D.E.I. (diversidad, equidad e inclusión). Exige que sus Departamentos de Estado, las administraciones y las empresas eliminen cualquier referencia a programas que busquen la inclusión, la equidad o que traten de evitar la discriminación de ciertos grupos. En este sentido la embajada de EE.UU. en Madrid envió un escrito a sus suministradores para decirles que si tenían políticas de este tipo en sus empresas dejarían de contratar con ellas. Es tal la importancia de esta imposición que algunas empresas están dividiendo su forma de trabajar en EE.UU. (donde reniegan de esos planes) y en Europa donde la legislación les obliga a tenerlos. El consejo de administración de Apple, en esta semana, se va a reunir para decidir cómo eliminarlos. Jeff Bezos, por su parte, ha impuesto su desaparición en la dirección editorial de la sección de opinión del Washinton Post (del que es propietario).
  • Ha convertido a los inmigrantes «sin papeles» en los chivos expiatorios de todos los problemas del país y, por ello, ha comenzado a «cazarlos» en redadas en lugares públicos, iglesias, escuelas,… deportándolos esposados de pies y manos en aviones militares no acondicionados en los que se sientan como si fueran mercancías. No le vale con deportarlos, hay que humillarlos y, para ello, se difunden vídeos con imágenes del proceso o, incluso, «La Casa Blanca se burla de los migrantes deportados mostrando el sonido de los grilletes y las cadenas como si fuese un vídeo de ‘ASMR’» (laSexta) para que te lo pongas para relajarte, en lugar del ruido del mar o de las llamas de una chimenea.
  • Y si todo esto fuera poco, ha sentado las bases de un estado policial al más puro estilo fascista: en el que cada ciudadano debe vigilar a sus vecinos y denunciarlos. De hecho, los inmigrantes indocumentados temen ir a los colegios o a la puerta de los colegios a recoger a sus hijos por miedo a las redadas. Hace unos días apareció la noticia de una niña que se había suicidado por el acoso al que la sometían sus compañeros que amenazaban con denunciarla. Dentro de la administración, se ha amenazado con despedir a aquellos funcionarios que no denuncien los comportamientos de compañeros que no cumplan con los dictados de la administración en lo relativo al abandono de los programas D.E.I.
  • Asimismo, ha hecho que EE.UU. abandone la UNRWA (el organismo de la ONU para Palestina), la OMS, y ha eliminado
  • Y, para colmo, ha elegido a personajes de una dudosa idoneidad para los cargos de responsabilidad de la administración:
    • Elon Musk: dirige el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental. Es el encargado de reducir al mínimo la administración estatal. Hace unos días envió un formulario a todos los funcionarios (incluidos los miembros del FBI) -bajo amenaza de despido- para que expliquen lo que han hecho en la última semana que justifique su puesto de trabajo. Su nombramiento es más que cuestionable al permitirle tener acceso a información privada de sus competidores.
    • Pete Hegseth: como Secretario de Defensa. Era presentador de Fox News y estuvo envuelto en un escándalo por abuso sexual y acusaciones de consumo de drogas y de obstaculizar su investigación. Se le critica por su falta de experiencia y por su carácter ultra que muestra en sus redes y en su cuerpo tatuado con símbolos de ultra derecha.
    • Robert F. Kennedy Jr.: como jefe del Departamento de Salud y Servicios Humanos: conocido por sus posturas antivacunas y por difundir teorías de conspiración durante la pandemia de COVID-19.
    • Tulsi Gabbard: encargada de los servicios de inteligencia, es un clara defensora de Rusia y contraria a las ayudas a Ucrania.
    • El Consejero de economía es un multimillonario con intereses en las empresas de petroleo. No es de extrañar, Trump dijo, en su campaña, que autorizaría todo tipo de prospecciones sin límite; diciendo que la defensa del medio ambiente no puede ser un obstáculo para el desarrollo económico del país.

