En un momento de incertidumbre, debemos volver a recuperar el discurso ilustrado. Superemos la minoría de edad. ¡Atrévete a pensar por ti mismo!
Está claro que hay que crear un nuevo discurso desde la confianza y la familiaridad y no desde la superioridad intelectual y moral que tanto molesta; donde sólo se transmite desprecio y es lo que siente el que escucha.
El interlocutor se siente valorado en el nuevo discurso de la ultraderecha, se siente cómodo, acogido, no desbordado por cosas que no entiende o que se muestran como demasiado complejas, con demasiados matices o interrelaciones. Ahora se ve a sí mismo/a como poeedor/a de unos secretos que nadie conoce y que sus iguales, con los que forma comunidad, le transmiten a través del «guasá». Antes no podía hablar porque había que saber, argumentar, conocer y razonar; ahora sólo tiene que creer y cree ciegamente en lo que le revelan sus grupos de «guasá»: verdades que esos intelectuales que se las daban de listos les querían ocultar.
Hay que volver con otro talante a recuperar la racionalidad y el espíritu crítico. No se puede hablar al campo desde la ignorancia y supuesta superioridad de un «urbanita» muy familiarizado con lo suyo capaz de despreciar como bárbaro aquello que le lleva la comida a su mesa.
Algunos creen que hay que recuperar el sentido de clase y hacer entender a quien te escucha que él o ella no es igual que un rico. Y que sólo la unión en unos mismos intereses de clase pueden permitir mejorar sus condiciones de vida.
Más aún, hay que saber hablarles a esas personas que están aterradas ante la posibilidad de perder su empleo, su casa, de no poder llegar a fin de mes, ni de poder «tomarse una caña» (que es lo único que consideran que les queda). Porque todos los miedos están ahí y la reacción natural de protección es la que se está utilizando políticamente de manera muy eficaz para provocar un ¡estado de alarma! con una fuerte carga emocional. De modo que se están sustituyendo las razones por emociones.
Frente al discurso reaccionario hay que ser propositivo
Me parece que el único modo en que podría funcionar este mundo es bajo formas alternativas de propiedad.
ISAKI LACUESTA, TINTALIBRE, DICIEMBRE 2024, PÁG. 59
Vivimos en el capitalismo, su poder parece inevitable, pero antes también parecía inevitable el derecho divino de los reyes.
ursula k. le guin, citado por isaki lacuesta, ibid.
Jamás creí que dejara de ver a la gente fumar en lugares como bares, hospitales o centros de salud o de enseñanza. Parecía imposible. Y, sin embargo, se logró en un corto espacio de tiempo. Lo mismo puede ocurrir con el resto de problemas que nos han hecho creer que son imposibles o inabordables. La receta es simple, comencemos por algo fácil: ¡Hacer propuestas!
La capacidad social de imaginar futuros distintos ha sido sometida a una lobotomía tan eficaz (por parte de los discursos políticos, de los medios de comunicación, y también de las ficciones cinematográficas y televisivas que se ofrecen como modelos) que el resultado es estremecedor: cualquier barra de bar es hoy más reaccionaria que el FMI y el Banco Mundial. Lejos de la opinión pública, la principal discusión en estos foros ya no discurre sobre la conveniencia de implantar la renta mínima garantizada, que veremos en pocos años, sino sobre las cuestiones técnicas de su aplicación: ¿cómo llegar a todos los potenciales elegibles? ¿Cómo asegurar que sigan existiendo incentivos para buscar trabajo y trabajar? Entre los economistas, sobre todo entre aquellos que creen que la IA destruirá mucho empleo, la discusión importante trata sobre cuáles son las soluciones más adecuadas para mitigar los posibles impactos negativos en la participación laboral (non-take up).
ISAKI LACUESTA, TINTALIBRE, DICIEMBRE 2024, PÁG. 59