AfD – Alternativa para Alemania, segunda fuerza política en las elecciones

https://www.eldiario.es/internacional/votantes-propulsan-ultraderecha-alemania-mierda_1_12075029.html

ICÍAR GUTIÉRREZ – Los votantes que propulsan a la ultraderecha en Alemania: “Todo es una mierda”

AfD llega desinhibida a estas elecciones, envalentonada tras sus buenos resultados en las elecciones europeas y regionales del año pasado. Respaldada por Elon Musk y favorable a Rusia, aboga por salir del euro y defiende la familia tradicional, un concepto que choca de frente con la vida personal de su candidata Weidel, que mantiene una relación con una mujer originaria de Sri Lanka con la que cría a dos menores en Suiza.

Unamos a todo esto su revisionismo del Holocausto y su culpabilización a los avances sociales, referentes del estado del bienestar, como causantes de la mala situación económica que vive el país.

La base de votantes de AfD se encuentra básicamente en el este de Alemania y tiene que ver con una reunificación que se llevó a cabo bajo la condiciones de la Alemania del oeste, sin que la división entre este y oeste haya desaparecido. De hecho, continúa existiendo una brecha salarial y de desarrollo entre ambas partes de Alemania, lo que produjo una migración -no deseada- del este al oeste de personas que, ahora, expresan así su malestar.

La mala situación económica de Alemania, en recesión desde hace dos años, y la falta de expectativas de futuro hace que muchos sientan que la vida es cada vez más cara, que sus trabajos peligran y que su futuro no está claro.

La descarbonización y la apuesta de Merkel por el gas ruso han sido dos factores importantes en ese desencanto. Dejar el carbón ha arruinado a zonas del país que vivían de las minas de carbón y de la generación eléctrica mediante centrales térmicas. El apoyo a Ucrania y la decisión de EE.UU. de castigar a Rusia hizo que dos de los gaseoductos proyectados se quedaran sin uso: concretamente el Nord Stream 2 -construido en contra de la voluntad de EE.UU.- no llegó siquiera a funcionar porque fue destruido por una explosión intencionada de no se sabe bien qué servicio secreto si el del Gran Bretaña, el ucraniano o quién sabe si por el estadounidense. Lo cierto es que EE.UU. no estaba dispuesto a que Alemania se aproximara a Rusia y a su gas barato. Como consecuencia, el precio de la energía y de toda la producción alemana se ha visto seriamente afectada, con unos precios en constante alza y una crisis inflacionaria que ha afectado a la población.

El ascenso de AfD se explica pues, por:

  • Una mala situación económica.
  • Una falta de expectativas de futuro.
  • La constatación de que las políticas de los partidos tradicionales no sirven.
  • La consideración de que todo va mal y de que el Estado no funciona.
  • La creencia en que el sistema democrático es incapaz de solucionar los problemas de los ciudadanos.

En consecuencia, los ciudadanos consideran que hay que buscar «alternativas» y, para ello:

  • hay que determinar a los causantes (reales o no) de los problemas, y
  • plantear soluciones rápidas, efectivas y definitivas (nada de complejas, razonadas, consensuadas o a medio plazo).

En este contexto aparecen los inmigrantes y se convierten en el foco de todos los problemas. Sobre generalizaciones injustas a partir de casos aislados se estigmatiza a los inmigrantes y, frente a ellos, se propone la defensa de los nativos y de la cultura alemana amenazadas por la llegada de tanto extranjero con nuevas creencias y costumbres.

El nativo alemán se siente maltratado porque él debe conseguir todo aquello que los no-alemanes reciben, sin esfuerzo, del Estado. Se dice que:

  • reciben atención sanitaria antes que los nativos, cuando son estos los que pagan dicha asistencia,
  • les dan casa o un lugar donde vivir,
  • les alimentan,
  • van en bicicletas eléctricas que el Estado les ha proporcionado,…

Y los votantes de AfD lo tienen claro: el sistema no funciona y hay que acabar con él: «hay que empezar de cero». Porque la gente trabajadora está maltratada. Y porque la ira y el miedo que sienten, AfD lo combina con el orgullo de Alemania y de ser alemán. Más aún, sus votantes comparten un sentimiento de superioridad -frente al resto de los votantes- que les aporta «saber realmente» lo que pasa frente a quienes se dedican, desde hace tiempo, a ocultarlo.

En el fondo, asistimos a un discurso que podemos extrapolar al resto de países europeos para entender el auge de la extrema derecha en todos ellos.

¡Como no hagamos algo…!

Como señala Paulina Frölich, directora general adjunta del think tank berlinés Das Progressive Zentrum:

“Desde hace al menos 10 años no hemos encontrado aún ninguna estrategia eficaz entre los demócratas moderados para reducirlos, para eliminarlos” [..]. “Me preocupa que los demócratas se pongan nerviosos y prueben cosas antidemocráticas en el nombre de la democracia para detenerlos. No hay indicios de que estrategias como las de Merz y Sarah Wagenknecht funcionen. Deberíamos centrarnos en una cooperación real, hablando de reformas profundas dentro del espectro democrático y dejando fuera a la extrema derecha”.

Decía Mayor Zaragoza que cuando falla la democracia lo hay que hacer no es menos democracia sino más democracia.


¿Por qué quien ha sido pateado patea a otros?

Esta mañana Leila Guerriero lo planteaba en su nota semanal de «A vivir que son dos días»: nadie se ha hecho la pregunta importante.

Cuando la actriz trans Carla Sofía Gascón, nominada a los Óscar, pero ahora cancelada, recibió el premio en Cannes dijo: es la primera vez que he recibido un premio, siempre lo que he recibido han sido patadas.

A partir de desvelarse sus antiguos tuits en los que expresaba opiniones racistas (contra George Floyd, asesinado en una detención policial) y xenófobas (sobre cuántas veces más habrá que explulsar a los moros de España) surgió todo un proceso de cancelación contra ella tanto para la promoción de la película como para la recogida de los posibles premios que pueda recibir.

Pero nadie se ha hecho la pregunta verdaderamente importante: ¿por qué alguien que dice que sólo ha recibido patadas en su vida se permite patear a otros a los que considera situados por debajo se su propia escala? Quizá cuando seamos capaces de responder a esta pregunta seremos capaces de entender por qué Donald Trump ha vuelto a ser reelegido como presidente de los EE.UU.

Así entenderemos cómo ciudadanos de origen latinoamericano han votado al republicano para evitar la llegada de más inmigración o la devolución de los migrantes a sus países de origen. (Por cierto, los venezolanos que votaron a Trump lo hicieron porque consideraban que sería capaz de echar a Nicolás Maduro del poder. Paradójicamente, ahora son ellos los expulsados a Venezuela por el presidente que ayudaron a elegir).

Ahora los medios son ustedes

(La expresión ha sido utilizada tanto por Donald Trump como por Elon Musk)

https://www.infolibre.es/tintalibre/periodismo-cosa_1_1923301.html

Juan Gabriel Vásquez – «El periodismo es otra cosa» – TintaLibre, enero 2025, págs. 32-35

You are the media now. “Ahora ustedes son los medios”: eso fue lo que dijo el dueño y señor de la red social X, un narcisista de manual cuya percepción del mundo es la de un adolescente malcriado y cuyo comportamiento público es el de un sociópata.

[…]

este personaje grotesco ha puesto su red social y sus millones de usuarios al servicio de la desinformación, las teorías de la conspiración, la mentira flagrante y la elección de un delincuente convicto con querencias fascistas como presidente de Estados Unidos.

[…]

Si no me pareciera tan peligrosa, me parecería conmovedora la credulidad con que millones de ciudadanos se han tragado el cuento de que la red X es un espacio democrático, incluso después de enterarnos de que Musk adulteró el algoritmo por un factor de 1000 para que la red diera prioridad a sus mensajes sobre las elecciones;

[…]

“El periodismo ciudadano es el futuro”

En 2004, el bloguero de Silicon Valley Dan Gillmor se quejaba de que los grandes medios dieran las noticias como si se tratara de una conferencia. […] la queja, muy norteamericana, contra los que tienen la pretensión de saber más que nosotros y nos dan discursos desde una posición de superioridad. Por otra parte, hace veinte años era cierto que las nuevas tecnologías habían abierto espacios para que hablaran en público personas que nunca lo habían hecho, y todos nos llenamos la boca entonces con la denuncia de los abusos de poder que se podía hacer desde esos espacios de rebeldía, independientes de los medios que respondían –así era, esto era cierto– a los intereses no siempre transparentes de los poderes económicos.

[¿Cualquiera puede ser periodista?]

¿El acceso a una herramienta es lo único que se necesita para dominar un oficio? Tener papel y lápiz nunca transformó a nadie en escritor. Tener un piano en casa nunca transformó a nadie en pianista. (Leila Guerriero)

La influencia de los ignorantes

En The Good Society, un libro de 1997 y por lo tanto perteneciente a un mundo más simple que el nuestro, el economista J. K. Galbraith habla de los problemas del autogobierno en sociedades complejas como las nuestras, y en un pasaje que no puedo sacarme de la cabeza dice estas palabras: “Todas las democracias viven en el miedo a la influencia de los ignorantes”. Echar un vistazo a la historia de Estados Unidos, dice Galbraith, es darnos cuenta de que siempre habrá un determinado porcentaje de la población disponible para “apoyar prácticamente cualquier forma de desastre político y social”; sólo mediante la educación, añade, puede mantenerse esta minoría en niveles manejables. Veintisiete años después, parece que nuestras democracias siguen temiendo a la influencia de los ignorantes, pero es todavía mayor el temor que tienen a la ignorancia de los influencers. Los mecanismos perversos de las redes sociales y su modelo de negocio, que no sólo son indiferentes a la verdad o la falsedad de la información que distribuyen, sino que permiten rentabilizar la crispación, hacer negocio con la mentira y ganar rentas políticas con el tribalismo y el odio, ya no se limitan a envenenar nuestra convivencia y a diseminar desinformación que destruye nuestra capacidad para ejercer la ciudadanía. Lo siguen haciendo, claro: “La información será libre”, aquel mantra que implicaba la eliminación de los intermediarios –esas figuras que seleccionan, editan, dan forma a los hechos–, ha conducido, en menos de una década, a la pérdida de libertad del ciudadano, que toma sus decisiones políticas basándose en premisas falsas, en engaños masivos, en datos adulterados. Pero lo que está ocurriendo va mucho más allá. Desde que la compró Elon Musk, la red social X se ha convertido en la más poderosa máquina de desinformación y propaganda que el mundo ha conocido, y ha sido puesta al servicio de una ideología de corte violento, racista, machista y cruel, que sólo ha encontrado en los últimos años un obstáculo de importancia, una fuente de resistencia a sus ambiciones disruptivas.

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Pues el periodismo es mucho más que los medios que lo producen: es un fenómeno cultural, un lugar de la ciudadanía, un espacio de poder real o percibido, un espacio desde el cual plantar cara a los poderes percibidos o reales, y, sobre todo, un oficio: […]. Los periodistas, en su mejor versión, tienen códigos de comportamiento, una serie de convicciones poco prácticas y a veces francamente molestas –la transparencia, la responsabilidad, el rigor investigativo– en las cuales creen y según las cuales viven.

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El periodismo ciudadano de Elon Musk, en cambio, es un espacio sin códigos, o donde el único código suele ser el del propio provecho: nada –ni la conciencia de mentir o calumniar, ni la posibilidad de hacer daño– representa un inconveniente para la persecución del propio interés o para la metódica destrucción de todas las normas, porque la inestabilidad y el caos son su hábitat natural. La forma de luchar contra los medios, decía Steve Bannon en 2018, es “inundar el terreno de mierda”. Musk lo ha hecho a su manera. Le interesa disolver la verdad comprobable, dinamitar la confianza entre los ciudadanos, destruir la noción de realidad común y sembrar la incertidumbre, y para eso ha mentido, ha calumniado, ha esparcido teorías de la conspiración, y la única resistencia significativa con que se ha topado ha sido la del periodismo profesional. Por eso lo quiere desprestigiar. Por eso lo quiere, incluso, desaparecer. Por eso quiere convencer a sus millones de usuarios, como a millones de marionetas, de que ellos son ahora el periodismo.


Hoy mismo, en su discurso de despedida, Joe Biden ha avisado: «Se está gestando una oligarquía sobre una concentración extrema de riqueza, poder e influencia«. De lo que no ha hablado es de por qué el no ha hecho nada al respecto para prevenirlo durante todo el tiempo que ha sido presidente de EE.UU.


El motor político del miedo

BERNAT CASTANY PRADO, «Mi mapa de miedos políticos Pedro y el lobo» – Tinta libre diciembre 2024 (pág. 12-17)

https://www.infolibre.es/tintalibre/mapa-miedos-politicos-pedro-lobo_1_1915837.html

«Lo que está claro es que el miedo, […] es una de las fuentes más duraderas, provechosas y sucias de la historia.»

como mostró Isaac Rosa en El país del miedo, cada clase social suele verse torturada por unos miedos específicos. Porque no pueden temer las mismas cosas aquellos que viven apremiados por necesidades económicas inmediatas, y aquellos cuyo bienestar les permite torturarse con otro tipo de amenazas, más tardías o difusas, cuando no directamente neuróticas. Tal y como apuntaba el lema que los chalecos amarillos enarbolaron durante sus protestas, desde octubre de 2018: “Vuestro fin del mundo, nuestro fin de mes.” De ahí que la extrema derecha, y la derecha extremada (esto es, la derecha que opta por entrar en competición y alianza con la extrema derecha, haciéndole de este modo el favor de naturalizar sus ideas), desarrolle un doble discurso, que busca excitar, a la vez, los miedos supervivenciales de las clases más desfavorecidas, y los miedos ideológicos de las clases pudientes.

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También existen miedos diferentes según los países o las regiones. Sin duda, no experimentan los mismos tipos de miedo los habitantes de países en los que existen tasas de pobreza y de criminalidad realmente elevadas, como Sudán o México (a los que podríamos añadir los habitantes del cuarto mundo, que podemos hallar en Detroit o París), que aquellos que viven en países como Austria, Suiza o Dinamarca. Los primeros lo único que desean es sobrevivir como individuos, para lo cual están dispuestos a apoyar o a someterse a gobiernos tiránicos, o a arriesgar sus vidas para huir del peligro. Que es exactamente lo mismo que haríamos todos. Los segundos viven con el miedo de ser invadidos por los primeros, frente a lo cual también están dispuestos a apoyar o a someterse a aquellos partidos políticos que les prometen una seguridad cuyo precio ellos mismos aumentan hasta el delirio exagerando o inventando las amenazas reales. […]

Y, según nuestra tendencia ideológica, podemos llegar a distinguir entre miedos de derechas (como aquellos que despierta en algunos el avance, real o imaginario, del comunismo o la extrema izquierda, el olvido de la tradición o la disolución de los lazos sociales tradicionales) y miedos de izquierdas (como los que provoca el avance, hoy en día bastante real, del fascismo o la extrema derecha, la reimposición de los viejos lazos sociales, el aumento de la desprotección o la precariedad). […]

[Entre los miedos de derechas] la teoría del gran reemplazo, de Renaud Camus, es vista como un lento desembarco de un ejército musulmán, que busca reconquistar Europa.

«Si realmente deseamos evitar que los mercaderes del miedo hagan su agosto con nosotros»

[Recordemos que] existe una suerte de ley política en virtud de la cual, ante la falta de respuesta, uno acepta cualquier respuesta.

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[Nos estamos jugando demasiado para abandonarnos porque] Como decía Montaigne, el miedo es el padre de la crueldad.

Debemos ser conscientes de la sofisticada estrategia que tanto la derecha como la extrema derecha están poniendo en marcha (seguramente no ha sido proyectada así, pero lo cierto es que les ha salido redonda): miedo y dinero.

Un discurso del miedo dirigido a un sentimiento básico que todos poseemos y ante el que muchos no son capaces de reaccionar, sobre todo si es suficientemente intenso. Y unos medios de comunicación y unas redes sociales dominadas económicamente por ellos que utilizan los algoritmos para dar la dosis de miedo personal para cada uno. Porque, como ocurre en el mundo de Orwell de 1984 hay que buscar, para cada uno, aquello que le da miedo; no vale cualquier tortura, es necesario la personalización del miedo: en el caso del protagonista es aquella jaula que atan a su cara y en la que dentro dejan suelta a una rata hambrienta.

Unamos a esto unos partidos que repiten el eslogan de la reducción del Estado y la bajada de los impuestos, un mecanismo sobradamente conocido para favorecer a los más ricos (los más pobres quedan totalmente desatendidos sin posibilidad de acceder a la educación superior de calidad que es la que permite entrar en el famoso «ascensor social». En otras palabras, los más ricos se reservan así de la competencia y ganan para ellos los puestos de responsabilidad, los de dirección de la sociedad y de las empresas así como la dirección política. La bajada de impuestos supones, asimismo, un aumento de las desigualdades, la creación de una sociedad más injusta y, por tanto una sociedad inestable en la que la pobreza lleva a la delincuencia y la delincuencia a fomentar el miedo que vuelve a ser la gran baza de una política que ya no habla de razones sino de sentimientos.

Me da miedo que las cosas cambien

Ortega y Gasset llamó «ontofobia» al sentimiento que surge en aquellos para los cuales la aceptación de la vida y de sus rasgos es inasumible. Son personas incapaces de aceptar el carácter cambiante, imperfecto y mezclado de la realidad (que nos enseñó Heráclito).

Pero quien quiera un mundo que no se mueva, que no se renueve, que no se mezcle y que no manche no tiene más que matarse, porque ese mundo es la nada. A los ontofóbicos les pasa como a los teólogos medievales, que la visión asqueada y aterrorizada del mundo material del nacimiento y la corrupción, les lleva a rechazar, e incluso a destruir, la vida. Pero, si en lugar de fijarnos en la corrupción y en lugar de intentar frenarla con nuestras murallas en el aire, nos fijásemos en el nacimiento quizás nuestra vivencia del proceso cambiaría un poco.

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Se trata de ser capaces de seguirle el ritmo a la historia y en lugar de encerrarnos en la melancolía autodestructiva del que desea que los relojes se detengan, como sucede en las elegías, prefiere abrirse a ese valiente mundo nuevo que ha llegado para quedarse. Para lo cual quizás podemos sustituir las pasiones tristes del miedo, la melancolía y el odio, por las pasiones alegres de la curiosidad (“¿cómo demonios será el mundo que viene?”)

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Quizás alguien con el estómago delicado, demasiado acostumbrado a la droga dura del privilegio o al dulce veneno del esencialismo, pueda sentir ante este tipo de visiones la bajona de la melancolía o el síndrome de abstinencia de la rabia. No sería la primera vez que una persona en proceso de desintoxicación ataca a los enfermeros, confundiéndolos con cucarachas o ratas gigantes, como en el cuento Los destiladores de naranjas, de Horacio Quiroga. Pero mejor una realidad modesta que una fantasía fastuosa o faustosa. Porque no se trata de vender al demonio de nuestros sueños el alma de nuestro ser real.
La muerte es la metralla de la vida, y quien no esté dispuesto a aceptarlo, debería llamar hoy mismo a Melancohólicos Anónimos.

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De modo que, además de lidiar con los factores objetivos que intensifican y desarreglan el miedo, debemos esforzarnos por cambiar nuestra subjetividad con el objetivo de hacernos capaces de vivir poderosamente en un mundo peligroso, o de vivir peligrosamente en un mundo poderoso. No importa. Necesitamos el dato y el relato. Como reza una de las bóvedas de la Abadía de San Juan Evangelista en Parma: Feras si domes feras. Si domas las fieras, las soportarás. Nadie dijo que sería fácil. Basta con que sea estimulante.


Hay salida, y lo primero que hay que hacer es no callarse

En un momento de incertidumbre, debemos volver a recuperar el discurso ilustrado. Superemos la minoría de edad. ¡Atrévete a pensar por ti mismo!

Está claro que hay que crear un nuevo discurso desde la confianza y la familiaridad y no desde la superioridad intelectual y moral que tanto molesta; donde sólo se transmite desprecio y es lo que siente el que escucha.

El interlocutor se siente valorado en el nuevo discurso de la ultraderecha, se siente cómodo, acogido, no desbordado por cosas que no entiende o que se muestran como demasiado complejas, con demasiados matices o interrelaciones. Ahora se ve a sí mismo/a como poeedor/a de unos secretos que nadie conoce y que sus iguales, con los que forma comunidad, le transmiten a través del «guasá». Antes no podía hablar porque había que saber, argumentar, conocer y razonar; ahora sólo tiene que creer y cree ciegamente en lo que le revelan sus grupos de «guasá»: verdades que esos intelectuales que se las daban de listos les querían ocultar.

Hay que volver con otro talante a recuperar la racionalidad y el espíritu crítico. No se puede hablar al campo desde la ignorancia y supuesta superioridad de un «urbanita» muy familiarizado con lo suyo capaz de despreciar como bárbaro aquello que le lleva la comida a su mesa.

Algunos creen que hay que recuperar el sentido de clase y hacer entender a quien te escucha que él o ella no es igual que un rico. Y que sólo la unión en unos mismos intereses de clase pueden permitir mejorar sus condiciones de vida.

Más aún, hay que saber hablarles a esas personas que están aterradas ante la posibilidad de perder su empleo, su casa, de no poder llegar a fin de mes, ni de poder «tomarse una caña» (que es lo único que consideran que les queda). Porque todos los miedos están ahí y la reacción natural de protección es la que se está utilizando políticamente de manera muy eficaz para provocar un ¡estado de alarma! con una fuerte carga emocional. De modo que se están sustituyendo las razones por emociones.


Frente al discurso reaccionario hay que ser propositivo

Me parece que el único modo en que podría funcionar este mundo es bajo formas alternativas de propiedad.

ISAKI LACUESTA, TINTALIBRE, DICIEMBRE 2024, PÁG. 59

Vivimos en el capitalismo, su poder parece inevitable, pero antes también parecía inevitable el derecho divino de los reyes.

ursula k. le guin, citado por isaki lacuesta, ibid.

Jamás creí que dejara de ver a la gente fumar en lugares como bares, hospitales o centros de salud o de enseñanza. Parecía imposible. Y, sin embargo, se logró en un corto espacio de tiempo. Lo mismo puede ocurrir con el resto de problemas que nos han hecho creer que son imposibles o inabordables. La receta es simple, comencemos por algo fácil: ¡Hacer propuestas!

La capacidad social de imaginar futuros distintos ha sido sometida a una lobotomía tan eficaz (por parte de los discursos políticos, de los medios de comunicación, y también de las ficciones cinematográficas y televisivas que se ofrecen como modelos) que el resultado es estremecedor: cualquier barra de bar es hoy más reaccionaria que el FMI y el Banco Mundial. Lejos de la opinión pública, la principal discusión en estos foros ya no discurre sobre la conveniencia de implantar la renta mínima garantizada, que veremos en pocos años, sino sobre las cuestiones técnicas de su aplicación: ¿cómo llegar a todos los potenciales elegibles? ¿Cómo asegurar que sigan existiendo incentivos para buscar trabajo y trabajar? Entre los economistas, sobre todo entre aquellos que creen que la IA destruirá mucho empleo, la discusión importante trata sobre cuáles son las soluciones más adecuadas para mitigar los posibles impactos negativos en la participación laboral (non-take up).

ISAKI LACUESTA, TINTALIBRE, DICIEMBRE 2024, PÁG. 59